En 1994, las noticiarios de Estados Unidos informaban que Michael Fay, un joven de origen estadounidense de 18 años, había sido sentenciado a 6 golpes de vara en Singapur por vandalismo y robo. Si bien en en este país el castigo corporal por crímenes era, y es hasta el día de hoy, normal, causó controversia en el país del norte, indicando que el castigo era excesivo para un adolescente que no había cometido un crimen violento. En ese entonces incluso Bill Clinton intentó interceder, y 24 senadores firmaron una carta para reducir el apremio al joven.
Desde Singapur indicaron que cualquier ciudadano del país que cometiera un crimen de ese tipo habría sido castigado de la misma forma en que fue sentenciado Fay, pero finalmente redujeron su sentencia a cuatro golpes de vara como una forma de respeto al presidente estadounidense.
Años más tarde, en junio del 2010, otro caso de un extranjero sentenciado al castigo con vara volvió a tener amplia cobertura mediática cuando un hombre suizo de 25 años fue sentenciado a 5 meses de cárcel y tres golpes de vara por vandalismo luego de rayar con grafiti dos vagones de metro. El 2015, dos ciudadanos alemanes cometieron el mismo crimen, huyeron del país pero Singapur puso una orden de arresto internacional. Los encontraron, y llevaron a juicio. La pena fue de tres azotes y nueve meses de cárcel.
Singapur, ubicado en la punta de la península malaya, es reconocido por lograr convertirse de un país tercermundista a uno del primer mundo en una sola generación. De acuerdo al ránking de las Naciones Unidas, ocupa el puesto 9 en el Índice de Desarrollo Humano, y posee grandes avances en el área de la tecnología, ciencia y una baja tolerancia a los crímenes. Pese a los avances, existen algunas tradiciones heredadas de cuando eran una colonia británica que permanecen en la ley.
Uno de estos es el castigo con vara, forma muy utilizada de castigo corporal en el país y que está legislada al máximo detalle para que sea justa y no signifique un daño mayor a las personas a las que se le ordena. Esta sanción puede ser aplicada como castigo en variados contextos (ya sea a estudiantes en colegios, en prisión, en el ejército, en reformatorios, etc). La práctica, influencia que quedó cuando estaba bajo dominio británico, también permanecen hasta el día de hoy en Malasia y Brunei.
El castigo con vara por orden judicial es uno de los más severos, y se reserva para personas de sexo masculino y que cuenten con menos de 50 años y que hayan cometido una serie de crímenes muy específicos explicados en el Código de Procedimiento Criminal de Singapur. Antes de recibir el castigo, deben pasar por un examen médico para determinar que están en buena condición de salud para recibir los varillazos. La cantidad dependerá del juez.
De acuerdo a la ley, se deben seguir las siguientes indicaciones al momento de dar una sentencia de azotes con vara:
- Un delincuente entre los 18 y 50 años que que se encuentre en buen estado de salud. Para esto, debe ser revisado por un oficial médico que certifique que esté en condiciones para recibir el castigo con vara.
- El criminal no puede recibir más de 24 golpes de una vara por juicio, pero puede recibir más azotes con vara si sus sentencias se dan en juicios separados.
- Si el criminal es menor de 18 años, puede recibir hasta 10 golpes de varilla y con una vara más liviana. Los niños menores de 16 años también pueden ser sentenciados a recibir castigo con vara, pero solo por la Corte Suprema y no por las Cortes estatales.
- Un criminal sentenciado a muerte no puede recibir un castigo de vara.
- La vara debe ser de ratán y no puede exceder los 1.27 centímetros de diámetro.
La ley de Singapur permite el castigo con vara en más de 35 crímenes, tales como secuestro, robo, provocar disturbios, consumo de drogas, vandalismo, extorsión, abuso sexual, y posesión ilegal de armas, entre otros. Además, es obligatorio aplicarla en ciertos crímenes como violación, tráfico de drogas, prestamistas ilegales, y a extranjeros que se quedan por más de los 90 días que les permite la visa.
El castigo con vara siempre se ordena junto con una sentencia en la cárcel, y nunca como un castigo por sí mismo.