Sueño con un Chile en que no existan desigualdades y discriminaciones, en que los deseos, amores y decisiones de cada uno sean respetados. Una sociedad que abraza, que acoge, que ríe. Que se basa en el encuentro y el respeto, que construye a través del diálogo, solidario e inspirador.
Soy mujer, soy mamá y soy política. Todos los días me levanto deseando que esos tres roles se puedan conjugar de la mejor manera. Pero no es fácil. Sobre los hombros de cada mujer pesan muchas responsabilidades que nuestra sociedad nos acostumbró a cargar.
Sin embargo, hoy nuestra voz se alza más fuerte, nos estamos haciendo escuchar.
Muchas veces me han mirado raro por mi participación en política, como una excepción a la norma por los cargos que me ha tocado desempeñar. Eso no está bien. Las mujeres que asumimos altas responsabilidades, en cualquier ámbito, no podemos ser la excepción, sino lo normal, lo justo, lo equilibrado, lo bueno. Podemos ser profesionales, mujeres, parejas y madres -si así lo deseamos-, plenas y sin culpas.
Una sociedad que desarrolla la cultura de la inclusión es una sociedad más sana, donde no hay espacios ni justificaciones para los abusos, la violencia y las humillaciones de ningún tipo. Una sociedad que promueve e impulsa la inserción de la mujer en el mundo laboral, que entiende la importancia de apoyar e incentivar la maternidad, que facilita los espacios para ejercerla con la responsabilidad y cuidado que merece, y que sanciona duramente los abusos, está poniendo los cimientos para construir un mejor país.
Tengo la convicción de que los chilenos estamos unidos en esta justa tarea, en lograr la igualdad entre hombres y mujeres. La unidad nacional sí se logra cuando distintos sectores abrazan, desde la transversalidad, causas que son comunes. Confío en que juntos trabajaremos para generar instancias e iniciativas que nos permitan seguir ocupando espacios que, a nosotras, las mujeres, nos han sido ajenos a lo largo de la historia. Mucho más temprano que tarde, estoy segura, habrá más mujeres con la posibilidad de aceptar el desafío de asumir cargos de alta responsabilidad, de ejercer liderazgos tanto en el sector público como en el privado y el académico.
Sé que vamos avanzando en la dirección correcta, que hoy nuestras voces están generando las herramientas y cambios necesarios para conformar una cultura de corresponsabilidad y solidaridad, en la que hombres y mujeres comparten los roles, en la que se apoyan mutuamente, en especial, en el cuidado de los hijos y la familia.
Tenemos un largo camino que recorrer, pero soy optimista. Es hora de emparejar la cancha y estoy feliz de sumarme, como ministra secretaria general de Gobierno, como mujer, como madre y como pareja, al trabajo y la pasión que este cambio cultural y de época nos exigen. La voz de las chilenas llegó para quedarse.
*Ministra Secretaria General de Gobierno