La esperanza de vida de una persona se puede prolongar, cuidando y retrasando el envejecimiento de un órgano en el cuerpo: el intestino. Así lo aseguró una reciente investigación que —estudiando a un pez cebra—, logró alargar su vida considerablemente, después de haber reactivado un gen dentro de sus células intestinales.
En esta línea, los científicos, pertenecientes al Instituto de Investigación sobre el Cáncer y el Envejecimiento de la Universidad de Côte d’Azur en Francia, encontraron la fórmula de un “envejecimiento saludable” que hará que distintas especies —incluidos los humanos—, puedan gozar de mejor salud y longevidad.
Por qué cuidar el intestino puede alargar la vida
La investigación, publicada en la revista Nature Aging, asegura que el intestino juega un papel crucial en el antienvejecimiento y también en la salud general.
Y es que, hace más de un siglo, el microbiólogo ganador del premio Nobel de Medicina en 1908, Elie Metchnikov, observó que el envejecimiento se debe al aumento de la inflamación del intestino y la infiltración microbiana en la circulación sanguínea.
Esto quiere decir que, cuanto más envejecemos, menos barrera hace el tubo digestivo y, por ende, permite el paso de partículas y bacterias indeseables que provocan que el organismo envejezca más rápido.
Ahora, en este nuevo estudio, los científicos descubrieron que los telómeros —unas secuencias complejas de ADN que se repiten y que yacen en los extremos de los cromosomas—marcan el paso de los años y se acortan cada vez que una célula se divide, lo que provoca la muerte de la célula y, por ende, acelera el envejecimiento del organismo.
Sin embargo, insertaron un fragmento de ADN dentro del pez cebra que permitió que las células intestinales produjeran la enzima que alarga los telómeros. Esto provocó que el órgano no envejeciera tan rápido y que todo el cuerpo se mantenga más saludable y longevo.
En otras palabras, el fenómeno que descubrieron regenera la fertilidad y la salud general de las personas y aumenta su esperanza de vida, sin el riesgo a desarrollar cáncer.
Ahora, investigadores están estudiando si este descubrimiento puede aplicar a reducir las posibilidades del cáncer y otras enfermedades neurodegenerativas, inmunitarias y gastrointestinales.