Chile, con más de 4000 kilómetros de costa, es el laboratorio natural perfecto para estudios de tipo biológico, geológico y oceanográfico. Paradójicamente, a pesar de la riqueza de temas por explorar que ofrece el Océano Pacífico, continúa siendo un misterio lo que es posible encontrar en sus profundidades.
¿Las razones? Principalmente logísticas: realizar estudios submarinos o recolectar muestras del fondo marino a cientos o miles de metros de profundidad y varios kilómetros de la costa requiere de una gran capacidad de infraestructura, muy escasa todavía para nuestra realidad. Incluso algunos científicos han señalado que es más fácil viajar a la Luna que al océano profundo. Si a esto sumamos presupuestos muy acotados para el desarrollo científico, fundamental para el crecimiento del país, tenemos como resultado que disciplinas como la geología marina son aún temas "emergentes" y poco desarrollados en nuestras Ciencias de la Tierra.
Afortunadamente, al parecer, esta situación está cambiando. A principios de este año, oceanógrafos del proyecto Núcleo Milenio de Oceanografía, embarcados el buque de la Armada AGS-61 "Cabo de Hornos", descendieron por primera vez a la Fosa de Atacama, la zona más profunda y desconocida del océano frente a Chile y Perú, con más de 8.000 metros de profundidad. Esta expedición inédita tuvo entre sus objetivos conocer los organismos que habitan en la fosa y determinar la edad de las aguas que circulan en estas profundidades.
Más recientemente, el pasado 24 de septiembre zarpó nuevamente el "Cabo de Hornos", pero ahora rumbo al sur a develar los misterios de los fiordos y el océano profundo entre Chiloé y el Golfo de Penas, con nueve investigadores de nuestro Departamento de Geología de la FCFM. Este buque, es una de las plataformas científico-marinas más modernas a nivel mundial y, si bien ha actuado como crucero científico en años anteriores, los estudios asociados a estas travesías se han enfocado principalmente en estudios oceanográficos y de biología marina. Este año, gracias a esta importante alianza entre científicos y la Armada, por primera vez la expedición se centrará en temas de geología y geofísica marina.
Gracias a las muestras de sedimento y roca que se tomarán, podremos por fin saber si han ocurrido sismos tan o más importantes que el de Valdivia en 1960, con qué frecuencia, cuáles serían las implicancias para el peligro sísmico asociado a actividad de la Zona de Falla Liquiñe Ofqui cerca de Valdivia, Chaitén y Coihaique, por ejemplo. Como también, tendremos información sobre la existencia de recursos minerales como oro detrítico, titanio y platino y/o depósitos de hidrocarburos en nuestro fondo marino.
Esperamos que este sea el comienzo de un esfuerzo conjunto de las casas de estudio, con privados y la Armada para seguir investigando las potencialidades y obteniendo la información que nos ofrece los miles de kilómetros de costa chilena. Para eso es necesario sumar fuerzas y colaborar con otros en beneficio de todos, porque nuevos descubrimientos que amplíen nuestro conocimiento del fondo marino y los sismos ocurridos en nuestro país nos permitirá aportar al desarrollo científico a nivel global, y mejorar la evaluación del peligro sísmico en nuestro territorio a fin de perfeccionar las medidas de mitigación de sus efectos.
La evidencia está ahí, esperándonos.
Valentina Flores es doctora en Ciencias mención Geología de la Universidad de Chile y la Universidad de París XII. Es académica del Departamento de Geología de la U. de Chile y una de las investigadoras que trabajará con los datos recolectados por el buque científico Cabo de Hornos.