El último fin de semana de agosto, el diario La Tercera dedicó un especial sobre el aumento del VIH/SIDA en Chile. Aparte de publicar cifras alarmantes – detallando que se esperan 8 mil nuevos casos para fines de 2018, lo que representaría un aumento del 150 por ciento desde 2010, principalmente entre los menores de 40 años – se esbozaron las principales causas de este aumento con tintes de epidemia. Entre las principales, se nombraron a la falta de percepción de riesgo, la falta de diagnóstico y tratamiento para todos/as, masificar el test rápido, incorporar el PrEP, y la realización de campañas de prevención integrales para promover una sexualidad responsable. Es en este último punto donde me gustaría poner el énfasis: más allá de la labor del Ministerio de Salud, ¿cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación en promover una sexualidad responsable?
La primera campaña de prevención del VIH/SIDA fue emitida en 1990; y, la última, el 2015 (aunque el Ministerio de Salud acaba de anunciar la realización de una nueva campaña). Recién en el 2007, una campaña abordó cómo utilizar el condón adecuadamente, alejándolo de la imaginación y trayéndolo a la "vida real".
A lo largo de estos años, la emisión de estas campañas ha sido puesta a disposición de las líneas editoriales o agendas valóricas "de turno" (piénsese, por ejemplo, en los casos de Mega y Canal 13 y sus rotundos "no", o cómo fue sacado de circulación el libro "100 Preguntas sobre Sexualidad Adolescente" editado por la Municipalidad de Santiago). Sin embargo, paralelamente, ¿cómo la sexualidad ha sido representada en los medios de comunicación? Y, más específicamente, ¿cómo dicha representación incide en la falta de percepción de riesgo de contraer VIH/SIDA u otras infecciones de transmisión sexual?
Hagamos un recorrido rápido. Comencemos con las teleseries: La primera vez que un actor interpretó un personaje portador de VIH fue Néstor Cantillana, en "El Circo de las Montini" en el 2002. Es por esos años, también, que apareció por primera vez un condón (¿En "Romané" en el 2000? Corríjanme si me equivoco) y que dos mujeres se besaron en pantalla (en "Pampa Ilusión", en el 2001). En el 2004, "Ídolos" comenzó la saga de teleseries nocturnas "para adultos": es decir, producciones cuyo contenido se ha centrado en torno al sexo, desde infidelidades y conflictos amorosos en parejas ABC1, hasta casos de estupro, celopatía, e incesto con "ambientación de época".
Sigamos con otros formatos: "El Chacotero Sentimental" surgió en 1996 y aún continúa al aire, de lunes a viernes, a las 2 de la tarde. Su spin off cinematográfico del mismo nombre se estrenó en 1999, siendo la tercera película más vista del cine chileno (luego de "Sexo con Amor" y "Stefan versus Kramer").
En el 2017 dijimos "adiós" a "La Bomba 4", luego de 32 años de desnudos femeninos de libre circulación. Ese año, también, la "Vedetón" incluyó a hombres en los llamados "Triángulos de fuego" en virtud de "los nuevos tiempos". Estos "nuevos aires" terminaron con "Miss Reef Chile" este verano, al mismo tiempo que "Morandé con Compañía" cumplía 19 temporadas al aire. Este año, también, Chile se coronó como uno de los principales consumidores de pornografía del mundo (luego que Pornhub revelara las estadísticas de sus usuarios) y con La Rebelión del Cuerpo hemos protagonizado algunas polémicas (de baja escala) al denunciar publicidad sexista.
Cómo la sexualidad ha sido representada por los medios de comunicación ha entregado un mensaje, por lo menos, contradictorio y desfasado. Por un lado, hay "un sexo" que es sinónimo de rating, ventas, y fama. Se nos presenta desde el escrutinio masculino heterosexual que define qué es lo lindo, qué es lo erótico, y qué es lo placentero.
Este "sexo" es sin riesgos, sin responsabilidades, (casi) sin contexto, y representa a los hombres como si ellos fuesen dueños de una pulsión incontrolable. Por otro lado, hay "otro sexo" que es tabú, ése que se relaciona con la "salud sexual", y que responsabiliza a las mujeres de ella pese a que son la hipersexualización y la objetivización femeninas las que dan rating, ventas, y fama. Este "otro sexo" es el que abordan las "campañas de prevención" o "los libros de sexualidad" y es el único que ha sido censurado por las líneas editoriales o agendas valóricas de turno. ¿Contradictorio, no?
No estudié una carrera en el área de la salud, no tengo formación en el área de salud pública, ni tampoco soy experta en comunicación social. Hablo, simplemente, como consumidora y usuaria de medios de comunicación. Sin embargo, desde La Rebelión del Cuerpo hemos abogado por la responsabilidad social de los medios de comunicación, no sólo en virtud de los estereotipos de género si no que, también, respecto a cómo nuestra sexualidad es representada. Creemos que juegan un rol fundamental no sólo en divertir, sino que también en educar, informar, y formar opinión.
No se trata de coartar la libertad de expresión, sino de crear conciencia que las imágenes y el lenguaje crean realidad: lo que vemos en pantalla, lo que oímos en la radio, lo que leemos en diarios y revistas afecta la forma en que vivimos. Entonces, si no vemos, oímos o leemos sobre sexualidad más allá del riesgo de embarazo, del placer de un encuentro sexual, o de las fotografías eróticas de la celebridad de turno, ¿Cómo seremos capaces de protegernos del VIH/SIDA y de otras infecciones de transmisión sexual? ¿O cómo sabremos cómo afrontar y hablar sobre disfunciones sexuales o problemas de pareja, o de cuestionar la micro-política de nuestras relaciones personales, o de comprender la diversidad/disidencia sexual?
Al igual cómo los estereotipos de género nos "enseñan" a "ser hombre" o "ser mujer", cómo la sexualidad es representada incide en cómo vivimos nuestra sexualidad. Entendámoslo: la sexualidad es cotidiana y, en cuanto sea considerada y abordada como tal, será más saludable y satisfactoria.
Ya espero una telenovela en que una pareja saque un condón (sin discutir al respecto) al momento de mantener un encuentro sexual, o una pareja que debe tratar una infección de transmisión sexual, o que muestre cuerpos post-parto, o personas con disfunciones sexuales. Ya saben, un poco más de "vida real".
Camila Mella es socióloga de la Universidad de Chile, candidata a Doctora en Política Social de la Universidad de Oxford y Directora de Contenidos de La Rebelión del Cuerpo.