Curiosamente hoy, es una controversia la ubicación de lo "social". Al principio, la disputa era porque el municipio de Las Condes quería ocupar un terreno de su propiedad, pero localizado en Vitacura, para ubicar 562 viviendas "sociales", de 60 a 70 mts. cuadrados, distribuidas en nueve edificios de altura. Vitacura se endeudó por $ 10 mil millones para evitar que lo "social" se ubicará allí.
Considerando ello, dinero incluido, el municipio de Las Condes propone ubicar lo "social" en 84 departamentos, de 60 mts. cuadrados, en un edificio de altura de 15 pisos en una zona (Rotonda Atenas) poblada de edificios de la misma altura y departamentos de dimensiones similares.
Esta vez son los/las vecinos/as quienes se activan y surgen las críticas, a favor y en contra, de ubicar "lo social" en ese lugar, con esos vecinos, con esa plusvalía, con ese estándar ("Nunca van a entrar al Villa María", comenta una vecina). La controversia escala y adquiere proporciones urbanas, que giran en torno a la noción/necesidad de la integración en la ciudad y a la pertinencia, o no, de que la distribución de lo "social", sirva para evitar la segregación
Pero el fulgor de las discusiones acerca de la ubicación urbana de lo "social" y de sus efectos en la ciudad, opaca un hecho igualmente relevante: que ya nos es natural que lo "social" se ubique, arquitectónicamente, en un edificio de altura. De hecho, nadie lo discute, ni nadie lo cuestiona. Esto es llamativo, pues indica un cambio, un riesgo y una oportunidad. El cambio es respecto al uso de la forma arquitectónica, que obedece a que la misma a "aprendido" cosas con el tiempo.
Originalmente, los edificios de altura fueron pensados para optimizar el uso de paños de alto precio y fueron utilizados exclusivamente como edificios de oficinas. Administrar grandes flujos de personas les permitió aprender acerca de la circulación masiva y adaptar sus modernos ascensores. No pasó mucho tiempo para que también fueran utilizados como espacios industriales, en especial por la industria textil. El trágico incendio de la fábrica de camisas Triangle, les obligó a aprender nuevas lecciones, esta vez acerca de la necesidad de evitar usos inflamables, de ascensores más seguros y de escaleras de emergencia.
Los aprendizajes anteriores colaboraron para que Le Corbuisier e Hilberseimer proyectaran la planificación de ciudades enteras pobladas por edificios residenciales de altura, cosa que se haría realidad varias décadas después, globalmente, y sin planificación. Hoy, como vemos, es natural pensar en ellos como espacios residenciales y es donde está el riesgo.
Los edificios residenciales son conjuntos altamente complejos, que tienen muchas formas de fallar y, por tanto, muchos aspectos a tener en cuenta. Por un lado está su gobernanza social, pues en cada uno de ellos habita una comunidad que debe aprender y definir un habitar colectivo. Por otro, su gobernanza técnica, pues su funcionamiento requiere de prácticas de mantenimiento y cuidado de sistemas que proveen agua, gas, electricidad, movilidad, entre otros. Los riesgos se resuelven, por así decirlo, "dentro" del edificio y responden aprendizajes internos. Pero la proliferación de edificios en algunas comunas, escalan estos riesgos hacia la ciudad, pudiendo afectar la gobernanza social y técnica de la misma. Esto es independiente de que ubiquemos los "social" allí o no.
Pero también contienen una oportunidad. Cuando discutimos los edificios residenciales como instrumentos de integración social, más allá de su ubicación, aparecen aspectos como el tamaño de los departamentos, el número de dormitorios y baños, entre otros, que son mayores que en otras "soluciones sociales". Entonces cabe preguntarse si la Integración Social que se clama tiene que ver (solo) con una mejor ubicación dentro de una ciudad ya segregada o con definir estándares óptimos (no mínimos) para el habitar residencial en nuestras ciudades.
Creo que la oportunidad que nos ofrece esta controversia se relaciona con lo segundo, no con buscar/aceptar una mejor ubicación para las viviendas "sociales", sino con discutir cuáles son los parámetros del habitar óptimo que nos queremos fijar como sociedad y en qué medida los edificios en altura son el instrumento adecuado para ello.
Jorge E. Vergara Vidal es sociólogo y Doctor en Sociología. Investigador Post Doctoral del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile