En la cordillera de la región del Biobío vive el volcán Antuco, que es uno de los protagonistas del turismo cordillerano de la zona. Y no es para menos: en la medida que uno se va acercando, el cono casi perfecto del volcán comienza a dominar su entorno y, al cubrir a la Sierra Velluda en algunos sectores, recordando de a poco a la montaña solitaria donde vivía Smaug en El Hobbit.
Pero el Antuco está lejos de ser una montaña solitaria en realidad, y tiene una tremenda historia que conocer. Una que se remonta a momentos donde estábamos llenos de hielo, y que no comienza con él, sino que con el volcán Sierra Velluda, que está al lado. Es esta Sierra de forma tan llena de puntas, y que los andinistas encuentran bastante difícil de subir, la primera zona a través de la cual comenzó a salir magma allá, hace más de 500 mil años. La Sierra Velluda comenzó a crecer, y se mantuvo activo. Sus erupciones estaban alimentadas por el magma típico de los Andes de hoy en día: el llamado andesítico, que es más viscoso que el de los volcanes de Hawaii, pero no tan viscoso como el de un volcán como el Chaitén. Este magma puede generar erupciones muy explosivas, y también llevar a algunas corrientes de lava que se mueven muy, muy lento. La Sierra Velluda estuvo creciendo como volcán por varios cientos de miles de años, y ya hace unos 300 mil años se detuvo. Hoy es un volcán extinto.
Pero el magma siempre quiere subir, y al costado de ella comenzó a crecer el Antuco, hace cerca de 150 mil años. En la primera parte de su vida este volcán tuvo erupciones que involucraron muchos tipos de magma y, por ende, variados tipos de erupciones. El Antuco en esa época era un volcán muy versátil. Pero luego vino una glaciación, y toda la zona quedó cubierta por hielo. Esto le añadió una carga al mismo edificio volcánico. Con el tiempo, y cuando los glaciares desaparecieron relativamente rápido, algo extraordinario ocurrió en el volcán: colapsó.
El magma que estaba alimentando al volcán comenzó a calentar al agua que estaba contenida dentro de su cono. Esto puede parecer inocuo, pero la verdad es que no lo es. Si no me creen, pregúntenle a los turistas que estaban cerca del Monte Ontake, en Japón, el año 2014. Ese volcán se estaba mostrando bastante calmo después de algunas erupciones los años anteriores, y además es un foco turístico del país. Así que no era sorpresa para nadie que hubiera muchos turistas caminando hacia su cima el 27 de Septiembre del 2014. Ese día, el agua que estaba dentro del volcán quizo salir muy rápidamente, dada la presión a la que estaba sometida, y sin dar mucho aviso, rompió parte de la roca que la estaba confiando, generando una erupción freática, que tuvo flujos piroclásticos no tan calientes ni tan rápidos, pero que aún así llevaron a la muerte de más de 60 personas.
Un caso más terrible ocurrió con el Monte Bandai, nuevamente en Japón, en 1888. Esa vez la altisima presión a la que estaban siendo sometidas el agua y los gases volcánicos dentro del volcán fueron tan grandes que "debilitaron" mucho la estabilidad del cono volcánico y, cuando ocurrió un terremoto de magnitud 5 cerca, provocaron el colapso de todo un flanco del volcán. La erupción fue inmensa, y generó la muerte de más de 450 personas que vivían cerca. El Bandai no volvió a ser el mismo. Mírenlo ustedes, y dense cuenta qué parte le falta al volcán.
Volviendo al Antuco, hace 6.500 años tuvo una erupción parecida a la del Bandai, donde la mayor parte de su cono de la época colapsó. Fue de tal magnitud el colapso que hay cerros cercanos a él formados en parte por la avalancha volcánica, y se han visto depósitos de este colapso a unos 20 km rio abajo del valle del Laja. Aquí los vemos en gris, saliendo desde el volcán.
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Imagen satelital cortesía de Hugo Moreno[/caption]
Pero además esto generó otro problema, esta vez con el Lago del Laja, que rodea a parte del volcán. Ocurre que durante miles de años los ríos de lava del Antuco fueron de a poco tapando la salida del Río Laja, lo que ayudó a generar el Lago. Pues bien, este tremendo colapso del volcán llevó a que la cantidad de agua en el lago aumentara casi 10 veces y subiera su nivel en unos 200 metros. Tal como lo leen, ¡200 metros!. Y, de acuerdo a los trabajo presentados por Hugo Moreno, del Sernageomin, y sus colegas, en la revista Journal of Volcanology and Geothermal Research y en el XV Congreso Geológico Nacional en 2018, esta enorme cantidad de agua comenzó a entrar dentro del volcán, lo que llevó a más erupciones, gracias a que entraron en contacto con el magma que alimentaba al Antuco.
Llegó un momento después cuando el tapón que creó el volcán no soportó más, y se generó un mega aluvión, que llegó hasta el océano Pacífico a través de los ríos de la zona. Los depósitos de este aluvión aún se encuentran en la depresión intermedia de la región del Biobío, y los podemos ver en la siguiente foto en un púrpura oscuro. ¡Estamos hablando de una zona de más de 140 km de norte a sur! Simplemente impresionante. De acuerdo al mismo Hugo Moreno, que ha estudiado este tema en extenso y que presentó esta evidencia con su trabajo "The most catastrophic Late Holocene geologic process in Central-South Chile: the Antuco volcanic debris avalanche-induced Laja Lake flooding, 37.4° S", este es el aluvión más grande que jamás se ha visto debido a la acción directa o indirecta de un volcán, al menos en Chile.
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Imagen satelital cortesía de Hugo Moreno[/caption]
Después de su colapso, el Antuco comenzó una nueva fase de su vida. Una más calmada, donde estuvo alimentado por magmas poco viscosos, que suelen llevar a erupciones poco explosivas. Así, comenzó a crear su nuevo cono sobre las bases que quedaron del volcán antiguo. El Antuco 2, que vemos ahora, no es tan versátil como su antepasado, ni tampoco ha tenido un colapso tan grande. Sin embargo, los lahares que podrían generarse sí son un potencial peligro para quienes viven cerca. El Antuco hoy está en el lugar 13 del ranking del Sernageomin, y si bien no hay indicios de que el volcán vaya a hacer algo como lo que les conté acá esta historia nos recuerda que nunca podemos olvidarnos de lo que nuestros volcanes han hecho antes. Aunque sea para tenerlo en la cabeza solamente. Y acá tampoco podemos olvidarnos de todos los científicos que, con su gran trabajo, han ayudado a que tengamos un mejor entendimiento de nuestra historia geológica.
Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y además profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.