En los meses que llevamos de este 2018 (al que le falta poco para terminar) no hemos tenido aún un terremoto de magnitud mayor a 8 de no mucha profundidad. No hemos tenido aún uno de esos eventos que generan grandes tsunamis, que ponen a prueba la preparación de los países frente a este tipo de fenómenos naturales. Pero sí tuvimos uno que llevó a la muerte de más de 2000 personas. Un terremoto extraño, de magnitud Mw 7.5, que trajo consigo un tsunami aún más peculiar, y que nos pone a pensar mucho acerca de si podemos tener este tipo de eventos en otros lugares, como por ejemplo en Chile. Revisemos la tragedia de Palu, Indonesia, para no olvidar, y prepararnos mejor.
Como ya vimos en una columna anterior en Septiembre un terremoto afectó la turística zona de Palu, en Indonesia, uno de los países más sísmicos del mundo. El terremoto no fue de esos típicos donde se generan tsunamis, que provocan el levantamiento del suelo marino, perturbando así el océano y generando las olas que más tarde atacan la costa. No, este terremoto es uno de esos que, si lo miramos "a la rápida" no debió de haber generado un tsunami. Sin embargo, todos vimos las terribles imágenes que venían desde Palu, que a varios nos dejaron con una gran sensación de angustia.
https://youtu.be/mOEfs2Foh7E?t=10
La verdad es que, hasta el día de hoy, nadie sabe con 100% de certeza qué causó todas las olas que compusieron el tsunami o los tsunamis de Palu. Esto va en parte porque hay una zona de la ruptura del terremoto que no ha sido muy bien entendida, y que podría haber generado alguna ola. Hoy, la hipótesis favorita de los científicos es que hubo una secuencia importante de derrumbes submarinos, que habrían generado varias olas. Además, hoy sabemos que hubo derrumbes de laderas de varios cerros, que generaron más olas aún. Ellas podrían haber viajado hasta Palu. Así, en realidad vale más la pena hablar de muchos tsunamis, y no sólo uno. Este video muestra el nacimiento de uno de ellos:
https://youtu.be/61ItBglP-YM
Pero aún así esto siguió siendo extraño. Y aunque, desgraciadamente, nadie tiene toda la información de lo que ocurrió ese día, algunos videos y relatos nos cuentan detalles impresionantes. Uno es que las primeras olas del tsunami llegaron a la costa de Palu alrededor de un minuto y medio después del terremoto. ¿Se acuerdan que hemos escuchado muchas veces que los grandes terremotos en Chile provocan tsunamis cuyas olas demoran al menos unos 15 minutos en llegar a la costa? Aquí fue un minuto y medio, lo que ni siquiera dio tiempo de activar alguna alerta de tsunami. Y peor aún, las olas vinieron desde un lugar inesperado. Normalmente uno tiene la idea de que, para huir de un potencial tsunami, hay que correr hacia tierras altas de la manera más directa posible, que es usualmente con la espalda apuntando hacia la costa. En Palu las primeras olas vinieron "de lado", de modo que tomó a muchos que estaban huyendo desde un lado inesperado, produciendo muchas muertes.
Esta ola llegó primero debido a un efecto que produjo la forma del fondo marino. Ocurre que una ola se forma por una perturbación en el agua, pero el como ella llega a la costa depende sobre todo de la geometría del fondo del mar. Y la costa de Palu, con su forma muy parecida a una bañera, tiene estas peculiaridades, que hicieron que este tsunami de corta duración fuera muy violento. Esta simulación, compartida por Matías Carvajal (investigador del Núcleo Milenio CYCLO) y sus colegas, lo muestra de forma impresionante. Simplemente vean como llega la ola hacia la costa, y de pronto una parte del costado se acelera, llegando primero, contra la intuición que uno tendría:
https://youtu.be/m7ZtPxlXQVM
Todos estos aspectos armaron un escenario letal para Palu, y pone un llamado de alerta tremendamente importante: no todos los tsunamis se generan como siempre los imaginamos, y hay que mejorar la forma en que nos preparamos. En ese sentido, la preparación de conductas de respuesta junto a expertos y autoridades se vuelve cada vez más importante. En zonas con costas extrañas, como es la patagonia chilena con sus fiordos, los tsunamis pueden ocurrir de maneras que no siempre anticipamos. Sin ir más lejos, no podemos olvidar que el año 2007 hubo una crisis sísmica cerca de Aysén, que llevó a un tsunami producido por un desprendimiento de una parte de un cerro. Ocho personas fallecieron.
Ante esto, ¿qué hacer? Pues seguir avanzando, ¡claro está! Necesitamos apoyar la investigación en todo aquel fenómeno que pueda llevar a algún tsunami, así como estudiar (simulando y con trabajo en terreno) la dinámica de nuestros maremotos. Lo bueno es que ya hay un montón hecho, pero debemos avanzar mucho más. En el intertanto se debe también trabajar mucho más con las autoridades, para así poder generar cambios fundamentales en la forma en que planificamos el desarrollo de nuestras ciudades y pueblos costeros. Este es uno de estos temas donde el mercado no puede mandar todo.
Y finalmente, debemos aprender la principal lección que nos dejó el caso dramático de Palu: la importancia de la auto-evacuación. Que apenas sintamos un sismo fuerte en zona costera, nuestro plan de emergencia debe ser ejecutado sin necesariamente esperar la alerta oficial. A toda marcha, y sabiendo muy bien que hacer. Sin olvidar que este "saber muy bien que hacer" se debe entrenar antes, en colaboración con todas las autoridades pertinentes, para que así podamos crear lazos de confianza fuertes, y aprendamos la mejor forma de resolver los problemas. Es tremendamente relevante, y debemos hacerlo ahora.
Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y además profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.