Islandia es una tierra de volcanes y muchos glaciares. De "fuego y hielo", como ellos mismos dicen. Al estar ubicada en el límite donde las placas norteamericana y euroasiática se van alejando entre si, constantemente se está generando un espacio para que el magma ascienda desde las profundidades de nuestro planeta, lo que naturalmente lleva a una gran cantidad de volcanes y energía geotérmica. De hecho, en Islandia esta energía es la más usada para calefaccionar las casas.
Como podrán imaginar, en Islandia hay hielo. Mucho hielo. Y los volcanes se encuentran usualmente debajo de glaciares, por lo que muchas veces no se les puede ver su cráter desde la superficie y sólo vemos un glaciar. El inconveniente es que al hacer erupción, el magma caliente interactúa con estas grandes masas de hielo y se generan erupciones más explosivas de las habituales. De manera simple, la cantidad de hielo que hay por encima del magma ayuda a que éste se rompa, como cuando uno pone un vaso de vidrio muy caliente en hielo. Esta ruptura pulveriza el magma, generando grandes explosiones de ceniza volcánica. Además, producto del derretimiento del hielo se forman lahares, y un fenómeno que se conoce como "Jökulhlaulp", donde se produce un gran desprendimiento de trozos de glaciares y grandes flujos de agua con material volcánico producto del contacto del hielo con el magma. Este último suele darse con erupciones subglaciales, como una que se tomó las noticias el 2010: la del Eyjafjallajökull (en la foto, con restos de un Jökulhlaulp en sus faldeos).
El Eyjafjallajökull, o volcán del nombre impronunciable, está ubicado en la parte sur de Islandia, no lejos de la carretera. Su nombre, que generó muchos problemas a casi todos los lectores y reporteros de noticias del mundo el 2010, se puede traducir como "El glaciar en las montañas junto a las Islas" Antes de 2010 era un volcán que en tiempos históricos había hecho erupciones no tan grandes en 1821 y 1612. No era uno de los volcanes más activos de Islandia. Su vecino, el Katla, sí lo es. Hubo varios enjambres sísmicos en este volcán desde 1992, pero nada ocurrió, al menos hasta marzo de 2010. Allí, los sismos comenzaron a ocurrir cada vez más cerca de un flanco del volcán, indicando que un volumen importante de magma estaba llegando a la superficie. En efecto, hubo una erupción efusiva y poco explosiva a través de un flanco, que puede apreciar en la siguiente foto.
Eso cambió pocas semanas después. La sismicidad continuó en el Eyjafjallajökull. De hecho, al ver la localización de los sismos durante 2009 y 2010 se puede ver una tremenda diferencia (imagen alterada de Guðrún Larsen y colegas, en el reporte de la erupción de la Universidad de Islandia). Fue antes en la noche del 13 al 14 de abril que la ubicación de la mayoría de los sismos cayó en la cima del volcán, indicando que una erupción mayor era inminente. Al mismo tiempo, la sismicidad indicaba que es bastante probable que dos fuentes de magma alimentaran al Eyjafjallajökull: una dio origen a la erupción fisural, y otro magma, más viscoso, dio origen a la erupción mayor.
La oficina metereológica de Islandia dio el aviso,y en Inglaterra simularon posibles escenarios de dispersión de cenizas debido a una erupción. Esto puso la alerta en los vuelos de Europa, ya que la ceniza volcánica tiene un gran poder destructivo en una turbina de avión, lo que puede llevar a serios accidentes. Una vez que se vio lo explosiva que fue la erupción, el modelo usado predijo que una parte de Europa recibiría la ceniza, ya que las condiciones metereológicas lo permitían. Después se vio que la fracción de la ceniza que llegó a Europa fue pequeña, pero suficiente como para tomar precauciones y cancelar vuelos.
Llegó el caos. Miles de vuelos fueron cancelados, generando la mayor interrupción aeronáutica de la historia en Europa. Las pérdidas económicas fueron tremendas. Se llegó a estimar que eran del orden de más de mil millones de Euros. La erupción duró más de un mes. Y en un mundo tan conectado como el nuestro, dejó en evidencia lo frágil que se puede ser frente a un evento volcánico que afortunadamente, no mató a nadie. La siguiente imagen (adaptada del trabajo de Guðmundsson y colegas, 2012) muestra en café oscuro los lugares donde se logró medir ceniza volcánica en la atmósfera, junto al tráfico típico de un día en Europa, donde cada avión marca un vuelo real: no hay duda que, pese a que el volumen de tefra que llegó a Europa fue muy chico, el impacto fue tremendo. ¡Y en países desarrollados!
El Eyjafjallajökull se convirtió en una especie de celebridad después de esta crisis. De hecho, al llegar a Islandia el merchandising incluye poleras, gorros, tazones, y un largo etcétera. Hay incluso videos tutoriales de cómo pronunciar su nombre correctamente. Así de grande fue su impacto. Uno que dejó en claro que el monitoreo permanente junto a la investigación multidisciplinaria puede ayudar a salvar vidas, como ocurrió esa vez.
Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y además profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.