El 22 de abril del 2015, a las 15:11 horas, los especialistas del Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur vieron cómo se comenzaba a registrar un enjambre de sismos en el volcán Calbuco. Fueron 140 sismos de ruptura de roca en dos horas. Para un volcán que había tenido sólo 57 sismos durante marzo del mismo año, el enjambre resultaba preocupante. A las 17:30 dieron aviso de lo ocurrido, mencionando que el enjambre seguía su evolución. Mantuvieron la alerta verde. A las 17:50 todos pudieron ver cómo el Calbuco entraba en erupción. Una erupción que se unió a la del Chaitén y el Cordón Caulle como una de las tres más explosivas de los últimos 20 años en todo Chile. La erupción se compuso de tres grandes pulsos, siendo los dos primeros los más grande, y generó flujos piroclásticos que arrasaron (y rellenaron con material volcánico) valles de ríos cercanos al volcán.
Pero, ¿no es que se supone que los volcanes dan avisos antes de comenzar con una erupción? ¿qué pasó? ¿falló el monitoreo? Nada de eso. La erupción del Calbuco fue bastante peculiar. Una que pone a prueba mucho de lo que sabemos sobre erupciones volcánicas.
Partamos por lo obvio: ¿por qué tan poco tiempo de alerta? ¿No se supone que los volcanes dan avisos con bastante tiempo de anticipación? Y es cierto, la mayoría de los volcanes en el mundo dan señales que algo está ocurriendo. Analizando a posteriori, uno puede ver leves señales antes de la erupción del Calbuco. Un año antes hubo un sismo que rompió la roca debajo del volcán, y en los tres meses antes de la erupción hubo un leve, muy leve, aumento en la sismicidad tipo Volcano-Tectónica, que indicaba que se estaban generando pequeñas rupturas debajo del volcán. La siguiente foto muestra la cantidad de sismos de este tipo desde julio de 2014 hasta agosto de 2015, con los niveles de alerta volcánica marcados.
Fíjense bien, ¿ven ese mínimo aumento en la cantidad de sismos meses antes del comienzo de la erupción? Eso fue todo lo que mostró el Calbuco. Un aumento en la tasa de sismicidad tal que había apenas dos sismos por día. Más aún, de muy baja energía (magnitudes menores a M 1.5). Esos sismos pasan a diario en muchos volcanes activos, y no indican nada más salvo que el volcán está "vivo". Y es que esto es como la fiebre: ella por sí sola indica un estado alterado del cuerpo (mayor temperatura interna), pero no necesariamente indica que hay algo preocupante. Por lo mismo, así como un médico se preocupa cuando la fiebre es sostenida durante un tiempo relevante, los vulcanólogos y sismólogos volcánicos se preocupan cuando el enjambre se mantiene, o cuando evoluciona de forma preocupante. Dos sismos pequeños por día no arman un enjambre preocupante, y por lo mismo la alerta del volcán se mantuvo en Verde.
Incluso después del enjambre de 140 sismos, pese a que instaló la preocupación, se procedió como siempre: estudiar su evolución, porque seguramente habría algo de tiempo antes de una potencial erupción. Mal que mal, el magma de los volcanes chilenos es viscoso, y al ascender y crear nuevos conductos debe romper la roca, generando estos enjambres. Por lo mismo, y como su ascenso no suele ser muy rápido, los sismos se dejan sentir días, semanas, o meses antes incluso.
Un modelo de la erupción fue propuesto por Angelo Castruccio, de la Universidad de Chile y el Centro de Excelencia de Geotermia de los Andes, y sus colegas. Al analizar las rocas y ceniza erupcionada por el Calbuco durante sus pulsos, se dieron cuenta que el magma, si bien viscoso, no lo era tanto como otros. Era basáltico-andesítico, que es de los magmas que suelen producir explosiones menores y ríos de lava más bien fluidos, como los del Llaima. Para que el volcán pudiera producir esas tremendas explosiones, entonces el magma tuvo que haber contenido una cantidad enorme de gas dentro, sin soltarlo. Esta concentración de gas ayuda a que el magma ascienda más rápido, pero necesita tener un espacio para subir. Los autores del estudio plantearon la hipótesis de que el conducto que usó el Calbuco pudo haber sido el mismo usado en su erupción de 1961, que se bloqueó en la parte superior.
Pero, ¿por qué el volcán acumuló tanta presión interna? Una idea viene de un sismo que ocurrió un año antes de la erupción. Dada su profundidad, pudo haber indicado que un cuerpo de magma estaba buscando alimentar al Calbuco. Este magma pudo haberse mezclado con el aún presente en la cámara, aumentando tremendamente su presión interna. Otra idea es que el magma pudo haber "evolucionado" durante su tiempo almacenado y adquiriendo nuevas burbujas de gas. Cualquiera de las dos, la presión interna del magma era tremenda. La gran cantidad de gas, sumado a un posible conducto ya abierto antes, habría movilizado al magma a una velocidad muy alta, por lo que este no alcanzó a perder gas. Una vez arriba, la presión simplemente fue mucha, y comenzó la erupción. La diferencia de presión entre lo que llevaba y la de la superficie, sumado a un súbito enfriamiento al conseguir salir, llevó a que el magma simplemente se rompiera en muchos pedazos muy pequeños. Eso generó tremendas nubes de "ceniza volcánica", que en realidad está formada de roca, cristales, y minerales, trozados muy pero muy finamente.
La erupción generó dos grandes pulsos eruptivos. El primero duró una hora y media, con una columna de tefra de unos 15 km de altura, además de pequeños flujos piroclásticos, y lahares. El segundo pulso comenzó en la madrugada, generó los flujos piroclásticos más grandes del proceso, y más lahares. Los flujos bajaron por los valles de ríos cercanos, destruyendo todo a su paso, y rellenando estos valles con depósitos volcánicos. Este pulso, tremendo por si sólo, generó una de las tormentas sucias mejor captadas en una cámara, lo que le valió al fotógrafo chileno Francisco Negroni varios premios internacionales por la siguiente foto.
Los lahares destruyeron algunas casas y dañaron varias instalaciones pesqueras. Hubo colapsos de techos por acumulación de tefra, y depósitos volcánicos bloquearon los caminos principales hasta unos 25 km al Noreste del volcán. La ceniza volcánica producida por los dos pulsos mayores llegó a varias partes del sur de Argentina, pero el viento que había ese día la llevó para el Norte, y Pucón, a 240 km al norte, no vio el día hasta pasadas las 12 pm el 23 de abril. Oscuridad total desde las 6 am hasta las 12 pm. El pueblo que más sufrió el impacto de la erupción fue Ensenada, que está ubicado a menos de 15 km al Noreste del volcán, y fue simplemente cubierto por los depósitos volcánicos. Demás está decir que los habitantes se fueron durante un tiempo. Hoy el pueblo está en un estado muy parecido al que tenía antes de la erupción, pero varios se fueron para no volver.
La mayor parte de la crisis volcánica duró 24 horas. Después de eso el volcán quedó en un estado alterado, y tuvo un tercer pulso eruptivo el 30 de abril, pero fue bastante más pequeño que los dos que ocurrieron antes. El Calbuco tuvo su día de furia ese 22 de abril, y lo sorpresivo de su despertar nos debe recordar que los volcanes son sistemas bastante complejos, por lo que debemos llevar adelante muchas investigaciones respecto a ellos para así poder entenderlos mejor. De esa forma, podremos anticipar de mejor forma las crisis.