En las últimas semanas el volcán Villarrica, ubicado en la región de la Araucanía, ha hecho noticia por su actividad. Los titulares han sido generosos en adjetivos, en gran parte debido a que se trata del volcán con riesgo específico más alto en Chile, y el que cuyas erupciones han llevado al mayor número de fallecidos en la historia del país. Esto no ha sido realmente por el volcán mismo, sino más bien por cuan expuestos están los pueblos y localidades que viven en torno a él. ¿Qué pasó, entonces, con este volcán, y por qué debería importarnos?
Una de las postales de Chile hacia el exterior es la playa grande Pucón, con el simétrico cono que es el volcán Villarrica de fondo. Esa imagen evoca a un paisaje eterno, donde el volcán corona una belleza natural de nivel mundial. Pero es eso: un paisaje, estático, permanente. Uno donde el volcán es un adorno, y no un protagonista. Y el Villarrica no es alguien a quien le guste andar jugando en el segundo plano. No, él está siempre para ser actor principal. Antes muerto que sencillo. Y así lo ha demostrado en su historia eruptiva. Las últimas veces que ha rugido, este volcán ha gustado de erupcionar lava no muy viscosa. Por lo mismo, sus erupciones han sólido ser poco explosivas - con nubes de ceniza no muy grandes - pero con las llamadas fuentes de lava, donde ha lanzado roca fundida a cientos de metros de altura. Todo este material incandescente después ha caído sobre la gran cantidad de hielo y nieve que suele tener el Villarrica, derritiendo una gran cantidad de este. Esto lleva a grandes flujos de agua que bajan los los valles naturales que ocupan los ríos que nacen en el volcán, y que arrastran todo lo que encuentren a su paso: rocas de más de un metro de diámetro, sedimentos, árboles enteros, lo que sea que esté en el camino. Fue un lahar de su erupción de 1964 el que destruyó la mitad de Coñaripe, lo que llevó a que este pueblo tuviera que moverse un poco más al sur. Y son estos lahares los que, si nos encuentran en un mal lugar, se llevan nuestras vidas. Hay muchísimos relatos que narran como "el volcán se llevó a gente", ya que la fuerza de estos aluviones volcánicos es inusitada. Ustedes quizás dirán que estoy exagerando, pero vean este, producido por una erupción del volcán Semeru, en Indonesia, y fíjense como se toma todo el lecho de un (casi seco) estero.
https://www.youtube.com/watch?v=bt05FIIZPgM
Y la verdad es que el volcán Villarrica ha tenido lahares por muchos lados alrededor de él. Acá hay varios de los de las últimas dos grandes erupciones del volcán en una foto satelital del Sernageomin: en 1964 (rojo) y en 1971 (morado). ¿El problema más grande hoy? Que ya van casi 50 años desde 1971, por lo que hemos olvidado mucho acerca de que puede hacer el Villarrica.
Olvidar es peligroso, porque de a poco hemos empezado a construir casas, negocios, y centros de turismo en el paso de antiguos lahares. Y hemos tenido suerte de que sus últimas erupciones han sido suaves, pese a que la del 2015 igual generó lahares que destruyeron parte del centro de las Cuevas Volcánicas. Incluso varios investigadores han especulado que, si el volcán hubiese tenido más hielo en su cubierta ese día, y si la erupción hubiese sido algo más vigorosa, un lahar podría haber llegado al centro de Pucón.
Después de su erupción del 2015 el volcán lentamente volvió a su estado más normal que le hemos conocido estas últimas décadas. Su conducto está abierto, y tiene un lago de lava en su interior. El nivel de este lago suele estar bastante cerca de la superficie, aunque sube y baja según su propia dinámica. Además, como el magma está lleno de gases, suele tener explosiones leves. Ellas hacen vibrar todo el volcán, y esas señales se pueden capturar con un sismógrafo. Además, el movimiento constante del magma en el conducto genera una vibración constante extra, algo así como un "ronroneo" del volcán. Y desde la última vez que el Villarrica estuvo en alerta amarilla, el Sernageomin estableció la recomendación de no acercarse a menos de 500 metros del cráter, por precaución. Esa recomendación claramente no ha sido tomada muy en cuenta, y las ascensiones al cráter siguen, aunque ahora hay más precauciones que antes.
Pero estas últimas semanas hubo algunos cambios en el Villarrica. El lago de lava ha estado más cerca de la superficie. Esto ha llevado a que las personas vean una incandescencia muy marcada en el volcán, e incluso desde p.o.v.i., en Pucón, han visto proyectiles que salen cráter del volcán. Por otra parte, esta actividad tan cercana a la superficie hace que los mismos sismos que genera el Villarrica cambien. El Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur, que depende del Sernageomin, notó ese cambio, y reportó que, si bien el volcán había cambiado su actividad un poco, estos cambios no eran tan importantes, por lo que decidió mantener la alerta verde para el Villarrica. Eso sí, enfatizando la recomendación de no acercarse a menos de 500 m del cráter. Eso, por los proyectiles.
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Foto: Sernageomin, vía Twitter[/caption]
Ocurre que parte de las paredes del cráter cayeron hacia adentro del conducto del volcán, lo que generó explosiones más grandes en el lago de lava. Como esta lava es roca fundida, entonces al salir volando trozos de ella, esos trozos se van enfriando, y terminan siendo trozos que se mueven bastante rápido. El Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur estimó tras un sobrevuelo que estos proyectiles podrían haber alcanzado velocidades del orden de 150 a 200 km/h. Algunos de los trozos de roca eran tan grandes como un puño. Y quizás ustedes estarían tentados de decir "ya, pero eso es chico, y le puedo hacer el quite". ¿Han recibido alguna vez un pelotazo a 150 km/h? A mi me tocó una vez recibir un golpe en la cara a unos 100 km/h, pero con una pelota de tenis. Obviamente dolió, y tuve que parar un rato. Si ese golpe me lo daba una roca del porte de la pelota de tenis, posiblemente no estaría escribiendo ahora. Y si ese golpe lo recibía arriba en la montaña, lejos de cualquier tipo de atención médica, seguramente no podría estar escribiendo hoy.
Todo esto no es para generar pánico, sino más bien para ayudar a concientizar respecto a lo que puede hacer un volcán. En esa línea, personal del Sernageomin se ha reunido con diversas autoridades y miembros de la comunidad que vive en torno al volcán, para establecer planes de emergencia, en caso de que sean necesarios. ¿Y el Villarrica? pues comenzó a calmarse un poco en el último fin de semana de Julio, porque él es así: un volcán con una dinámica propia y compleja, que impone sus términos. Nosotros simplemente tenemos que aprender a vivir con él, y asegurarnos de que la forma en la crecemos y nos desarrollamos no olvide lo que nos puede hacer. Esto lleva a que tenemos que pensar un poco más sobre qué emprendimientos tomamos, como los ejecutamos, y que podemos hacer con ellos cuando el volcán se altera. Es un desafío, pero uno que vale la pena perseguir, sobre todo en la zona lacustre de la Araucanía.
Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y además profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.