El nuevo ‘hogar’ de los líderes del crimen organizado que operan en Chile. Este es el objetivo de la nueva cárcel de máxima seguridad que anunció el Presidente Gabriel Boric, que debiese estar lista antes de que termine su gobierno, en 2026.
En el primer anuncio de esta polémica construcción, todavía no se había elegido la zona en la que se levantaría la infraestructura. No obstante, días después, el ministro de Justicia, Luis Cordero, confirmó que la comuna de Santiago fue establecida como la mejor opción.
Y es que existe un amplio terreno disponible entre Santiago 1 y las oficinas de Gendarmería, lo que permitiría tener una especie de “barrio penitenciario” para concentrar la vigilancia en un solo sector.
Pero, ¿cómo deberían ser los planes de esta nueva cárcel que albergará a peligrosos delincuentes? ¿De qué manera podría afectar a los vecinos de la comuna? Este es el análisis de un experto.
Qué elementos debería tener la nueva cárcel de máxima seguridad en Santiago
Desde el Gobierno explicaron que el modelo que seguirá esta nueva cárcel para reos de alto riesgo será del estilo europeo, el mismo que implementaron en el Recinto Especial Penitenciario de Alta Seguridad (Repas).
Esta última prisión fue recientemente remodelada con mejor tecnología para evitar la fuga de criminales peligrosos, no obstante, en 2023, se registró un motín policial y, además, un juez le permitió a cuatro prisioneros —dos de ellos, miembros del Tren de Aragua— comunicarse con sus familiares en el exterior.
“El Repas lamentablemente no dio el ancho, por lo tanto la nueva cárcel de alta seguridad debe dar las garantías de que sus prisioneros no puedan seguir delinquiendo”, le dice a La Tercera Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura y Arte de la Universidad del Desarrollo.
Y es que no se trata de cualquier prisionero, sino que “son los más peligrosos no solo de Chile, sino del continente, porque son líderes de bandas como el Tren de Aragua, Los Pulpos, etc.”.
Es por esto que el académico resaltó la importancia de que el nuevo diseño tenga “una materialidad que impida el vandalismo, que no se pueda utilizar elementos sanitarios o las camas, por ejemplo, como elementos para hacer una revuelta”.
“Por otro lado, tener muros y barreras de seguridad que impidan no solamente que se hagan túneles o fugas, sino también una serie de perímetros de seguridad. Y, lo más importante, inhibidores de señal de seguridad”, para evitar que los prisioneros puedan utilizar teléfonos móviles, si es que llegaran a ingresar alguno.
Además, sobre las eventuales visitas que pudieran recibir, “que sea a través de locutorios con cámaras y micrófonos, y no un contacto directo donde se puedan intercambiar elementos prohibidos”.
Cómo la cárcel de máxima seguridad en Santiago podría afectar a los vecinos
La alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, fue una de las primeras detractoras de la construcción de la cárcel de máxima seguridad en su comuna. Y es que la zona ya cuenta con el mayor complejo carcelario de Chile, por lo que un nuevo recinto “podría causar un daño irreparable a la comuna”.
Además, la edil agregó que el proyecto debiese ser construído fuera de los núcleos urbanos, porque “así lo han dicho los expertos urbanistas, que las cárceles no deben construirse en lugares que concentran la mayor población y que son espacios centrales para nuestra ciudad”.
El arquitecto y decano, Allard, le dice a LT que “hay un dilema, porque si bien desde el punto de vista operativo hace toda lógica que esta nueva cárcel de seguridad esté asociada a Santiago 1, el problema está en que este es un barrio donde hoy ya no se cumplen las condiciones mínimas de seguridad para los vecinos”.
El experto apuntó a que Gendarmería y Carabineros tienen “bastante restringido su campo de acción” y que, alrededor de Santiago 1, se ven irregularidades, como ‘los peloteros’, que son “secuaces de los líderes de las bandas que, a través de la pared, tiran teléfonos celulares y armas, entre otros elementos, para que los puedan usar al interior de la cárcel”.
Además, la presencia de un recinto penitenciario más, podría afectar el valor de las propiedades que se encuentran cerca. Para Allard, “en su mayoría, esa minusvalía ya fue internalizada en el entorno del penal Santiago 1. Pero lo que sí va a generar, es un desincentivo a los planes de regeneración urbana y repoblamiento del sector”.
“Esta creo que es la principal contradicción del gobierno, que por dar una señal, a mi parecer, improvisada e insuficiente, termina por dilapidar décadas de inversión pública orientada a regenerar un sector antiguamente estigmatizado como ‘la costanera de los pobres’”.
El arquitecto recuerda el Parque Víctor Jara o la línea 6 del Metro de Santiago, entre otras obras relevantes, que habían “detonado” nuevos proyectos de vivienda de la comuna y que podrían “vivir un retroceso irremediable si se vuelve a estigmatizar el sector”.
“Si no queda otra opción, como dijo el ministro de Justicia, hay que garantizar que las condiciones de seguridad para los vecinos van a mejorar y que no va a incrementar el riesgo para ellos”.