A 400 kilómetros por encima de la superficie del planeta Tierra, está flotando la Estación Espacial Internacional (EEI), un centro de investigación en órbita que se ha convertido en el hogar de los dos astronautas Suni Williams y Butch Wilmore hasta el próximo 2025.
Ambos investigadores debían pasar solo ocho días en la estación, no obstante, su nave espacial dejó de ser segura para su retorno a la Tierra, por lo que la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) ha decidido retrasar su retorno.
Y aunque para un humano promedio —que no hace vuelos hacia el espacio— puede sonar como una situación catastrófica, la realidad es que los dos astronautas se encuentran resguardados en un lugar bastante cómodo.
La estación espacial es como una especie de casa de seis habitaciones, donde distintos científicos e investigadores viven por cortos o largos períodos de tiempo. Incluso, Williams ha dicho que está en su “lugar feliz”.
Entonces, ¿cómo viven los astronautas en el espacio? ¿Qué se siente estar allí, flotando sobre el planeta? ¿Qué hacen y comen a diario? ¿Cómo huele el espacio?
Astronautas revelan cómo es vivir en la Estación Espacial Internacional
A las 6:30 de la mañana, los astronautas en la Estación Espacial Internacional comienzan a despertar. Sus dormitorios tienen el tamaño de una cabina telefónica y duermen en unos sacos de dormir que, según la astronauta de la NASA, Nicole Scott, son “el mejor saco de dormir del mundo”.
Scott conversó con la BBC y relató que estuvo 104 días en el espacio en dos misiones espaciales de 2009 y 2011.
En esos pequeños dormitorios, tienen sus propios computadores portátiles con Internet para que puedan estar en contacto con sus familias y cercanos. También pueden llevar fotografías y libros, para matar el tiempo cuando no están trabajando.
Para ir al baño, tienen un compartimiento pequeño que funciona con un sistema de succión.
Y aunque hasta ahora, suena que todo está “apretado” y se trata de un espacio pequeño, la realidad es que esta estación tiene el tamaño del Palacio de Buckingham o de una cancha de fútbol americano.
“Es grande y tranquila”, aseguró el astronauta Chris Hadfied, comandante de la Expedición 35, a BBC Mundo. “La gente no va deprisa por la estación”.
Y es que los astronautas suelen trabajar la mayor parte del día: tienen seis laboratorios completos para experimentos, donde los astronautas utilizan monitores cerebrales, cardíacos o sanguíneos para medir su salud frente a la desafiante situación de estar fuera de los límites de la Tierra.
“Somos como ratas de laboratorio. El espacio acelera el proceso de envejecimiento de huesos y músculos y los científicos pueden aprender de ello”, declaró la investigadora Stott.
Y aunque en general los trabajos se hacen dentro de la estación, hay algunos “afortunados” que son elegidos por la central de la Tierra para hacer una caminata espacial.
Hadfield vivió esta experiencia y aseguró que “esas 15 horas afuera, con nada más entre el universo y yo que mi visor de plástico, fueron tan estimulantes y de otro mundo como cualquier otra experiencia de 15 horas en mi vida”.
Fue en esta situación que Hadfield experimentó algo muy peculiar: el olor al espacio.
“En la Tierra tenemos montones de olores diferentes, como la ropa recién salida de la lavadora o el aire fresco. Pero en el espacio sólo hay un olor y nos acostumbramos a él rápidamente”, dijo por su parte Helen Sharman, la primera astronauta británica que pasó ocho días en la estación espacial soviética Mir en 1991.
Según describen ambos, el espacio tiene un olor metálico.
Esto sería generado por la reacción que tienen los trajes espaciales y los objetos científicos con la fuerte radiación que tiene el espacio.
Después de una larga jornada de trabajo, los astronautas deben hacer ejercicio: se les exige dos horas diarias. Para ello, tienen tres máquinas que les ayudan a proteger sus huesos, dado que la gravedad cero del espacio reduce la densidad ósea.
Una de ellas les ayuda a hacer sentadillas, peso muerto y remo, otra funciona como bicicleta para entrenar la resistencia y también tienen trotadoras para correr.
Stott contó que para lograr trotar en el espacio, deben atarse con cuerdas para no salir flotando.
Después de hacer deporte, solemos terminar sudados. ¿Qué hacen los astronautas para asearse tras el ejercicio?
La astronauta contó que en la Tierra, la gravedad hace que el sudor corra por el cuerpo. No obstante, en el espacio, el sudor se queda en el cuerpo, por lo que quedan más “mojados”. Y si es que se sacuden, ese sudor “saldría volando por todas partes”.
Sin embargo, en la estación no tienen lavandería, sino “solo agua que se forma en gotas y algo de jabón”. Entonces, como la ropa queda tan sudada y sucia, debe ser desechada por un vehículo de carga que después quema las prendas en la atmósfera.
Afortunadamente, con la ropa de uso cotidiano no pasa lo mismo.
“En gravedad cero, la ropa flota sobre el cuerpo, así es que los aceites corporales y todo lo demás no le afectan. Tuve un solo pantalón durante tres meses”.
Pero, con lo que sí suelen tener problemas los astronautas, es con la comida de su día a día.
Cómo comen los astronautas en el espacio
Stott le contó a la BBC que comer en el espacio era complicado.
“Cuando alguien abría una lata, por ejemplo, de carne y salsa, todo el mundo estaba alerta porque salían pequeñas bolas de grasa. La gente flotaba hacia atrás, como en la película de Matrix, para esquivar las bolas de jugo de carne”.
Usualmente, la comida para astronautas en la estación espacial es reconstituida y viene en paquetes, ordenada según el país de procedencia.
“Era como comida de camping o raciones militares. Era buena, pero podría ser más sana”, recordó Stott. “Mi favorito era el curry japonés o los cereales y sopas rusas.
Sin embargo, cada vez que alguien de la Tierra llega a la estación para reponer alimentos, ropa y equipamientos, suele llevarles paquetes de regalos que envían las familias a los astronautas: en ellos, a veces incorporan dulces, como chocolates.
Cómo es la experiencia de ver la Tierra desde el espacio
“Es un momento que te cambia la vida”, aseguró Hadielfd. “Cuando miras la Estación Espacial Internacional en la eternidad del universo, ves esta pequeña burbuja de vida, un microcosmos de creatividad humana en la oscuridad”.
De hecho, cuando los astronautas han terminado de trabajar, entrenar y comer y es tiempo de irse a dormir, resulta difícil poder conciliar el sueño, pues “la mayoría de la gente se queda pegada a la ventana mirando la Tierra”.
“Me sentí muy insignificante en la inmensidad del espacio. Ver la Tierra con tanta claridad, los remolinos de nubes y los océanos, me hizo pensar en las fronteras geopolíticas que construimos y en cómo en realidad estamos completamente interconectados”, dijo Sharman.
Lo que sí es que el sonido dentro de la estación no es tan pacífico: la nave tiene ventiladores que funcionan día y noche para que los astronautas puedan respirar. El ruido de fondo es similar a “una oficina muy ruidosa”.
Y la convivencia entre astronautas es importante: la NASA se ocupa de elegir candidatos que sean tolerantes, relajados y tranquilos, y buenos para el trabajo en equipo, para poder reducir la probabilidad de conflictos.
Con todo este relato, los tres astronautas le dijeron a BBC que definitivamente Suni Williams y Butch Wilmore, los astronautas que deberán permanecer en la estación hasta el 2025, no están “atrapados” ni en una mala situación.
Es más, “el mayor regalo que se le puede hacer a un astronauta profesional es permitirle quedarse más tiempo”, concluyó Hadfield.