Si es que alguna vez comiste Doritos, es probable que te hayas manchado los dedos con una tintura naranja y pegajosa. Ese mismo tinte —aunque cueste creerlo en un inicio— es el mismo que utilizaron unos investigadores de la Universidad de Stanford para lograr que los tejidos de unos ratones se vuelvan transparentes o “invisibles”.
Este sorprendente estudio acaba de ser publicado en la revista Nature: en un experimento, la aplicación del tinte naranja en la piel de ratones vivos permitió que los científicos pudieran observar las estructuras debajo de los tejidos de estos pequeños animales, incluidos sus vasos sanguíneos y órganos internos.
“Es un gran avance”, aseguró Philipp Keller, biólogo del Campus de Investigación Janelia del Instituto Médico Howard Hughes.
Y es que, según explicaron los autores, este nuevo descubrimiento podría ofrecer una nueva alternativa menos invasiva para controlar a los animales vivos que se utilizan en la investigación médica.
Así es cómo lograron crear esta inédita pomada.
La pomada que vuelve transparentes a los ratones
Esta crema, capaz de volver transparentes a los ratones, funciona de una manera particular: al contacto con los tejidos del cuerpo, modifica cómo éstos interactúan con la luz.
Por ejemplo, los fluidos, grasas y proteínas que forman los tejidos de la piel y los músculos tienen distintos índices de refracción —que es cuánto se puede traslucir con la luz—. Naturalmente, todos los componentes acuosos tienen índices de refracción bajos, pero las partes más sólidas, como los lípidos o las proteínas, tienen índices más altos.
Tomando esto en cuenta, los investigadores quisieron probar una hipótesis: ¿Qué pasaría si a los tejidos más difíciles se les agrega un tinte que absorba la luz y pueda reducir los índices de refracción?
En caso de tener éxito, lograrían que cualquier tejido se hiciera más transparente.
Entonces, después de experimentar qué sustancia podría lograr este cometido, el equipo de científicos encontró que la tartrazina (FD&C Yellow 5) un colorante muy popular en los alimentos procesados, era el indicado.
“Cuando un material absorbe mucha luz en un color, reflejará más la luz en otros colores”, aseguró el coautor del estudio Guosong Hong, científico de materiales de la Universidad de Stanford.
En esta línea, “cuando la tartrazina se disuelve en agua, hace que el agua desvíe la luz más como lo hacen las grasas”.
Primero intentaron ocupar la tartrazina en láminas finas de pechuga de pollo crudo y observaron que, efectivamente, el tejido se hizo transparente. Entonces, fue hora de probar con un ratón vivo: después de masajear el tinte en el cuero cabelludo de un ratón, el equipo pudo examinar sus diminutos vasos sanguíneos.
Cuando colocaron el polvo en su abdomen, pudieron observar los movimientos de sus intestinos durante la digestión y, cuando hicieron la prueba en sus patas, pudieron ver las fibras musculares debajo de la piel.
Sobre este proceso, Zihao Ou, profesor de física y coautor del estudio, explicó que “combinamos el colorante amarillo, que es una molécula que absorbe la mayor parte de la luz, con la piel, que es un medio de dispersión. Individualmente, estas dos cosas impiden que la mayor parte de la luz las atraviese, pero juntas, nos permitieron hacer transparente la piel del ratón”.
Hasta el momento de la publicación del estudio, el equipo de investigadores aseguró que la profundidad máxima en la que actúa la tartrazina es de 3 milímetros, por lo que tiene un uso limitado en otros tejidos y en animales más grandes.
Sin embargo, se trata de un avance gigante, en especial porque la tartrazina —en comparación a otros elementos que se utilizaban para este fin anteriormente, como químicos peligrosos— es un elemento seguro, al ser un simple colorante alimentario.
Además, el método para “transparentar” los tejidos es reversible: si es que se enjuaga de la piel, ésta vuelve a su estado normal.
Todo lo anterior “hará que sea algo obvio que mucha gente quiera utilizar”, aseguró Keller. El biólogo está convencido de que algunos de sus usos podrían ser el estudio del sistema nervioso y las enfermedades neurodegenerativas en modelos de ratón.
Martín López, investigador del Instituto de Óptica del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de España, comentó al medio español El País que “es muy relevante que esto se haga con moléculas muy bien conocidas y que se utilizan como colorante alimenticio, porque se sabe que no son tóxicas”.
“En nuestro campo, cuando trabajamos con estas propiedades ópticas avanzadas, normalmente lo hacemos con materiales muy tóxicos”, explicó el experto, quien no participó en el estudio.
Pero, ¿es posible pensar en utilizar esta técnica en humanos para volverlos “invisibles”?
Según López, es más complicado de lo que aparenta. Esta técnica todavía debe desarrollarse y estudiarse con más profundidad, y todavía no se sabe si aplicarse la pomada de tartrazina hará que las personas en el futuro puedan ser “invisibles”.
“Ellos, por ejemplo, tienen que afeitar el cráneo de los ratones antes de aplicar la pomada. La razón es que el índice de refracción del hueso es distinto al del pelo. Y si quiero hacerlos transparentes al mismo tiempo debería aplicar dos moléculas diferentes. Si añado más tejidos, tengo que añadir más índices de refracción, y sería imposible igualar los índices de refracción de todos los materiales del cuerpo”, afirmó el experto.
Si es que fuese más sencillo, al comer Doritos y embadurnarse los dedos con este colorante que utilizaron en los ratones, quizás podríamos ver nuestros tejidos y venas fácilmente, pero esto no es así. Al menos no por ahora.