Un tumor en la cabeza o mal de Alzheimer. Estos eran los posibles diagnósticos que ocupaban la mente de la francesa Gisèle Pelicot, de 72 años, que no entendía qué pasaba con su cuerpo.

Tenía lagunas mentales, se sentía cansada, mareada y fatigada todo el tiempo, mientras perdía peso de manera inexplicable y se le caía el pelo a mechones.

Cuando despertaba en las mañanas, no recordaba si se había despedido de sus hijos y tampoco a qué hora o cómo había ido a acostarse.

Con una preocupación de pantomima, su entonces esposo Dominique Pelicot, de 71 años, la acompañó en un largo tour por distintas consultas médicas, pero los neurólogos y ginecólogos no entendían qué pasaba con Gisèle.

El único diagnóstico posible fueron cuatro positivos en las pruebas de enfermedades de transmisión sexual y una reprimenda de su marido, con quien ya llevaba medio siglo de casada, quien no dudó en acusarla de haberle sido infiel.

Pero todo cambió el día que Dominique Pelicot, el supuesto marido preocupado fue a un supermercado a grabar por debajo de las faldas de otras mujeres.

Era septiembre de 2020 y la policía lo detuvo en flagrancia. Cuando ampliaron su investigación y confiscaron todos sus dispositivos electrónicos, Gisèle por fin pudo atar cabos.

Lo que encontraron las autoridades en esos teléfonos, cámaras y computadores cambió la vida de la francesa y su familia para siempre.

Cómo Gisèle Pelicot se dio cuenta que fue abusada por más de 80 hombres

El día que Gisèle Pelicot comprendió que fue abusada

Al periciar los registros de los dispositivos decomisados, la policía francesa encontró una carpeta con un nombre que llamó la atención de los investigadores: “Abusos”.

El contenido era escalofriante: cerca de 20.000 videos y fotografías que datan desde el año 2011, donde se identificaron al menos 92 violaciones cometidas a Gisèle Pelicot por un total de 83 hombres que tenían entre 26 y 74 años.

Al igual que Dominique, los otros agresores tenían perfiles “normales” en el pequeño pueblo de Mazan: algunos eran constructores, empleados de oficina, jubilados, y había un soldado, un periodista, un enfermero, un guardia de prisión, un electricista, un bombero y hasta un vecino, según reveló The New York Times.

Entre los sujetos también estaba Dominique Pelicot, el esposo, quien fingió no saber el origen de las complicaciones de salud que tuvo Gisèle durante al menos una década.

Para que no recordara los abusos, el hombre la drogaba con ansiolíticos y somníferos.

Así lo confesó meses después en tribunales, donde contó que había reclutado a todos esos hombres a través de Internet para que fueran a su casa familiar, en Mazan, un pueblo de poco menos de seis mil habitantes, a abusar de su esposa.

De inmediato, la policía francesa se puso en contacto con Gisèle para mostrarle las pruebas de lo que venía pasando hace más de una década mientras estaba inconsciente.

Fue recién después de diez años que supo que no tenía Alzheimer, ni un tumor cerebral.