Cómo lidiar con el arrepentimiento de haber sido un “mal padre”, según una psicoterapeuta

“A mis 60 y tantos años, a menudo me atormenta el arrepentimiento por las interacciones que tuve con mis tres hijos cuando eran pequeños”. Con esas palabras, un lector del New York Times pidió ayuda a una psicoterapeuta para entender cómo lidiar con la culpa que sentía desde hace varios años.

Según relató, durante la adolescencia de sus hijos, perdía rápidamente los estribos si es que hacían algo que, en realidad, era insignificante.

“Por ejemplo, mi hijo tiró sin querer 10 dólares del cambio cuando estaba comprando helados con sus amigos. Eso me llevó a gritarle con rabia”.

Ahora, varias décadas después, el hombre aseguró que, en distintos momentos del día, “pienso en mi ridículo comportamiento y siento un abrumador sentimiento de arrepentimiento”.

¿Cómo lidiar con haber sido un “mal padre”?, preguntó el lector.

La psicoterapeuta Lori Gottlieb, quien asegura ser una experta en responder preguntas difíciles de la vida, le entregó su consejo.

“El arrepentimiento es tan doloroso como común”, comenzó a explicar la psicoterapeuta Lori Gottlieb en el New York Times.

Pero pese a todo lo negativo que conlleva, también es una emoción que puede convertirse en una fuerza positiva según lo enfrente cada persona: “Puede atarnos al pasado, o servir como motor de cambio”.

El primer paso, según Gottlieb, es entender que la crianza que uno entrega a los hijos suele estar influenciada por la que uno mismo ha recibido.

La mayoría de los padres y madres suelen tener la intención de crear una mejor infancia para sus hijos y no repetir los errores que cometieron sus propios progenitores.

Pero en esa tarea, no existe la perfección. Y eso es algo que se debe recordar, dijo la experta.

“Sanar los errores de crianza del pasado es un proceso que comienza con la autocompasión y conduce a la autoconciencia y reparación intencional, con uno mismo y, cuando sea posible, con los hijos”.

También explicó que, pese a que muchos padres y madres sienten que “merecen” el dolor que están sintiendo y se niegan a sentir autocompasión, la realidad es que todas las personas son merecedoras de sanar.

Según explicó la psicoterapeuta, existen tres formas distintas de lidiar con el dolor o arrepentimiento del pasado:

1. Huir de él (negación).
2. Ahogarte en él.
3. Hacerte amigo de él.

Esta última es, para la experta, la mejor alternativa, pues significa que puedes “entablar” una conversación con el pasado para entender mejor por qué reaccionaste o te comportaste de formas que hoy te avergüenzan.

En ella, lo mejor será entender el contexto en el que te encontrabas al momento de actuar mal e, incluso, se puede ir más allá, a intentar entender el pasado y la propia infancia para comenzar a sanar heridas.

“Entablar este tipo de diálogo y reconocer el contexto en el que perdiste los estribos te ayudará a sentirte menos avergonzado y a actuar”.

“Esto podría incluir trabajar con un terapeuta para comprender tu infancia desde una perspectiva adulta, adquirir herramientas para la autorregulación en tus relaciones y superar el duelo por tu propia infancia y la de tus hijos”.

Y si quieres hablar con tus hijos, no para pedir perdón, sino para ofrecer una disculpa sincera, y hacerles saber cómo puedes estar ahí para ellos, también puede ser un excelente recurso.

Para comenzar esta conversación, la experta recomendó decir algo así: “Quiero hablarte de algo importante. Ahora reconozco que, durante tu infancia, respondí a situaciones con una ira desproporcionada y dolorosa”.

“El incidente de los $10, y otros momentos similares, nunca se trataron realmente del error, sino de mi propio dolor y miedos no resueltos, que estoy superando. Lamento profundamente no haberme dado cuenta de esto antes y te pido disculpas por las veces que te hice sentir asustada, insignificante, criticada o indigna”.

Continuó: “No te pido nada, sino todo lo contrario: si puedo estar ahí para ti, como el padre que necesitas ahora, o si puedo ayudar a sanar algo entre nosotros, esa será mi máxima prioridad”.

La psicoterapeuta finalizó recordando que, lo más importante al intentar sanar, es “reconocer que no nos definen nuestros peores momentos, sino nuestra capacidad de aprender, crecer y superarnos”.