Por dos años, Aaron James evitó realizar un acto que puede resultar común para las personas: mirarse al espejo.
El veterano del ejército estadounidense tampoco podía hacer otras acciones cotidianas, como comer alimentos sólidos, sentir sabores u olores.
En junio de 2021, mientras se desempeñaba como instalador de líneas de alto voltaje, su cara tocó un cable con corriente. La potente descarga eléctrica de más de 7.000 voltios provocó que perdiera el brazo izquierdo y partes importantes de su cara, entre ellas, el ojo izquierdo, la nariz, los labios y el mentón.
Pero en mayo de 2023, James se sometió a una intervención que hizo historia en la medicina. Un equipo médico de NYU Langone Health, en Nueva York, le realizó el primer trasplante de ojo humano completo que ha resultado exitoso en el mundo, además de un trasplante facial parcial.
A un año de esa operación, James, de 47 años, ha presentado progresos notables en su recuperación e incluso ha podido retomar su vida normal en Arkansas, señala un estudio publicado recientemente en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA).
Cómo se hizo el primer trasplante de ojo humano
El nuevo estudio, liderado por el Dr. Eduardo Rodríguez, director del Programa de Trasplante Facial de NYU Langone Health, expone que tras el accidente de James el tratamiento inicial estuvo centrado en realizarle una “reconstrucción convencional”, lo que incluyó injerto de piel, escisión de la quemadura y enucleación del ojo izquierdo.
En mayo de 2023 se identificó que había un donante adecuado para el veterano estadounidense. Se trataba de un hombre de 30 años que había sufrido muerte cerebral y que no mostraba signos de traumatismo craneoencefálico, hemorragia o daños en su ojo izquierdo.
Ese mismo mes se realizó la intervención, que se extendió por aproximadamente 21 horas y contó con un equipo de más de 140 profesionales médicos. El objetivo era trasplantar a James en su ojo izquierdo completo, la cavidad ósea que está a su alrededor, la nariz, una parte del hueso del mentón y otras zonas del rostro.
Para ello se utilizaron técnicas microquirúrgicas innovadoras y dispositivos quirúrgicos personalizados. Los médicos también realizaron el primer intento de inyectar células madre en un nervio óptico humano en el trasplante, para así favorecer la regeneración nerviosa.
Daniel Ceradini, cirujano de NYU Langone Health y uno de los autores del estudio, explicó a la revista Nature que el equipo médico no esperaba que James recuperara la visión en su ojo izquierdo, dado que no hay evidencias científicas de que el nervio óptico del donante podía conectarse al cerebro del paciente.
El nervio óptico es el conjunto de fibras nerviosas encargado de transmitir la información visual desde la retina al cerebro. El proceso para regenerarlo sigue siendo hasta ahora una incógnita para la ciencia, pero los investigadores sugieren que esta intervención es un pequeño avance para que a futuro nuevos trasplantes de ojo vengan con la recuperación de la visión.
La operación de James no estuvo exenta de desafíos. Uno de ellos fue la disección quirúrgica del ojo, para lo cual tuvieron que practicar con al menos 15 cadáveres, según Nature.
Luego tuvieron que preocuparse de que el ojo no estuviera sin flujo sanguíneo por mucho tiempo. Frente a eso, el equipo conectó la arteria que irrigaba el ojo del donante a una rama de la arteria carótida externa. Después, todo fue trasplantado a James.
Los profesionales también se encargaron de crear guías quirúrgicas impresas en 3D, para así tomar la cantidad de hueso adecuada en el donante para llevarla al rostro del paciente. En eso fue esencial tener tomografías computarizadas de los dos rostros.
Cuando finalizaron la operación, Rodríguez y sus colegas desconocían cómo se comportaría el trasplante de James. Hasta ese momento ningún equipo médico había logrado concretar, de manera exitosa, un trasplante de ojo humano en un paciente vivo.
Los resultados del trasplante de ojo humano
Una vez que despertó tras ser operado, James se dio cuenta de inmediato que había recuperado algo valioso: el placer de oler.
Días después decidió observar cómo lucía su nuevo rostro. Apenas se vio frente al espejo, quedó encantado. Con el pasar de los meses también logró volver a comer alimentos sólidos, lo que también había perdido tras el devastador accidente.
“He vuelto a ser una persona normal, a hacer cosas normales”, indicó James en un comunicado. “En general, este ha sido el año más transformador de mi vida. He recibido el regalo de una segunda oportunidad y no doy por sentado ni un solo momento”, agregó.
En su informe, el equipo de investigadores de NYU Langone Health indica que las pruebas clínicas que se le han realizado al ojo trasplantado de James muestran resultados favorables. Entre ellos, que el ojo ha mantenido la presión y flujo sanguíneo en niveles normales durante estos meses.
A eso se suma que ha logrado mantener su tamaño, a diferencia de lo que se había identificado en ojos donados de animales, que generalmente se encogen después de realizar los trasplantes.
Los autores del estudio también plantean que una prueba clínica que mide la respuesta eléctrica de la retina a la luz, llamada electrorretinografía, identificó que los bastones y conos del ojo donado, además de aquellas células nerviosas sensibles a la luz, pudieron sobrevivir al trasplante.
Por otra parte, la sensación de picazón profunda en la cuenca del ojo y la sensibilidad en la zona del ojo fueron algunos de los efectos informados por el paciente.
Rodríguez, quien antes había realizado cuatro trasplantes faciales, señaló que estos hallazgos “marcan resultados iniciales prometedores”, lo que podría allanar el camino para nuevas investigaciones sobre este tipo de trasplantes.
“Estamos realmente sorprendidos por la recuperación de Aaron, sin episodios de rechazo. Nuestro enfoque metódico para el proceso de compatibilidad, asegurando que Aaron recibiera la compatibilidad de donante más favorable, junto con nuestro régimen de inmunosupresión único, ha establecido el estándar para eliminar y evitar episodios de rechazo temprano”, agregó.
Para Ceradini, en tanto, también se debe destacar “los resultados estéticos y la calidad de vida” que le proporcionó esta intervención a James. “Ha recuperado muchos elementos de la vida que perdió después de la lesión de 2021, y ese es nuestro objetivo final”, dijo.
Hoy, James está centrado en lograr que su hija Alice vaya a la universidad y continuar con sus citas en NYU Langone Health. “Me he sentido honrado de ser el paciente cero. Aunque no pueda ver con mi nuevo ojo, he recuperado mi calidad de vida y sé que este es un paso adelante en el camino para ayudar a futuros pacientes”, asegura.