Entre 1930 y 1970, la revista de humor político Topaze analizó en sus páginas la irrupción de la clase media chilena surgida por esos años. A través de personajes como Nabucodonosor Cornejo Valladares y Pacífico Pérez, la publicación se reía de este nuevo grupo de la sociedad chilena que se caricaturizaba en sus dibujos como empleados -principalmente públicos-, almaceneros inmigrantes o funcionarios bancarios, todos empeñosos, endeudados y aspiracionales.
Se trata de un concepto, un segmento, que en Chile ha sido marcado por las crisis. Patricio Bernedo, historiador y decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la UC, explica que la clase media en el país es un fenómeno que nace en los años 20 del siglo pasado y se consolida después de la Gran Depresión, en los gobiernos radicales de 1938 a 1952. “Chile pasa a ser concebido como un país de clase media que se aproxima a Argentina y Uruguay en ese sentido. A partir de esos años Chile tiene una cultura, una economía, una manera de ser de país de clase media”, dice el historiador.
Bernedo cuenta que al período se le conoce como “el Chile mesocrático, el Chile de las clases medias” por la irrupción y hegemonía de este grupo, que crece al alero de un estado grande e instituciones como el Servicio Nacional de Salud, la Caja de Empleados particulares o el Banco Estado. En su mayoría eran empleados públicos y otros trabajadores del sector privado, como empleados u oficinistas con acceso a seguros de cesantía, pensiones, a la salud y a créditos blandos del Banco Estado o cooperativas. “Ese Chile con el golpe de Estado del 73 empieza de a poco a desaparecer con la implementación de un nuevo sistema económico, y cuando está extinguiéndose parte de esa clase media muy dependiente del Estado, llega la crisis del 82 que le pega en el suelo. Esa clase media se acaba, se pauperiza”, cuenta.
“(A partir de la década del 30) Chile pasa a ser concebido como un país de clase media que se aproxima a Argentina y Uruguay en ese sentido. A partir de esos años Chile tiene una cultura, una economía, una manera de ser de país de clase media”, dice Patricio Bernedo.
Y aunque la crisis de los 80 fue profunda, también se superó rápidamente y a los pocos años surgieron nuevos grupos para ocupar ese lugar entre ricos y pobres: “Mucha gente logró mejorar su nivel de ingreso, de acceso a servicios de salud y educación, a bienes de consumo y servicios, una parte de esa clase media se bancarizó. Eso fue posible en la medida en que la economía crecía”, dice Bernedo.
Así nació la actual clase media, un segmento del que todos hablan, pero que pocos han logrado entender y definir bien.
La gran casa de la clase media
La primera pregunta es la más difícil: ¿Qué es la clase media en el Chile de hoy? “Es un concepto que significa todo y nada. Algunos dicen que todos somos de clase media, incluso el presidente Piñera lo ha dicho”, dice el sociólogo Óscar Mac-Clure, profesor e investigador de la Universidad de Los Lagos. El académico señala un documento del centro de estudios Libertad y Desarrollo del año pasado, con datos de 2017, que identifican en la clase media a más del 60% de la población chilena.
Otros cálculos difieren. Según un informe de la OCDE de mayo de 2019, la población de “ingresos medios” de Chile constituye el 47,5%, lo que convierte al país en una de las dos excepciones de ese grupo de economías: en todo el resto la cifra es mayor al 50%, y el promedio es del 61,5%. La otra excepción es México (44,9%).
Si bien se trata de uno de los muchos trabajos sobre el tema en el último tiempo, el informe de LyD cobra importancia si consideramos que el gobierno de Sebastián Piñera utilizó esa definición al lanzar en mayo del año pasado su programa Clase Media Protegida. Bajo esa categorización, una familia chilena de clase media con cuatro integrantes percibe un ingreso mensual que va de los 626 mil hasta los 2,5 millones de pesos.
“Clase media es un concepto que significa todo y nada. Algunos dicen que todos somos de clase media, incluso el presidente Piñera lo ha dicho”, dice el sociólogo Óscar Mac-Clure
Para la socióloga francesa Emmanuelle Barozet, académica e investigadora de la Universidad de Chile, esa definición de los grupos medios es excesivamente laxa. Según sus trabajos, más de la mitad de este grupo corresponde a lo que ella llama sectores populares o “working class”, como se le denomina en la cultura anglosajona, que -a su juicio- no deberían ser contemplados en este grupo. “Entonces, nos queda un 30% que en sociología sí se considera de clase media porque tiene empleos un poco más consolidados, educación media completa o técnica universitaria”, explica la investigadora.
Para analizar cómo se encuentra la clase media después de la llegada de la pandemia al país se puede revisar el “Estudio Longitudinal Empleo Covid-19: Datos de empleo en tiempo real”, que entregó la semana pasada el Centro de Estudios y Encuestas Longitudinales de la Universidad Católica. En este, la situación de los quintiles de ingresos 3 y 4 -que caen en el rango de sueldos de lo que entendemos como clase media-, no son buenos: un 57,6% reporta que los ingresos de su hogar han bajado en los últimos 12 meses; para el 36,8% se han se mantenido y un 5,6% dice que han subido.
“Con los datos de la encuesta ya estamos teniendo indicios muy claros de la gran caída que se está produciendo en los ingresos de los hogares y de las personas”, dice David Bravo, director del Centro de Estudios y Encuestas Longitudinales de la Universidad Católica. El economista explica que el mayor impacto se está produciendo en los ingresos de los trabajadores por cuenta propia y los independientes, quienes en un 80% aproximadamente reportan que sus salarios han bajado respecto a la fecha de inicio de la pandemia en un descenso que en promedio es del 60%. “Es una caída muy fuerte que para algunos hogares se va a traducir en mayor pobreza y para otras ciertamente en precarización y en dificultades apremiantes para poder financiar sus gastos y llegar a fin de mes”, explica Bravo.
Los sociólogos Mac-Clure y Barozet llevan a cabo el Proyecto Fondecyt (ANID): “La posición de uno mismo en la sociedad: lo justo y lo injusto en el espejo social”, donde han estudiado grupos focales en Santiago y Puerto Montt antes y después de la pandemia, pudiendo observar que hoy la clase media vive serias dificultades. Mac-Clure pone ejemplos que han encontrado en la investigación: una recepcionista que, como ya no hay atención al público, fue despedida y ahora vive del subsidio de cesantía; un taxista que tuvo que devolver el vehículo que compró en cuotas porque ya no lo puede pagar o un técnico eléctrico que se reinventó y está haciendo trabajos de carpintería. “Lo que más se repite es el miedo de volver a la pobreza”, cuenta.
Otro estudio, “Coronavirus Consumer Pulse”, hecho por GfK Adimark en la segunda quincena de mayo, muestra que la clase media es la que parece haberse tomado más en serio la crisis. Cuando se les pregunta qué tan seguros están de que su situación económica mejorará en el próximo año, el 67% de este estrato reporta estar poco o nada confiado de que esto suceda, siendo el grupo social con menores esperanzas. Además, son los que creen en mayor medida que habrá una gran crisis económica (93% responde “seguro o probablemente”) y los que están más seguros que poscrisis reducirán sus compras y ahorrarán (74%) junto al estrato bajo.
Resbalando
Barozet recuerda que en 2017 escribió una serie de columnas sobre este tema en Ciper y que una de ellas se titulaba “El gran miedo a resbalar”. Ahí analizaba un tramo de la clase media que ante un shock económico externo iba a “caerse” de lo que entendemos como este segmento social, porque no contaba con ingresos propios ni apoyos estatales para hacerle frente.
”Nosotros siempre hemos planteado que la clase media consolidada en Chile nunca pasó del 30% de la población. O sea, esta nunca ha sido una sociedad de clase media”, sostiene la socióloga francesa. Explica que este fue un grupo que se benefició de la bonanza económica de las últimas décadas y aumentó su consumo, pero que nunca logró una situación que le permitiera superar una crisis como la que vivimos hoy ni poder seguir pagando las deudas que le otorgaron el estatus que tenía antes de la pandemia. “La caja de alimentos o el ingreso de emergencia les permite comer, pero no pagar sus deudas, y hay muchos hogares altamente endeudados a los que esta ayuda momentánea no les va a permitir solucionar su problema de deudas”, agrega Barozet, quien homologa a este grupo de personas con los tramos C3 y D de la segmentación socioeconómica del marketing.
“Una fracción de lo que llamamos clase media va a caer en pobreza, eso es seguro, y el resto igual va a quedar en una situación de bastante vulnerabilidad”, proyecta el economista Dante Contreras, subdirector e investigador de COES y profesor titular de la FEN de la Universidad de Chile. El especialista agrega que “son sectores que probablemente estén habitando la vecindad de pobreza después de esta crisis, sea por ingresos o multidimensional”.
Frente a la pregunta de cuánto disminuirá el segmento, Contreras dice que prefiere hacer el ejercicio en la dirección inversa estimando cuánto crecerá la pobreza después de la pandemia. Para eso va a los números: explica que según la última Encuesta Casen, hoy en Chile la pobreza en términos de ingresos está en torno al 9% y debería subir aproximadamente hasta el 15%. En cuanto a la pobreza multidimensional, que se ubica alrededor del 20% de la población, esta debería aumentar en torno al 25%. “Un cuarto de la población va a caer en condición de pobreza, con gente que antes era clase media y ahora va a caer en esa condición por ingreso multidimensional”, dice el economista.
“Una fracción de lo que llamamos clase media va a caer en pobreza, eso es seguro, y el resto igual va a quedar en una situación de bastante vulnerabilidad”, proyecta el economista Dante Contreras, subdirector e investigador de COES y profesor titular de la FEN de la Universidad de Chile.
Óscar Mac-Clure estima que este tramo de la clase media en peligro de resbalar se conforma de personas que salieron de la pobreza en las últimas décadas. Son técnicos, oficinistas y vendedores con ingresos entre los 626 mil y 800 mil pesos aproximadamente, y que de acuerdo a sus estudios nunca se han sentido parte de la clase media. “Sólo un 10% de ellos se define así. El resto lo hace como ‘técnicos o profesionales’, ‘personas esforzadas o trabajadoras’, ‘emprendedores o microempresarios’ y muchos otros nombres, pero muy pocos como clase media”, explica.
Para el doctor en sociología Vicente Espinoza, profesor titular de la Usach e investigador IDEA y COES, la clave está en una de las grandes características de las clases medias a nivel mundial: la capacidad de sobrellevar shocks como este. “Aquellos que tienen seguridad de no volver a la pobreza en caso de algún revés que puedan experimentar en su vida; que enviuden, pierdan el trabajo, tengan un accidente o una enfermedad grave. A mucha gente esas circunstancias la pueden llevar de vuelta a la pobreza y sería abusivo calificarlos como clase media”, dice.
Según Espinoza, esa delgada línea entre aferrarse o caerse de la clase media se llama “trabajo”, lo que se aprecia en la Encuesta Casen cuando muestra que en un 80% de los hogares del país los ingresos dependen de una fuente laboral. “Por eso hoy para saber si por un accidente puedes caer en una situación de pobreza, eso va a depender fuertemente de cuáles sean tus condiciones de inserción laboral: si tienes un contrato que te garantice cobertura en caso de accidentes o que en caso de enfermedad de un hijo tengas algún tipo de protección o servicio de bienestar”, opina Espinoza.
“Aquellos que tienen seguridad de no volver a la pobreza en caso de algún revés que puedan experimentar en su vida; que enviuden, pierdan el trabajo, tengan un accidente o una enfermedad grave. A mucha gente esas circunstancias la pueden llevar de vuelta a la pobreza y sería abusivo calificarlos como clase media”, dice Vicente Espinoza.
Esta vulnerabilidad de la clase media baja responde, según Barozet, a los bajos sueldos. “El problema que tenemos acá es que la mediana de los ingresos es muy cercana a la línea de la pobreza. No tomamos los ingresos promedio porque como hay algunos muy altos en Chile tiende a subir el promedio y no refleja bien la distribución real de los ingresos”, dice la socióloga, quien explica que la mediana de ingresos por hogar -el que quedaría en la mitad si se pusieran todos los del país desde el más bajo al más alto-, está entre los 550 y 600 mil pesos, y el ingreso mínimo para un grupo familiar es cercano a los 450 mil.
“Hay una diferencia de 100 mil pesos entre la línea de la pobreza y la mediana de los ingresos. Eso es distinto en países más desarrollados donde la mediana es mucho más alta y distinta a la línea de pobreza porque los sueldos son más altos y hay más redistribución”, explica Barozet.
¿Y ahora qué?
Haciendo un paralelo con la crisis de los 80, Patricio Bernedo cree que hoy se vuelve a correr el riesgo de que la clase media quede sin ningún tipo de asistencia o apoyo en la emergencia. “Hoy los esfuerzos se concentran en personas mucho más vulnerables y eso es razonable, pero no debemos olvidarnos que si esta crisis dura todo o más de lo que dicen, esos grupos medios se van a transformar en grupos pobres muy rápidamente”, opina.
Haciendo un paralelo con la separación socioeconómica del marketing, Dante Contreras calcula que el C2 se transformará en el tramo más vulnerable de la nueva y reducida clase media. “Este grupo va a quedar muy frágil, con deudas, con un empleo precario. Si había dos empleos en el hogar quizás uno de ellos quede con menor nivel de ingreso o con mayores fluctuaciones de empleabilidad”, dice el economista.
“Hoy los esfuerzos se concentran en personas mucho más vulnerables y eso es razonable, pero no debemos olvidarnos que si esta crisis dura todo o más de lo que dicen, esos grupos medios se van a transformar en grupos pobres muy rápidamente”, opina Bernedo.
Para Mac-Clure hay que separar aguas y analizar por separado los distintos tramos de renta de la clase media. Al hacer ese ejercicio cree que los más golpeados serán los miembros de la llamada clase media alta -con ingresos estimados que van entre los 900 mil y 2,5 millones de pesos para un hogar con cuatro integrantes-, porque el grupo más cercano a la pobreza no percibirá un cambio tan grande, ya que siempre se vieron muy cercanos a esa realidad.
”Muchos vieron un descenso de sus ingresos y saben que el próximo año no van a poder mantener a sus hijos en un colegio particular pagado, esto en el caso de alguien que vive en un condominio, en un barrio acomodado, de clase media alta”, dice el investigador. Pone el ejemplo de un dentista que lleva meses sin trabajo, un profesional como muchos de los miembros de este estrato de la clase media. “Algunos (de ese grupo) han partido desde abajo y les ha costado ascender a un buen vivir, pero ahora perciben que van a volver a ser pobres y se ven frente a la amenaza de volver a comer y vivir como pobres. Eso es muy duro”, explica Mac-Clure.
Para Vicente Espinoza, muchos pequeños logros de los grupos medios serán dejados de lado tras la pandemia. “Las vacaciones en el extranjero o el salir a comer a restaurantes, todas esas cosas que eran símbolos de consumo de la clase media van a disminuir”, cuenta el sociólogo, explicando que frente a la menor capacidad de endeudamiento muchos lo pensarán dos veces antes de sacar sus tarjetas de crédito. “Uno podría esperar que los sueños de la casa propia o el auto se posterguen”, opina Catalina Correia, directora de marketing de GfK Adimark. Los viajes, afirma, se van a restringir. También el turismo, los eventos, el ocio y el esparcimiento.
“Las vacaciones en el extranjero o el salir a comer a restaurantes, todas esas cosas que eran símbolos de consumo de la clase media van a disminuir”, cuenta el sociólogo Vicente Espinoza.
Los próximos años de la clase media estarán marcados por la austeridad y el priorizar gastos. “Se podría ver quizás un mayor endeudamiento de estos grupos, liquidación de activos o ajustes en el margen, como cambiar a sus hijos de colegio a establecimientos educacionales con un costo menor”, proyecta Dante Contreras. Otros investigadores opinan que los gastos educacionales se mantendrán incólumes. “No creo que se vean tan afectados, sobre todo la (educación) superior porque en Chile sigue siendo un factor que se valora mucho y en periodos difíciles, como los 80, mucha gente hizo esfuerzos muy grandes para mantenerse en la universidad sabiendo que eso hace una diferencia”, recuerda Espinoza.
”Como he señalado, esta es una crisis que va a acentuar cualquier desigualdad que teníamos antes del comienzo de ella y esa desigualdad va a retroalimentar los escenarios futuros. El escenario pospandemia va a quedar muy marcado por la magnitud y la duración de esta crisis”, dice David Bravo, quien cree que una de las marcas que dejará estará en el mundo del trabajo. “Estamos hablando de un gran episodio que va a dejar una huella en el mercado laboral”, agrega.
”A lo mejor muchos van a tener que aceptar empleos con mayor inestabilidad laboral o con menor salario”, explica Dante Contreras, sobre un mundo del trabajo que cree será más pequeño y afectado por la creciente automatización. “El mercado laboral para estos grupos medios va a ser bastante apretado, con menos opciones y menor dinamismo al observado anteriormente. Si a eso le sumas la automatización y que la fuerza de trabajo en Chile exhibe baja capacitación para enfrentar este problema, se van a necesitar políticas de subsidio al empleo o de estímulo a la creación de empleos”, proyecta.
”A lo mejor muchos van a tener que aceptar empleos con mayor inestabilidad laboral o con menor salario”, explica Dante Contreras.
¿Podría esta crisis transformar a la clase media? Bernedo explica que eso ya pasó. “Si miras el Chile de sectores medios en los 80 es muy distinto al de las décadas del 30, 40, 50 y 60. El de los 80 está muy complicado porque perdió todo su sostén y si miras las cifras de desempleo en esos años previos a la crisis del 82 y 83, se movían entre un 15% y un 20%. Gran parte de ese desempleo era de los sectores medios que habían perdido su trabajo en las distintas reparticiones públicas”, explica el historiador.
Bernedo cree que una redefinición de este segmento por causa de la pandemia dependerá de la duración de la crisis: si pasa rápido y en uno o dos años se recupera el crecimiento económico, la crisis de 2020 no será tan determinante. Si ese es el caso, para el académico de la UC el mayor legado de la crisis será que tendremos que evolucionar hacia un modelo económico con más énfasis en lo social que ataque los problemas que esta crisis dejó en evidencia. “Como se dice en algunos países europeos, tendremos que movernos hacia un esquema donde deberemos tener tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”, analiza el historiador.
Un escenario que Dante Contreras también ve probable, proyectando un mayor interés por lo público en ítems como educación y salud, generando un éxodo de escuelas subvencionadas e isapres. “Todo eso va a llevar en el corto plazo a una mayor demanda de servicios públicos en general y por beneficios que pueda generar el gobierno, como subsidios, ingresos de emergencia y políticas de ese tipo”, dice el economista, quien cree que las implicancias en el mediano plazo dependerán de la rapidez de la recuperación económica.
“Como se dice en algunos países europeos, tendremos que movernos hacia un esquema donde deberemos tener tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”, analiza Bernedo.
Para Bernedo, los cambios podrían ser aún mayores si la crisis se extiende por más años que los proyectados, escenario donde se podría poner en juego nuestro modelo de país, con la clase media nuevamente jugando un rol clave: “Si esta crisis avanza y no vemos en cuatro o cinco años señales de recuperación, ahí evidentemente la crítica y las propuestas alternativas van a surgir con mucha fuerza y los grupos medios van a aprobarlas”.