Al reflexionar en las mejores formas en que podríamos relajarnos, las respuestas podrían ser variadas. Estar en medio de la naturaleza, escuchar tu música favorita, darse un chapuzón en la piscina o en el mar y realizar técnicas de respiración, son algunos de los métodos que pueden promover un descanso adecuado.
Sin embargo, otra alternativa que también es óptima es el sauna. El uso de estos espacios no solo es una fuente de relajación, sino que también tiene una serie de beneficios para la salud: promueve la limpieza de la piel, mejora la circulación de la sangre, alivia el estrés y mitiga el dolor de los músculos y articulaciones.
Aunque en nuestro país no son una práctica tan común, en otras zonas del mundo sí lo es. El lugar donde más se le ha asociado es Finlandia, donde hay 3,3 millones de estos cuartos para sus 5,5 millones de habitantes, de acuerdo a un documental de la Unesco.
Históricamente estas habitaciones terapéuticas han sido un elemento clave en la cultura finlandesa, tanto así que están presentes tanto en los hogares como en espacios públicos.
Pero, ¿qué se sabe del origen de estos cuartos donde abunda el calor?
Cuándo surgió el sauna
De acuerdo a un artículo de la BBC, las primeras apariciones del sauna habrían sido hace 10.000 años. Por ese entonces su aspecto era muy diferente a cómo se le conoce ahora: consistía en una fosa cavada en la tierra, mientras en su interior habías piedras calentadas por el fuego.
Dalva Lamminmäki, investigadora de la cultura del sauna de la Universidad de Finlandia Oriental, contó al citado medio que cuando las piedras ya habían logrado calentarse, “se cubría el pozo con acacia, paja o turba, y luego se tiraba agua sobre las piedras para crear vapor”.
Los saunas no solo estaban presentes en el país nórdico. Se ha identificado que también habían versiones de ellos en otras zonas como Irlanda, México y Estados Unidos.
Emma O’Kelly, autora del libro Sauna: El poder del calor profundo, detalla que a medida que han pasado los años, las distintas culturas del mundo han creado su propia versión de estos cuartos para sudar. “Desde el hamán otomano (o baño turco), el temazcal maya, o el banya en Rusia, hasta los saunas de Finlandia, la terapia de calor ha sobrevivido la prueba del tiempo, aumentando y disminuyendo su popularidad, y cruzando continentes en diversas iteraciones”, dice la experta.
En sus inicios, los saunas también ejercían varias funciones que iban más allá de la estética o el bienestar. Lamminaki dijo al citado medio que antiguamente se usaban para cocinar, lavar la ropa e incluso higienizar a los muertos antes de que estos fueran enterrados.
En el caso de la cultura finlandesa, se ha identificado que los saunas eran vistos como un lugar sagrado y espiritual. Las expertas mencionan que esto se debía a que reúne a los cuatro elementos (agua, aire, fuego y tierra), y también porque antiguamente los finlandeses creían que estaban cargados “con el poder los ancestros y las deidades”.
En 2020, la Unesco incorporó la cultura del sauna dentro de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. De acuerdo al organismo, se trata de un lugar que va mucho más allá que el acto de “lavarse el cuerpo”, dado que “también limpia la mente de las personas, procurándoles una sensación de paz interior”.