Familia
¿Cuáles son las consecuencias de que haya un “hijo favorito” en la familia? Foto: referencial.

¿Cuáles son las consecuencias de que haya un “hijo favorito” en la familia?

Desde el tiempo que se pasa con uno hasta diferencias en las porciones de comida. Son muchos los factores que afectan en cómo se perciben estas situaciones.


Es un fenómeno recurrente en las familias en donde los padres tienen más de un hijo. Si bien, las percepciones sobre la existencia de un “favorito” pueden variar —hasta el punto en que no haya un consenso único sobre quién es esa persona—, múltiples investigaciones han encontrado que identificar esa tendencia puede generar efectos negativos en la salud mental.

Desde servir porciones más grandes de platos especiales a la hora de cenar hasta pasar más tiempo con uno en actividades recreacionales. La lista de acciones que pueden aumentar esas supuestas brechas es inmensa, por lo que hay expertos que se han dedicado específicamente a estudiar este escenario, tanto en sus efectos en niños como en adultos.

Una de ellas es la la profesora de Psicología Aplicada de la Universidad de Northeastern en Estados Unidos, Laurie Kramer, quien aseguró recientemente a la BBC que aquello recibe el nombre de “trato diferencial parental” (TDP) y “es una experiencia que la mayoría de las personas tienen”, es decir, sentir “que un padre prefiere a otro de los hijos”.

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Las consecuencias de que haya un “hijo favorito” en la familia

Los expertos estiman que ocurre en cerca del 65% de las familias, mientras que también se da en distintas culturas.

En palabras de Kramer, “se puede dar al dedicar más tiempo, atención, elogios o afecto a un hijo. O al ejercer menos control, que le permite a ese hijo gozar de menos restricciones, estar sujeto a menos disciplina o hasta menos castigos”.

A ello se le suma que la visión de cada uno de los integrantes de la familia puede diferir, ya que por ejemplo, “otro hermano lo puede ver de forma diferente y también el padre puede creer que se ha comportado de otra manera”.

Para los niños que —en este contexto— se sienten excluidos de obtener una mayor atención de sus progenitores, las consecuencias pueden ir desde desarrollar una baja autoestima hasta enfrentar signos de ansiedad, depresión y problemas de comportamiento.

Una investigación de académicos chinos revisada por el citado medio concluyó que el favoritismo parental puede predecir la adicción al uso del teléfono entre los adolescentes.

De la misma manera, un estudio de expertos canadienses reunió a ocho adolescentes sin hogar. Al hablar con ellos, vieron que siete mencionaron sentir que sus padres tenían a uno de sus hermanos como “preferido”, mientras que ellos siempre habían sido “el hijo problemático”, lo que según sus relatos contribuyó a que se deterioraran los lazos familiares.

Si bien, los autores manifestaron que dicha muestra fue muy reducida como para generalizar los resultados, sí enfatizaron que esos son los potenciales efectos que puede tener la percepción de que haya “un favorito”.

Al igual que con los niños y adolescentes, los adultos tampoco se quedan fuera de este fenómeno.

Informaciones rescatadas por el citado medio aseguran que el favoritismo parental está asociado con tasas más altas de depresión, además de que puede dañar los vínculos entre hermanos o, incluso, con los mismos progenitores.

Según Kramer, es probable que los padres no lo hagan intencionalmente o que no sean conscientes de que están marcando diferencias en cómo se relacionan con cada uno.

“El trato preferencial de los padres puede empezar con el hecho de que que uno de los hijos sea más fácil de criar, que estén más conectados a ese hijo, que encuentren similitudes entre ellos y su hijo”, explicó la psicóloga de Northeastern.

Asimismo, dijo que sus investigaciones en torno a este tema han mostrado que las familias no suelen hablar de este tópico, un factor que dificulta que puedan resolver lo que les afecta.

“Si estas situaciones se abordaran de una forma sensible, sin que nadie se diera por aludido o sintiera que es su culpa, se podría tener una conversación más abierta entre todos los involucrados para comprender qué está pasando”, expresó Kramer.

Bajo esta línea, precisó que un ejercicio útil es que los progenitores pregunten por qué uno de sus hijos siente que existe una preferencia hacia otro de sus hermanos.

“Si un padre escuchara y luego ofreciera una razón de su comportamiento diferencial hacia un hijo, eso podría tener resultados maravillosos”, recalcó la experta, para luego añadir que aquello podría contribuir a que se de cuenta de que hay una razón técnica y que no se trata de que amen a uno más que al otro.

Discusión
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Qué opinan los padres

Una investigación realizada por Megan Gilligan de la Universidad de Misuri, Jill Suitor de la Universidad Purdue y Karl Pillemer de la Universidad Cornell ha seguido a distintas familias por dos décadas para entender cómo se dan las relaciones entre generaciones.

En ese contexto, les hicieron una pregunta directa a los progenitores sobre el favoritismo: “¿Con cuál de sus hijos siente un vínculo emocional más estrecho?”.

Al analizar los resultados, vieron que un 75% de las madres nombraron a uno de ellos, mientras que el resto no escogió a ninguno o dijeron sentirse igualmente cercanos a todos.

Dentro de su trabajo, los expertos notaron que el orden de nacimiento fue un factor que pareció influir en las respuestas, aunque no como usualmente se presume. Por ejemplo, no vieron una relación directa en que los primogénitos fueran los “favoritos”.

Sin embargo, sí encontraron un vínculo entre la sensación que tienen los padres de qué tanto se parece un hijo a ellos y la proximidad emocional que desarrollan.

Junto con ello, vieron que el sentirse desplazados favorecía a que algunos hijos empeoraran las relaciones con sus hermanos y progenitores.

Desde la otra vereda, el “preferido” también puede enfrentar problemáticas. Según Gilligan, “podrías pensar que ser el favorito tiene muchos beneficios. No obstante, también puede causar angustia emocional para los hijos adultos”.

“Hemos encontrado que el favoritismo está asociado a síntomas de depresión más elevados en niños favorecidos. Creemos que se debe a que ser la criatura favorita de la madre crea un conflicto en su relación como preferido con sus hermanos. Encontramos que esta tensión con los hermanos en la adultez tiene consecuencias en el bienestar psicológico”, subrayó al citado medio.

Otro de los efectos negativos que puede tener el TDP, es que más adelante, cuando los padres envejecen, podría esperarse que los cuidados sean realizados de forma desigual por el hijo que era considerado como el “favorito”.

Entonces, ¿se debe tratar a los hijos exactamente igual para que no se desencadenen estas consecuencias?

No, ya que según destacó Kramer, aquello es imposible y “tampoco quieren eso”.

“Quieren ser apreciados por lo que son, su edad, interés, género o personalidad”, agregó.

Y respecto a qué pueden hacer los hijos que se sintieron así cuando a ellos les toque ser padres, sentenció que “si no tomamos conciencia y acciones para romper esta transmisión, probablemente vamos a terminar haciendo lo mismo”.

Es por eso que, en caso de que tengas dudas, siempre es recomendable visitar a un especialista para revisar cada caso particular.

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