No es extraño que las personas con una inteligencia elevada concentren las miradas de quienes los rodean. Cuando compartimos y conversamos con alguien que posee esa habilidad, es probable que experimentemos sensaciones relacionadas a la sorpresa, la fascinación, la admiración e incluso nos cuestionemos cómo puede tener tanto talento en una o varias aristas.
Y si bien es bastante probable que en algún momento hayamos conocido a alguien que calza con esa descripción, no ocurre lo mismo en el caso de los superdotados, ya que solo una pequeña porción de la población en el mundo ha sido identificada como tal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se puede considerar que una persona es superdotada cuando su coeficiente intelectual resulta ser mayor a 130 puntos.
Jim Delisle, académico de educación especial de la Universidad Estatal de Kent (Estados Unidos), donde ha dirigido iniciativas dirigidas a niños con esta característica, describe que la superdotación corresponde a “una habilidad innata para detectar y comprender el mundo de maneras complejas que difieren significativamente de las normas esperadas para la edad”.
Se trata de personas capaces de aprender distintas rápidamente, sin que tengan que someterse al proceso de estudio promedio que requiere el común de las personas. No es algo que se pueda lograr o adquirir con el paso del tiempo, por más esfuerzo que se realice, como se podría efectuar con una habilidad o un hobby. Simplemente, se nace con ello.
Pero además del aprendizaje innato, ¿qué otros rasgos específicos permiten diferenciar a un superdotado? ¿Existe un tipo de personalidad en las personas que tienen un coeficiente intelectual superior a la media?
Estos son los rasgos que diferencian a los superdotados
Hilary Brenner, psiquiatra y miembro de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, planteó en un artículo de Psychology Today que, dejando de lado sus capacidades extraordinarias, los superdotados también enfrentan “luchas difíciles” en el camino, dado que “a menudo solo entran en su propia vida más tarde”.
El experto explica que la superdotación intelectual muchas veces es incomprendida por el resto de las personas, por lo que los lugares donde se deben desarrollar los individuos con esa capacidad, como los colegios, trabajos y contextos sociales, podrían promover problemas al no saber cómo responder con ellos. Debido a lo anterior, es probable que los niños superdotados carguen con el estigma de ser inadaptados o poco sociables con sus pares.
“Los niños dotados a menudo son estigmatizados, etiquetados como extraños o antisociales, y son más propensos a ser intimidados o excluidos”, detalla Brenner.
El Davidson Institute afirma que las habilidades de superdotación se pueden evidenciar en múltiples dimensiones, ya sea en la creatividad, la intelectualidad o las artes, de forma simultánea. También está la posibilidad de que el dominio se concentre en una asignatura en particular, como lo son los idiomas, las matemáticas, el lenguaje o la ciencia.
Este grupo de personas presenta indicios en común y que permiten diferenciarlos del resto, lo que puede ayudar a identificar si estamos o no frente a un superdotado. El mismo instituto recoge que algunos de esos rasgos son la profundidad emocional y sensibilidad a temprana edad, curiosidad intensa e insaciable, sentido del humor fuera de lo común o muy maduro, resolución de problemas con creatividad, consciencia de sí mismo y por la sociedad, expresión imaginativa, aprender y procesar información rápidamente y la necesidad de recibir estimulación mental muy seguido.
Otras características que podrían reflejarse son la tendencia a exigirse demasiado a sí mismos, complejizar lo que observan, necesidad de precisión y tener una imaginación vívida. Si bien no es obligatorio que se reúnan todos esos elementos, más de alguno se podría identificar en este grupo.
El aprendizaje de los superdotados, según explica Brenner, podría mostrarse muy adelantado en algunas áreas y atrasado en otras. Todo va a depender de cada caso. El psiquiatra añade que no es sencillo determinar dónde podrían encajar los estudiantes superdotados, puesto que a menudo las escuelas no saben cómo adaptarse a estos talentos para proponerles nuevos desafíos acordes a su realidad.
“Para los niños más pequeños, la apariencia juvenil choca con la capacidad avanzada, lo que dificulta que ciertos maestros sean receptivos”, asegura Brenner.
Una pregunta que se podría originar entre la sociedad es si los superdotados tienen una personalidad más o menos común, distinta al promedio de la gente. Según recoge Brenner, en 2021 los investigadores de la Universidad del Norte de Texas, Uzeyir Ogurlu y Adnan Ozbey, publicaron un artículo que buscó examinar cuál era la relación entre las cinco dimensiones de la personalidad y la superdotación intelectual.
Cabe recordar que esas cinco dimensiones de la personalidad corresponden a la extraversión, amabilidad, apertura a la experiencia, responsabilidad y neuroticismo. Contando con una muestra de 8 mil participantes y otras herramientas, los científicos fueron comprando esos rasgos de la personalidad con los individuos dueños de una superdotación, así como también con aquellos que no la tenían.
La conclusión del análisis fue que en general no había distinciones muy significativas entre esos grupos, sin embargo, la apertura a la experiencia tenía una relación muy estrecha con los individuos de coeficiente intelectual mayor al promedio.
“Parece ser, por tanto, que la apertura a la experiencia es un componente clave de la inteligencia pues contribuye a la creatividad y a la capacidad de considerar múltiples opciones y perspectivas para abordar la vida, resolver problemas y comprender situaciones complejas”, enfatiza el psiquiatra en Psychology Today.