El domingo 3 de junio de 2018, el Volcán de Fuego en Guatemala comenzó una nueva erupción dentro del ciclo en el que está desde el año 2002. Durante estos años, el volcán se ha caracterizado por tener muchas explosiones, con varias de ellas siendo algo violentas, provocando pequeñas avalanchas, lahares, y algunos flujos piroclásticos menores. Pero ese domingo fue distinto. Ese día la mala preparación desencadenó una tragedia cuando el volcán entró en su erupción más grande de las últimas décadas, dejando más de 110 muertos, 200 desaparecidos, miles de evacuados, y millones afectados. Es un desastre en toda ley. ¿Cómo ocurrió todo esto?
El volcán de Fuego está rodeado de muchos poblados y ciudades pequeñas, incluyendo a Antigua Guatemala, no lejos de sus faldeos. Este es un volcán muy activo y sus erupciones ayudaron a generar un suelo útil para la agricultura. Sin embargo, las constantes erupciones han aniquilado este desarrollo. Esto ha generado una falta de oportunidades de trabajo en los pueblos y fincas localizadas en las faldas del volcán, tan activo, que se encuentra en una fase eruptiva desde 2002. Durante esta fase ha tenido muchos eventos eruptivos. Sólo el año pasado tuvo 12 eventos importantes. Además, entre esos eventos hubo explosiones menores muy seguidas y ruidosas, que hacían retumbar los vidrios de las casas cercanas. Esto ha llevado a cierto nivel de indolencia de parte de las personas que viven a su alrededor, precisamente porlo continuo de sus erupciones, ya que nunca fueron demasiado violentas aunque sí impresionantes.
https://youtu.be/Z-SiBND-PbU
El volcán de Fuego tiene un magma viscoso parecido al de muchos volcanes chilenos, por lo que suele tener fases explosivas, no tan grandes. Para entender este comportamiento pensemos en el magma: es básicamente roca fundida, con gas y cristales dentro. Al ir llegando a la superficie el gas quiere escapar, y debido al cambio de temperatura entre el magma y la superficie, el gas lo rompe en trozos muy finos. Por lo mismo, se ha visto que magmas más viscosos, que acumulan más gas dentro, suelen producir erupciones más explosivas. El volcán de Fuego ya había producido pulsos bastante explosivos, pero breves, que generaron flujos piroclásticos. Estos flujos son corrientes de ceniza volcánica, roca y muchos gases tóxicos, que avanza muy rápido y arrasa, quemando todo a su paso.
El domingo 3 de junio, a las 6 am locales, el Insivumeh -que monitorea al volcán- anunció el inicio de una nueva erupción del volcán de Fuego, con flujos piroclásticos bajando por algunos flancos. En su reporte, le recomienda a la oficina de emergencias (Conred) que tome las acciones necesarias. Ésta anunció la erupción, pero no consideró necesaria una evacuación. Quizás, y basados en lo que conocían del volcán, pensaron que sería una erupción más, con potenciales lahares y ríos de lava. Siete horas más tarde, el Insivumeh estableció que esta era la erupción más grande de los últimos años, y recomendó dar la orden de evacuación de pueblos cercanos. Tres horas más tarde había más de mil personas en los albergues. Sin embargo, al no dar la orden de evacuación pronto, muchos murieron en las primeras horas de la erupción. El nivel de desconocimiento respecto a la destrucción de grandes flujos piroclásticos llevó a que muchos tomaran videos de este terrible fenómeno, sin tener idea de lo que veían. Algunos miembros de las oficinas de emergencia miraban, y otros hablaban de lava, que no había, por cierto.
https://youtu.be/aqsRBTU2NI4
Los flujos y la ceniza volcánica dispersada rellenaron muchos valles. El volcán se calmó levemente después de un día, pero aún así hubo al menos 5 instancias de nuevos flujos piroclásticos en los siete días que siguieron a la erupción principal. El problema es que luego comenzó a llover copiosamente, lo que lleva a que se generen grandes lahares, como indicó Insivumeh. Y ocurrieron. Grandes masas de agua mezclada con ceniza volcánica y sedimentos, que arrastran grandes rocas y árboles han bajado por los valles fluviales del volcán de Fuego, dificultando seriamente los esfuerzos de búsqueda.
Lo que ha ocurrido en Guatemala es una tragedia. Aunque aún tenemos que esperar los resultados de alguna futura investigación sobre lo acontecido, los antecedentes dan indicios de negligencias por parte del gobierno. Esto, en un país donde las personas tienen una gran desconfianza en sus autoridades, configura un desastre con todas sus letras.
Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y además profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.