Para quien no lo haya visitado, en el altiplano el frío es tan profundo como el calor. De noche hiela con la misma energía que el astro rey –Taita Inti, como lo llaman en los poblados aymaras- calienta en el día. A 4.500 metros sobre el nivel del mar, es difícil moverse sin sentir que el aire no alcanza para llenar los pulmones, hasta que una mano morena ofrece un salvador té de chachacoma, hierba que evita el mal de altura.

Al frente, el perfecto y nevado cono del volcán Parinacota refleja su figura de 6.342 metros en las aguas del lago Chungará. Es uno de los paisajes más emblemáticos que se ven en postales, pero que muy pocos conocen. Casi en la frontera con Bolivia y parte del Parque Nacional Lauca de 137 mil hectáreas, el Parinacota funciona como la guinda de la torta del viaje por la carretera internacional CH 11.

Camino a Socoroma

Saliendo desde Arica, la vía atraviesa el valle de Azapa, un milagro de vergel entre enormes dunas y que cuenta con el museo en que residen las momias más antiguas del mundo: las Chinchorro. Luego comienza a trepar sin descanso y con mucha curva hacia las alturas andinas. El cementerio de Poconchile, 40 kilómetros más adelante, hace las veces de aduana.

La iglesia de San Gerónimo, creada en 1608 y Monumento Nacional, justifica parar. Ante las centenarias cruces de madera, con nombres que ha borrado el tiempo y eternas flores de plástico desteñidas por el sol, el espíritu pide permiso para entrar en un territorio desconocido. El altiplano es como otro planeta. Las arenas dan paso a la sequedad de los cerros precordilleranos en los que decenas de habitantes de varios brazos habitan sus laderas. Los cactus candelabro, de hasta cinco metros de altura, se presentan y desaparecen a los pocos minutos.

En todo este sector los incas instituyeron sus dominios y el Qhapaq Nan o camino del inca recorrió estas tierras. Declarado Patrimonio de la Humanidad, es posible distinguir parte de esta grandeza en tres sitios. El primero es el pukará de Copaquilla, del siglo XII y montado sobre un cañadón y con una panorámica asombrosa. La segunda es el tambo de Zapahuira, edificación con paredes de piedra y un pequeño monte que la resguarda.

La última es Socoroma. Aquí el camino del inca es visible, construido con piedras y parte del trazado de este minipueblo, carente de autos y prácticamente sin internet. Durante el día sus pobladores trabajan cosechando orégano. En el centro, su iglesia conserva bellas figuras de arte sacro.

Putre Campo Base

Al igual que Socoroma, para llegar a Putre hay que descender una gran quebrada. El pueblo divide su territorio con un regimiento y tiene profundas raíces aymaras y españolas. Ellas son distinguibles en algunas de sus viviendas que unen el adobe de las paredes con antiguos portones de piedra grabada por los europeos. O en los rostros de sus habitantes.

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Una postal de los Nevados de Putre.[/caption]

Nadie sabe por qué Putre no es más famosa. Custodiada por los volcanes Tarapacá y Ancoma, de 5.500 metros de altura, pequeños riachuelos surcan sus calles, en las que hay varios hostales, un par de restaurantes abiertos a toda hora y una cordialidad local potente. Tendría todo para ser la nueva San Pedro. Pero no. Vive como en un preámbulo.

A 3.600 metros de altura, este bello pueblo de montaña –el único con un cajero automático en la zona- da para visitarlo a paso lento. Es un punto ideal para aclimatarse a la altitud. Una noche de sueño acá prepara lo suficiente como para el viaje al Parque Nacional Lauca.

Tierra Elemental

La salida de Putre ofrece cerradas curvas, buses bolivianos a super velocidades y una nueva transición del ecosistema. Llamas y vicuñas se multiplican en los bofedales. Estos reservorios de aguas teñidos con pastos verdes son el hogar de una gran cantidad de aves y bebederos de otros mamíferos que pueblan el parque, como pumas o zorros.

Estos humedales altoandinos componen las 137.883 hectáreas que el Parque Nacional Lauca (1970) custodia y son de suma importancia biológica. Son como verdaderas esponjas y zona de migración de centenas de aves.

A sólo 20 kilómetros de Putre está el sector de "Las Cuevas", con varios senderos de trekking y vestigios de antiguos poblamientos prehispánicos. Entre las rocas más soleadas aparecen rechonchas vizcachas a calentarse, sin tomar en cuenta la presencia humana. La ruta continúa hasta el pueblo de Parinacota, a 4.400 metros de altura.

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La iglesia de San Idelfonso, en Putre.[/caption]

La guinda

Esta villa es un puñado de calles, casas de adobe y un encanto singular que se simboliza en su blanca iglesia y campanario hechos en 1670. Debe ser uno de los monumentos nacionales más curiosos, por ser dueño de varios cráneos humanos incrustados en sus paredes y una mesa que está amarrada como si fuera a escapar. La leyenda dice que sí, que efectivamente escapa en las noches y donde se detenga, alguien morirá.

Los pobladores que ofrecen coloridos tejidos afuera de la iglesia pueden mostrar el inicio de un sendero interpretativo que recorre los bofedales cercanos a la villa y que brinda espléndidas panorámicas de los Payachatas: el Parinacota (6.342 m.s.n.m.) y el Pomerape (6.230 m.s.n.m.), mientras taguas y llamas se alimentan en paz.

Desde esta localidad se puede llegar a Visviri, el afamado hito tripartito, o hacia el Chungará. Si toma la la segunda opción, en el camino se encontrará la laguna Cotacotani, que refleja el relieve andino en sus espejos de agua. Volvemos al té de chachacoma, a la morena mano amiga y a la vista del lago, el volcán perfecto y otros dioses de roca -Sajama, Quisi Quisini, Quimsachata y Guallatari- que enmarcan la cuenca y muestran con orgullos sus cumbres nevadas.

Datos útiles

* Llegar: Buses La Paloma sale a Putre todos los días a las 7 a.m. y retorna a las 14:00. Tramo $ 4.500. A Socoroma, miércoles y sábado $ 4.500. www.translapaloma.cl Para Chungará y Parinacota, hay viajes privados desde Arica o Putre.

* Dormir: En Putre hay opciones para diversos precios. Pachamama Hostel www.hostalpachamama.cl; Terrace Lodge www.terracelodge.com y Vientos del Altiplano, disponible vía Booking.

* Comer: En Putre dos opciones frente a la plaza: el Canta Verdi, con carne de alpaca y sopaipillas. Y Flor de Rosamel, siempre abierto y con menús económicos.