Una de las consecuencias del calentamiento global ha sido el deshielo de glaciares en la Antártica, lo que ha favorecido la creación de icebergs. Estos, debido a las corrientes, llegan a la costa y erosionan el fondo marino, provocando el desprendimiento de algas que suelen estar en sustratos rocosos.

Así lo explica Ignacio Garrido, biólogo marino de la U. Austral y líder de una investigación financiada por Fondap realizada por el Centro de Investigación de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes, que investigó cómo influyen las algas desprendidas -que terminan en el fondo del mar- en la comunidad de invertebrados marinos.

Tras un año de estudio, Garrido notó que la zona de acumulación de algas sirve como zona de refugio, de alimentación y de crianza para algunas especies de invertebrados marinos, como erizos, pulgas de mar, estrellas de mar, anémonas, medusas, peces, entre otros.

"Cuando las algas llegan a fondos arenosos generan depresiones, que son como hoyos. Ahí llegan a parar y se empieza a acumular una gran biomasa de algas. Lo interesante es que debido a las bajas temperaturas, la tasa de descomposición de las algas es tan baja que da tiempo para que se desarrollen determinadas comunidades de invertebrados marinos", explica Garrido. Eso sí, aclara que aún falta por cuantificar esta información.

La importancia de las algas es similar a la que tienen los árboles, dice Garrido: "Son la base de la cadena trófica, ya que son productores primarios que realizan fotosíntesis".

Si bien el efecto de la acumulación de algas podría ser positivo, ya que significa una zona de refugio y alimento para algunas especies, Garrido explica que a largo plazo esto podría cambiar, porque mientras estén a mayor profundidad, menos luz recibirán para hacer fotosíntesis y solo podrán realizar la fotosíntesis basal.