Uno de los problemas más graves que afecta a la acuicultura nacional es cuando las microalgas que emiten toxinas nocivas, tanto para los animales como las personas, comienzan a masificarse en grandes cantidades: la conocida "marea roja".
Es por eso que la reciente Expedición Taitao del buque científico "Cabo de Hornos" de la Armada, junto a un grupo de científicos de las universidades de Concepción y Austral, tuvo como uno de sus principales objetivos probar el Imaging FlowCytobot, un aparato que permite detectar de forma temprana la aparición de estas algas.
El dispositivo está basado en la citometría de flujo, tecnología ampliamente usada en laboratorios, que sirve para identificar y medir partículas.
Hace poco, el Instituto Oceanográfico Woods Hole desarrolló este equipo, que puede ser usado fuera de laboratorios porque es sumergible en el agua. Además, Woods Hole incorporó otros elementos, como una especie de microscopio junto a una cámara, que permite realizar fotografías de las partículas para luego identificarlas y estudiarlas de mejor manera.
También, el Imaging FlowCytobot puede determinar cuáles de las partículas estudiadas contienen clorofila. "De esa manera, uno puede discriminar las que hacen fotosíntesis. Ahí se llega a las microalgas, y después (identifica) a las que producen estas floraciones algales nocivas que se conocen como la marea roja", explica Manuel Gutiérrez, docente de la Universidad de Concepción y uno de los investigadores principales de la Expedición Taitao.
Pocos dispositivos
En el mundo existen 30 de estos aparatos, y el que hay en Chile fue obtenido mediante Fondequip, programa de Conicyt que permite la adquisición de equipo de investigación. Y fue también a través de Conicyt que los investigadores se adjudicaron tiempo de buque en el "Cabo de Hornos" para realizar su investigación.
El "Cabo de Hornos" tiene cinco años, es "el único buque científico que tiene la Armada y es el más moderno a nivel sudamericano. Cumple varios roles, como apoyar la investigación científica relacionada con hidrografía, oceanografía, la pesquera, y el año pasado quedó certificado por la armada de EE.UU. para cumplir tareas de rescate de submarinos siniestrados", explica su comandante, Claudio Muñoz.
Durante los 15 días que duró la expedición, donde navegaron principalmente por los mares de la Patagonia chilena, los investigadores probaron el aparato (que trabaja de forma automática y recolecta información cada 20 o 30 minutos) sin sumergirlo en el agua, conectándolo al sistema de bombeo de agua de mar del buque.
En la expedición Taitao fue la primera vez que los investigadores utilizaron el Imaging FlowCytobot, y tienen planeado que en un par de meses ya esté instalado en una boya cerca de Puerto Cisnes, para que pueda entregar información constante.
"De esa manera, puedes ir generando información respecto a qué variables ambientales son las que eventualmente pueden ocasionar que estas microalgas crezcan en gran medida y produzcan algún problema, en caso de tratarse de algunas de las microalgas tóxicas", explica Gutiérrez.
Una vez colocado, el Imaging FlowCytobot puede funcionar hasta ocho meses de forma remota, sin necesidad de una intervención directa por parte de los investigadores. El aparato detectará la aparición de estas algas que producen toxinas nocivas de forma temprana, y así podrá ayudar tanto a las grandes industrias como a pesqueros artesanales a mitigar los efectos de la marea roja.
Y si bien "estos eventos no se puede evitar que ocurran, sí se puede evitar que las consecuencias sean tan catastróficas. Tenemos que aprender a convivir con estos eventos, y una manera de hacerlo es estar atentos y prevenidos para minimizar los problemas", explica Gutiérrez.
El comandante Muñoz agrega que esta información, que estará disponible para todo el mundo, ayudará a "desarrollar políticas públicas y medidas de mitigación de riesgo".
Gutiérrez también está esperanzado en que, una vez colocado y que haya demostrado su capacidad para detectar tempranamente la marea roja, otros agentes (tanto privados como públicos) se motiven para seguir invirtiendo en el proyecto y, posiblemente, adquirir más de estos aparatos para colocar en más lugares de la costa chilena.