El 7 de mayo de 2013 ingresó al Congreso el proyecto de ley que reconoce y da protección al derecho a la identidad de género, conocido como Ley de Identidad de Género.
La norma busca alinear la legislación chilena al estándar internacional en materia de igualdad y no discriminación de personas trans, cuyo nombre y sexo registrado es incongruente con su identidad de género.
El proyecto original decía que toda persona (sin indicar edad mínima) podía solicitar por escrito la rectificación de su partida de nacimiento, el cambio de nombre, sexo registral e imágenes o soporte digital que no coincidan con su identidad de género. No se podía exigir medios farmacológicos, psicológicos, psiquiátricos o quirúrgicos como fundamento.
Indicaciones posteriores al cuerpo legal exigieron mayoría de edad y se agregó certificar que el solicitante cuente con las condiciones psicológicas y psiquiátricas para formular la solicitud.
Por ello, los últimos cambios propuestos por el gobierno quieren buscar un punto de acuerdo, según el Presidente Sebastián Piñera. En su intervención en la comisión mixta, durante la tramitación del proyecto, el ministro de Justicia, Hernán Larraín, explicó que para los adultos se propone un procedimiento libre y voluntario, pero irreversible, y que los menores de 14 años no podrán acceder al cambio, pero sus padres podrán buscar apoyo de sistemas educativos y de salud.
Y para los mayores de 14 años y menores 18 años, los padres podrán pedir el cambio adjuntando antecedentes médicos y otros. El proceso podrá ser modificado por el adolescente al cumplir la mayoría de edad. Optar a una cirugía también será al cumplir los 18 años.
Límite de 14 años
La disforia de género es una condición presente desde siempre, explica Paz Quinteros, psiquiatra y miembro de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia (Sopnia). "Pero el grado de aceptación de las sociedades ha sido variable e impacta en que las personas la expresen o no".
Se caracteriza por un malestar persistente y un sentimiento de inadecuación con el rol genérico, lo que provoca un profundo malestar psicológico, dice Quinteros.
Malestar que se acentúa al no tener el nombre que deseen. ¿Existe una edad óptima para modificar el nombre? Vania Martínez, psiquiatra del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (Cemera) de la U. de Chile, dice que es recomendable permitirlo desde los 14 años, pues es una edad en la que existe más autonomía. "Hacerlo a los 14 años sería un gran avance", dice.
Pero Quinteros, tratante de niños y adolescentes trans, dice que debe obrar una postura flexible. "Muchos niños tienen claro de manera temprana cuál es su nombre deseado y ello es básico en el desarrollo de su identidad". Debiera permitírseles si es preciso, agrega, antes de los 14 años al haber una disforia intensa y persistente.
Las guías clínicas, dice Quinteros, indican que al persistir la disforia de género hasta el inicio de la adolescencia, es probable que esta se mantenga en un porcentaje mucho más alto hacia la adultez, "creo que debiera permitírseles desde por lo menos los 10 años".
Claudio Martínez, director del Centro de Estudios en Psicología Clínica y Psicoterapia de la U. Diego Portales, resalta que el nombre es muy importante para la identidad. "Es fantástico que se reemplace la mayoría de edad con los 14 años, pero podría ser mucho antes".
Hay adultos con problemas con su identidad, y no solo con su identidad de género, dice Martínez. "Y hay adolescentes que tienen las cosas bastante claras. Establecer edad es complejo. Para algunas cosas tratamos a los niños y jóvenes como incapaces y para otras no tenemos problemas, siempre tienen que ser sujetos de derecho".
Para Franco Fuica, vicepresidente de la Asociación Organizando Trans Diversidades (OTD Chile), la falta de acuerdo en la edad es comprensible, pues "la gran mayoría de los chilenos no entienden". Considera que es un avance, "pero evidentemente queremos más".
Entre los argumentos para determinar esa edad están los que indican que la disforia de género en la infancia no necesariamente continúa en la edad adulta.
El estudio Gender dysphoria in childhood, del Centro Médico Universitario de Amsterdam, Holanda, y el Hospital Universitario de Careggi, Italia, publicado en 2016, concluyó que en los 10 estudios de seguimiento disponibles, cerca del 80% de los niños luego se retractaba en la adolescencia. Dice que tras seguir a niños y niñas prepúberes con disforia de género, esta perduró hasta la adultez en solo entre el 6 y el 23% de los niños. "Los biológicamente niños eran más propensos a identificarse como gays en la adultez más que como trans", dice Quinteros en relación al estudio.
Pero Martínez dice que hay una equivocación al interpretar esos datos , al suponer que en niños con disforia de género profunda eso se va a modificar. "Tenemos un niño de ocho años que doy por seguro que no va a cambiar".
El representante de OTD Chile, quien es trans, señala que en su experiencia, entre los dos o tres años ya sabía lo que le ocurría. "Sabía que no era mujer, hasta que me dijeron que era mujer y tenía que adaptarme".