Los meses de vacaciones son las fechas cuando suceden más casos de violencia digital hacia los niños, niñas y adolescentes. Y es que esta población, al tener más tiempo, realiza más actividades a través de las redes sociales, un escenario ideal para los depredadores. De hecho, un informe detectó que, entre 2018 y 2019, la cifra de este tipo de delito aumentó en un 267% en el verano.
El grooming, según la Oficina Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, sucede “cuando un adulto contacta a un menor de edad a través de medios electrónicos o cualquier tecnología de transmisión de datos, con el objeto de ganar su confianza, atacar su integridad sexual o con fines de explotación sexual (incluyendo la obtención, almacenamiento o difusión de pornografía infantil)”.
Desde el organismo advirtieron que este delito se puede realizar a través de redes sociales, chats de mensajería instantánea y hasta juegos en línea. Además, otro informe realizado por UNICEF, detalló que “el entorno digital se ha vuelto uno de los mayores espacios de interacciones de niños, niñas y adolescentes (NNyA), lo cual lleva a que algunos tipos de violencia sucedan allí cada vez con más frecuencia”.
De hecho, en el informe 2022 sobre grooming en Argentina, elaborado por la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, se concluyó que siete de cada diez NNyA sufrieron acoso sexual mientras navegaban por Internet.
¿Cuál es el modus operandi?
En general, Silvia Ongini, médica psiquiatra infantojuvenil del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas José de San Martín, explicó que el objetivo de este tipo de acoso es tomar contacto con un menor para “ganarse su confianza” y luego generar un encuentro personal en el mundo físico.
En muchos casos, también convencen a la víctima para obtener material de contenido sexual y así poder comercializarlo, distribuirlo o satisfacer sus prácticas sexuales, informó la especialista.
También remarcó que “el grooming es una forma de abuso sexual, y el abuso sexual se constituye siempre como un vínculo depredador que se apoya sobre uno previo de amor, confianza y dependencia, provocando que a las chicas y chicos les cueste reconocerse como víctimas”. Es así como el groomer usará la situación para su propio beneficio.
La doctora también aclaró que el “modus operandi” de estos depredadores es bastante reconocible: eligen a sus víctimas por edad, exposición y vulnerabilidad, poniendo en jaque los vínculos con familiares y referentes de niños, niñas y adolescentes. También, es bastante común que utilicen un lenguaje afectuoso y frases cargadas de afecto, que van “naturalizando” progresivamente los aspectos sexuales.
¿A qué deberían estar atentos los padres?
Lo principal es prestar atención a lo que ocurre en el mundo virtual tanto como en el real: “El ciberespacio es un ámbito que no siempre es seguro, es una vidriera donde no elegimos quién ve y tampoco qué se hace con la información que se comparte”, dijo Ongini.
Un estudio realizado por la ONG Grooming Argentina realizado entre 2019 y 2020 y que encuestó a 4276 niños, niñas y adolescentes, concluyó en distintas cifras alarmantes: 48,9% de ellos fueron agregados a grupos de WhatsApp por desconocidos, sin su consentimiento.
Más de la mitad (56,4%) habla con personas desconocidas en Internet, a un 35,4% les han pedido que enviaran fotos desnudos o con poca ropa y un 33,49% recibió imágenes o videos de contenido sexual de un desconocido.
El 26% de los menores declaró que se encontró personalmente con alguien que conocieron por Internet y 10% tenían menos de 13 años de edad.
Por ello, los especialistas recomiendan a los padres que dialoguen con los hijos y, sin asustar, advertirles acerca de los riesgos que suponen las redes sociales y hacer énfasis en la importancia de no entregar información personal y menos fotografías y videos a desconocidos.
También enfatizaron en que los progenitores deben informarse y saber manejar las nuevas tecnologías que usan a diario los niños, niñas y adolescentes, para continuar siendo los “adultos cuidadores” y no dejar que sea un obstáculo para detectar una situación de peligro.
Estar atento y hablar sobre qué hacen en Internet, con quién hablan y sobre qué temas, pero de una forma natural. También estar atento a cambios de comportamiento que llamen la atención y puedan ser indicadores de que están siendo víctimas de un abuso sexual. Estos indicadores pueden ser: ansiedad, cambios en el lenguaje corporal (cabeza agachada, evitar la mirada, etc).
Además, las señales de alerta específicas del grooming es estar conectados hasta altas horas de la noche, ocultar los dispositivos móviles, insistencia de conectarse al Internet y, finalmente, ansiedad o temor a la hora de conectarse o jugar en línea.