Todavía no había terminado la película cuando las personas comenzaron a ovacionar. Las manos de más de mil personas aplaudían sin parar ese 22 de mayo de 2023, cuando, después de nueve años de obstáculos, se estrenó Los colonos. Sin tapujos, el filme chileno retrata el violento genocidio Selk’nam que sucedió el siglo pasado en Chile.
Fue en el Festival de Cannes, en Francia donde se reconoció el trabajo del director y coescritor de la película, Felipe Gálvez. Pero esa lejanía no la sintió solo por los kilómetros, sino por lo difícil que es hacer cine en Chile, y más aún si es sobre una trágica historia que muchos han decidido olvidar.
El cineasta nos transporta a la Patagonia chilena de 1901, donde un estanciero rico contrata a un teniente inglés y a un mercenario estadounidense para abrir una ruta para sus ovejas hasta el Atlántico. Pero un chileno mestizo, que los guía en el camino, sin querer se vuelve cómplice de una violenta cacería de indígenas.
“En la historia de Chile hay una violencia sangrienta que está olvidada y escondida”: el negacionismo de los Selk’nam
—Los Selk’nam son graffitis, stickers, peluches, imanes de refrigerador, etiquetas de vino, logos de ropa y de heladería y un largo etcétera. La pregunta es: ¿la gente los ocupa como forma de manifestar lo terrible que fue el genocidio de su pueblo o como imagen pop?— dice Felipe Gálvez, el director de Los colonos en conversación con La Tercera.
Una mezcla de ignorancia y negacionismo, quizás, pero para el cineasta la historia es importante. Por esto, decidió que sus espectadores viajen por el tiempo, a inicios del siglo XX, para revivir una historia que se borró de la conciencia nacional, que es “vergonzosa, violenta y que se reemplazó por un nombre bonito”.
—En la historia de Chile hay una violencia sangrienta que está olvidada y escondida. Para reflexionar sobre el negacionismo, que es algo que se repite mucho en nuestra historia, como con la dictadura, era bueno ir más atrás, a una historia borrada de las páginas oficiales del país—asegura el cineasta.
Con su equipo de producción, guión y el grupo de actores nacionales e internacionales, donde se encuentran Alfredo Castro, Marcelo Alonso, Camilo Aranbicia, Benjamín Westfall, Mishell Guaña y los ingleses Mark Stanley (de Game of Thrones) y Sam Spurell, partieron marcha a Tierra del Fuego, en la Patagonia chilena, para retratar una ficción basada en hechos reales.
Gálvez recuerda el frío, el clima impredecible y los paisajes hermosos. Pero más que todo, el ánimo y compromiso de todo su equipo, que compartió con él la misión de contar la historia olvidada del pueblo indígena que había hecho de esas tierras su hogar.
—A veces era de noche, hacía mucho frío y apenas podíamos mantenernos parados, y eso que estábamos súper protegidos con ropa especial, en comparación a los actores que estaban con vestuarios de época. Realmente fue un esfuerzo físico y mental gigante que hicieron todos los técnicos y actores por participar en esta película—.
—Es bonito sentir que el entorno es el que cree que hay que jugársela, ese cariño que uno empieza a sentir de la gente cuando se une a ayudar. Era como una sensación de que esta historia tenía que ser contada, que era necesario hablar de esto y que por eso había que darlo todo—se sincera el cineasta con La Tercera.
Y es que a pesar de que la película tiene toques de humor, aventura y emoción, fue inevitable mostrar el racismo, brutalidad y violencia que sufrió el pueblo Selk’nam, un recurso que el director utilizó para dejar de “endulzar” la historia y contarla tal cual fue.
—Estamos acostumbrados a ver violencia en las películas. Pero es diferente cuando esa violencia nos involucra como país. Genera un choque y muchas emociones. En Los colonos, es una violencia que te hace reflexionar, que provoca, que te pone incómodo—revela Gálvez.
Los colonos: la difícil tarea de hacer cine en Chile
En Chile, le cerraron la puerta en repetidas ocasiones. En cambio, con otras ayudas internacionales fue adquiriendo poco a poco lo necesario para hacer posible filmar la historia de los Selk’nam. Galvéz revela a LT que Los colonos se terminó montando en Francia, se editó el color en Italia y el sonido en Taiwán.
—De Chile recibimos poco. La película (que es de bajo presupuesto) costó casi 1 millón 600 mil dólares y del país recibimos 220 mil dólares aproximadamente.
El cineasta afirma que este tipo de obstáculos hace que los directores chilenos suelan hacer sus proyectos con miedo a equivocarse.
—En Chile no podemos hacer películas libremente. No hay la posibilidad de experimentar, de hacer un trabajo artístico porque, ¿qué pasa si no te sale? ¿Cómo poder equivocarse y creer que va a existir otra oportunidad?
La falta de presupuesto y oportunidades se refleja también en que, después del primer gran desafío de buscar fondos, está el segundo: lograr distribuir la película en los cines del país. Y es que a pesar de ser una película nacional, todavía no existe una fecha confirmada para verla en Chile, no así en países como Estados Unidos y Europa.
—Tenemos que salir a competir contra Marvel, por ejemplo, y contra todas las megaproducciones sin absolutamente nada. Ahora, con el equipo, estamos tratando de buscar un camino para mostrar la película—dice Galvéz, con una nota de preocupación a LT.
—Para mí, no va a estar terminada hasta que no se vea en Chile—.