“¡Pide los deseos, Romina!”, grita una mujer con una manzana que simula una torta con una vela prendida, después de cantarle cumpleaños feliz a una amiga por videollamada. Al otro lado de la pantalla, la cumpleañera piensa sus tres deseos, mientras otros cinco “invitados” atentos presencian el festejo y toman fotos con sus celulares, que se logran ver desde el rectángulo que aparece en el computador. De Romina no se sabe nada más, sólo su nombre porque aparece en el título del archivo y porque su amiga lo grita con emoción. Lo que sí se sabe es que el video es un claro ejemplo de cómo se han realizado las celebraciones durante la pandemia. Así es como en los últimos seis meses se han conmemorado los cumpleaños confinados alrededor del mundo, y este video es un registro histórico de ese fenómeno que ya está almacenado en el sitio web “Memoria Covid-19”, de la Biblioteca Digital de la Universidad de Chile.
En la página, los saludos de cumpleaños se repiten en dos ocasiones. Otro video muestra una recopilación de reflexiones de los 101 días de encierro de un hombre del cual sólo se escucha su voz. En una fotografía se puede ver el Metro vacío y en otra imagen se observa un rito fúnebre en pandemia, donde el sacerdote utiliza mascarilla. También se deja ver el nacimiento de un niño en pandemia y el funeral de un joven por Covid-19.
Estas y más memorias se han reunido en distintos formatos en la página, una iniciativa del departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma universidad. Un proyecto que busca recopilar vivencias cotidianas que den cuenta de cómo se vive hoy en Chile la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Los testimonios se suben de forma anónima y están divididos en fotos, videos, audios, cartas, dibujos y memes. El contenido depende de quién lo envía: a veces son poemas, fotografías de familiares, dibujos de cómo los niños ven la pandemia o registros de hechos, como un operativo por Covid-19 en un recinto penitenciario.
Lanzado en julio en colaboración con la Dirección de Servicios de Información y Bibliotecas (Sisib) de la Universidad de Chile, el portal ya recopila alrededor de 150 archivos, número que llega a ser al menos cuatro o cinco veces mayor en visitas, dice Isabel Torres Dujisin, coordinadora del proyecto y académica del departamento de Ciencias Históricas. Es un sitio de navegación libre, donde se puede observar e incluso descargar el contenido que ya existe y completar un formulario para adjuntar archivos propios que se quieran compartir. “Es un registro de esta experiencia histórica, que marca un antes y un después en la sociedad, en el mundo económico, en la ciencia y en lo personal. En la vida cotidiana, en todos lados. Entonces es un acontecimiento muy importante y este archivo digital lo que busca es que recupere este presente, recopile, preserve distintos tipos de registro de memoria”, afirma Torres Dujisin.
Historia en tiempo real
Entre 1918 y 1920, la gripe española causó la muerte de 40 mil chilenos, en una población que no alcanzaba los 4 millones de habitantes. Desde 1957 a 1959, la influenza asiática se llevó la vida de 20 mil personas, de un total de 7 millones de chilenos. De ambas pandemias se manejan cifras, que al momento de llegar el Covid-19 al país los académicos fueron a buscar. La información podía aportar como antecedente e, incluso, respuesta a ciertas interrogantes, pero por más que Torres Dujisin leía no encontraba un análisis histórico del fenómeno.
“Como historiadora me llamaban preguntándome si podía comparar la pandemia con la gripe española. Yo he estudiado ese período y desde el punto de la salubridad puedes encontrar información, pero el análisis histórico del fenómeno social y cultural no está. Debe haber un par de análisis, pero no es una cosa que uno pueda encontrar en cualquier momento. De ahí surge esa sensación de que hay que hacerlo, que esta vez necesitamos el registro histórico”, cuenta la académica, que en mayo se plantea la idea del proyecto. “Tenemos que dejar registro”, se dijo a sí misma y comenzó a planearlo.
Llevó la propuesta al departamento de Ciencias Históricas y desde la Universidad de Chile apoyaron la idea. Invitó a participar a dos estudiantes del doctorado, Constanza López y Óscar Riquelme, con quienes concibieron el proyecto que desde Sisib ejecutaron en la red.
Riquelme, quien había conocido a Torres Dujisin como su profesora del curso “Historia del Tiempo Presente” en el doctorado de Historia de la Universidad de Chile, cuenta que eran alrededor de las 7 de la tarde cuando recibió el llamado para sumarse. “Lo primero que recordé fue un proyecto de archivo digital que comenzaron a trabajar los franceses a fines de los 90, cuando la pandemia del sida estaba en su apogeo en ese país y un grupo de historiadores se reunió pensando cómo recabar los testimonios de los familiares”, explica, refiriéndose al proyecto “Los archivos del sida. Entre lo individual y lo colectivo, una memoria viva”, del historiador Philippe Artières. “En ese trabajo había una preocupación por captar los sentimientos, las sensibilidades de los familiares, pero también de los mismos sujetos que vivían la pandemia. En ese sentido el repositorio sirve como un archivo de época. Por eso pensé que si los franceses lo hicieron en los 90, esto podía funcionar acá en este instante”, agrega.
Pero esa no fue la única referencia internacional de memoria Covid. Sus realizadores reconocen que observaron dos investigaciones que están documentando la pandemia en otros lugares del mundo. Una es de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, y otra de la Universidad Duke Kunshan, en China. “El proyecto de nosotros extrae casi las mismas metodologías del que están haciendo los chinos. Innovamos en que permitimos el ingreso de testimonios a través de archivos Word. Ellos utilizan una fotografía y un testimonio en audio”, explica Riquelme. ¿Por qué el archivo escrito? Por un guiño a la pandemia de la gripe española en nuestro país. “Lamentablemente en los años 20 casi no hay testimonios, porque el analfabetismo era muy alto, entonces no podían dejar testimonio. Hoy es distinto”, dice el historiador.
La idea del registro es que sea actual y cotidiano, que los archivos se suban mientras todo está ocurriendo, que sea lo que se vive en el confinamiento, lo que se piensa e, incluso, lo que se comparte en las redes sociales. “La memoria va cambiando de acuerdo con la percepción del momento. Uno va modificando los recuerdos, entonces en un año más puede ser que desde la distancia veamos de manera distinta lo que estamos viviendo hoy y que los recuerdos tiendan a arreglarlo o, al contrario, a verlo más terrible todavía. Eso es lo valioso de ir registrando ahora en el momento. Y que después uno con la distancia vuelva a esta época y se dé cuenta de cómo se vivía realmente la pandemia”, reflexiona Torres Dujisin.
Riquelme dice que el público objetivo del repositorio es bien explícito: todo tipo de persona que quiera dejar su testimonio, incluso fuera de Chile. El otro público, más implícito, son los investigadores del futuro, los sociólogos o periodistas que en los años que vienen quieran investigar este período y saber cómo se vivió la pandemia. “Cuando empezamos a fraguar este repositorio pensamos mucho en los investigadores, en nuestros colegas, porque son las mismas dificultades que uno tiene cuando quiere investigar cómo vivió Chile la pandemia en los años 20, la gripe española, la viruela o la meningitis en los 50. Los historiadores del 2050 o 2070 van a querer captar este período y el repositorio digital va a ser una fuente muy importante”, cree Riquelme.
Torres Dujisin apoya la idea de su colega y destaca la importancia del relato popular: “La idea es poder comprender lo cotidiano. La historia de las personas también te da cuenta de lo que es la historia del país. La historia tradicional cuenta los grandes acontecimientos, los grandes hechos, los grandes protagonistas, los presidentes de la república, los líderes, pero nunca está el anónimo, es como si no existiera, pero existe y es superimportante. Entonces, en esa dirección es donde creo que está el gran valor de este registro”, cuenta la académica.
Quisiera que la gente leyera sobre la experiencia de las circunstancias que estamos viviendo, de que de repente la vida se reduce a tus circunstancias y que ahí está la riqueza. Que quede el registro de que en algún momento nos sentimos vulnerables
Jaime García, quien subió una fotografía propia al sitio
La corriente que la historiadora comparte se llama Historia del tiempo presente, en torno a la cual existe un círculo de varios países que se entrelazan con esta propuesta. Es una perspectiva de análisis que trata de la inmediatez y que de cierta manera se establece como marco teórico de la propuesta Memoria Covid-19. “En la historia actual se han ampliado las fuentes, por ejemplo, si yo trabajo con historia política puedo ver los tuits como fuente histórica. Entonces yo creo que todo esto sigue esa línea. Lo que me encantaría es que esto fuera un repositorio que pudiéramos ir revisitando, analizando e interpretando desde diferentes perspectivas multidisciplinarias. Para la gente que quiera tener una mirada comprensiva, que comprenda en el futuro, porque la mirada de la distancia es distinta a cuando uno está en el hoyo del huracán. Estamos en el hoyo del huracán y cuando salgamos vamos a mirarlo distinto”, explica.
Para Riquelme es interesante cómo el proyecto va a lograr captar estos años. “¿Cómo los sujetos sueñan en la pandemia? Viviendo encerrados, en cuarentena. ¿Cómo esa desesperanza o ese sentido de solidaridad que se ha visto ahora en la pandemia influyen en el dormir? Los testimonios que se presentan ahí, los dibujos, las cartas apelan a eso. Hay una sección del repositorio donde uno va generando las emociones”, reflexiona.
Por otra parte, la invitación a compartir la propia historia también es un ejercicio para superar traumas a través de la memoria colectiva, afirma la coordinadora. “Si uno está compartiendo, si yo entro a la página y veo que hay gente que está mal, me siento más acompañada. Algo similar ocurre si hablamos de la nostalgia, la angustia, o por ejemplo los testimonios de insomnio. Si estoy superinsomne o angustiada, me doy cuenta que no soy sólo yo, que somos, que es una expresión de este momento, entonces en ese sentido uno siente que no está solo, que es parte de una comunidad y eso me parece interesante. Lo otro también es el exteriorizar, que es una especie de labor sicoanalítica, es desahogarse. Esto tiene algo de desahogo, de contar lo que está pasando para compartirlo, pero también para desahogarte. También tiene una función terapéutica, de expresarse y no sentirse solo”.
Ser parte de la historia
Jaime García se paró frente al espejo y se tomó una fotografía. “Encuentro conmigo mismo”, dice el asunto del archivo que subió al sitio web. Para él esa imagen y esa frase representan parte de lo que ha traído la pandemia a su vida cotidiana. “Me ha llamado la atención y me conmueve que, por las circunstancias, todos empiezan a mirarse a sí mismo. La práctica de mirarse a sí mismo es una práctica abandonada y creo que la pandemia ha hecho que la mayoría de la gente empiece a hacerlo. Que comience a mirar su fragilidad”, cuenta García.
Él es profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez y supo del proyecto por un conocido, que le comentó que se estaba desarrollando un sitio web donde la gente compartía lo que le había pasado en la pandemia. “A mí me pareció superinteresante, porque era interesante llevar el registro de una cosa tan insólita e inédita como la que estamos viviendo, tan impensada, tan bizarra diría yo”, cuenta. Por eso, luego de reflexionar decidió subir una imagen: “La foto es al espejo y esa es la gracia, no es una foto que me tomaron, no es una selfie, soy yo mirándome a mí mismo en un espejo”.
Piensa que el virus y sobre todo el confinamiento ha sido un tiempo de reflexión para la población, que se vio sorprendida por algo jamás pensado, menos en tiempos de avances tecnológicos. García cree que surge un replantearse las cosas y un análisis introspectivo y quiere que eso quede en el registro. No sólo cómo se vivió el encierro en la rutina, sino que también lo que se pensaba y sentía. “Quisiera que la gente leyera sobre la experiencia de las circunstancias que estamos viviendo, de que de repente la vida se reduce a tus circunstancias y que ahí está la riqueza. Que quede el registro de que en algún momento nos sentimos vulnerables y que la manera de enfrentar esa responsabilidad era respetando nuestras circunstancias. Esto es lo que hay, el saber que no somos inmortales, no somos infinitos”, reflexiona el profesor.
Luisa Debesa se enteró de otra manera de la existencia de “Memoria Covid-19”. A ella la llamó directamente Isabel Torres Dujisin. Debesa es, junto a sus hermanas Laura y Lucía, una de las fundadoras del proyecto “Te escribo porque”, una iniciativa que entrega cartas de distintas personas a pacientes con Covid-19 para darles ánimo y acompañarlos a la distancia.
“¡Hola! ¿Cómo estás? Te escribo porque quiero acompañarte, sé que eres una personita muy fuerte y valiente y por eso te quiero felicitar. Sé que no puedes recibir visitas, por eso quisiera desde acá y aunque no te conozco, decirte que deseo que sigas tan fuerte como hasta ahora y así pronto puedas estar con tu familia y con tus amigos”, dice al inicio una de las nueve cartas que se pueden leer en el sitio web de la Universidad de Chile y que Debesa facilitó para que queden en el registro. La iniciativa de las hermanas está inspirada en un sitio español, que también hizo de manera participativa una red donde las personas podían enviar misivas que serían entregadas a los hospitalizados.
En Chile el proyecto se inició en el Hospital San Borja, donde trabaja una de las hermanas Debesa, pero fueron tantas las cartas que recibieron que se fueron ampliando a otros centros de salud y empezaron a dirigir los mensajes también a los trabajadores del recinto. Ya son más de cinco mil cartas las que han sido entregadas y que llegan de distintas partes del país e, incluso, del extranjero. “Se creó una red de acompañamiento y nos gustaría que quedara para el recuerdo, guardar memoria, porque hay cartas preciosas que nos gustaría poder recordar y dejar así para el recuerdo lo que pasó y lo que ha pasado este año”, cuenta Luisa Debesa.
Apenas le llegó la invitación de la académica de la Universidad de Chile, Debesa aceptó. “El proyecto ‘Memoria Covid-19’ nos parece increíble; estamos felices de que sea utilizado con fines académicos. Si hay algo que yo valoro es la historia y esto es parte de la historia. Es emocionante ser parte de ella; es una muestra mínima de todo lo que en realidad ha sido la pandemia y nosotros tenemos el sueño de que esto quede plasmado para generaciones futuras, entonces es demasiado emocionante que pueda quedar, es un honor participar del registro”, agrega.
Porque esa es la idea: que quede el registro. En ese sentido, Riquelme dice que saben que la mantención de un sitio de este tipo es compleja. Hay un costo pagado por la Universidad de Chile que tiene claro que no se va a mantener más allá de dos o tres años. Por eso han generado alianzas con portales de otras universidades para preservar documentación web, como Wayback Machine, de la Universidad de California, que sirve para mantener estas páginas en el tiempo. “Una vez que este repositorio esté consolidado con una cantidad de testimonios considerables se va a enlazar con Wayback Machine, para que cuando la Universidad de Chile deje de financiar ese proyecto se encargue de su mantención”, explica Riquelme.
Porque, de nuevo, el objetivo es que quede registro. Esa es la invitación de “Memoria Covid-19”. “La idea es ‘ser parte de la historia’, esa es la esencia final de esto, que tu experiencia cuente, que sea parte de la historia de lo que hemos vivido. Que estos protagonistas anónimos formen parte de la historia, que son gente común y corriente”, finaliza Isabel Torres Dujisin.