En las fotografías del norte de Chile, tomadas desde el espacio, se ve el magnífico y gran desierto de Atacama. Pero también se pueden observar manchas que, aunque cuesta creerlo, son montañas de ropa usada y abandonada.
Un cementerio de ropa de segunda mano que yace allí, sin que alguien se encargue de sacarlo, mientras continúa contaminando el ecosistema, pues tardarán al menos 200 años en desintegrarse.
Se trata de prendas que provienen de Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia que, por su uso o desperfectos, nadie quiere y terminan convirtiéndose en basura. Pero, ¿cómo llegaron a parar en el desierto del norte, de quién es responsabilidad y cómo repercute esto en la salud de los humanos y animales?
Por qué nadie fiscaliza los desechos que terminan en el basural del desierto
Macrobasurales de miles de toneladas de ropa yacen abandonadas en los cerros de los desiertos cerca de Iquique. Desde poleras, pantalones y abrigos hasta patines de hielo fue lo que mostró un reportaje de CHV, que pudo hablar con Patricio Ferreira, el alcalde de la comuna de Alto Hospicio, una de las más golpeadas por este extraño fenómeno.
—Finalmente es la basura del mundo que nosotros como país de alguna u otra manera estamos permitiendo que ingrese y que lamentablemente entran por la zona franca. Tenemos gente que ha sido totalmente irresponsable con el tema de la basura—declaró la autoridad comunal.
La zona franca de Iquique es un lugar donde el Estado de Chile busca incentivar el desarrollo económico de las zonas más extremas del país, facilitando la compra de bienes a través de la reducción o eliminación de los impuestos. Por su ubicación, es la puerta de entrada de productos de todo el mundo, y también de las toneladas de ropa que hoy ensucian el desierto.
A cargo de esta zona está la ZOFRI. El equipo de CHV también pudo hablar con su directora.
—La ropa usada es un comercio lícito. La zona franca no puede prohibirlo ni coartarlo, primero que todo. Pero sí, lo que hoy es pertinente y necesario es poder tener sin lugar a dudas un rol fiscalizador, que no es de nuestra competencia como zona franca—declaró Roxana Cerda Norambuena, con severidad.
Cerda Norambuena aseguró también que no tienen la posibilidad de hacer una trazabilidad de lo que hacen sus importadores con los desechos.
Entonces, ¿de quién es competencia encargarse del basural que cada vez aumenta más en el desierto?
—No tenemos la capacidad, porque es demasiado—dijo el alcalde Ferreira, con una nota de nerviosismo.
El daño que provoca la ropa usada y abandonada en humanos y animales
—El mayor porcentaje de las vestimentas tiene tejidos plásticos. El porcentaje mucho menor es de fibras naturales, que tienen componentes biodegradables y se pueden integrar a los ciclos— empieza a explicar la doctora Patricia Matus, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes.
En conversación con La Tercera, Matus, que es experta en Salud Pública, asegura que la ropa sintética que yace en el desierto es un desecho plástico que no se degrada completamente, sino que se va “moliendo” y empieza a producir una contaminación de micropartículas de plástico. La comunidad científica ha alertado sobre los posibles efectos nocivos que puede tener en la salud de los seres vivos.
Y es que las micropartículas viajan por el viento y, a pesar de formarse en el desierto -que no es tan habitado-, de alguna manera u otra, transportadas por las ráfagas, llegan al resto del país, por lo que no solo en el norte se sentirán las consecuencias del basural de ropa usada.
—El mar es el que concentra todos los ríos, todos los plásticos. Se ha evidenciado que el plástico y las micropartículas las consumen los animales, desde las aves hasta los peces, pero nosotros también. Hay una gran preocupación en este momento sobre cuál es el impacto de esto.
En el desierto, una señora llamada Manuela dijo en el reportaje ser la responsable inicial de los montones de ropa. Reveló que era “la basura que bota la ZOFRI” y que ella, que no tiene el capital para comprar fardos, abría la ropa que abandonaban, seleccionaba lo que le servía para vender en la feria y el resto lo quemaba.
Pero el municipio llegó para decirle que no se podía quemar por la contaminación.
—En esos lugares donde hay basurales, basta un chispazo para producir un incendio. Ahí ya es más rápido que la contaminación viaje por otros lados. La quema sin control no es la solución—concuerda la doctora.
La solución: un consumo más consciente y mejora en las leyes
—La realidad es que nos estamos convirtiendo en un mundo lleno de plástico y eso, en algún momento, va a ser mucho más que una crisis. Uno tiene que tomar conciencia y tener un consumo responsable—alerta la doctora Patricia Matus a LT.
Chile ya ha tomado algunas medidas, como la prohibición de uso de las bolsas de plástico, sin embargo, el tema de la ropa es un poco más complicado.
Existe una ley de responsabilidad extendida del productor que hace que las personas que importen o produzcan algún producto, deben hacerse responsables de su correcta eliminación y de su rehúso.
Esto es algo que las grandes empresas de la industria de la moda y fast fashion (ropa que sigue tendencias a bajo costo, como H&M, Zara, Shein, Forever 21, etc.), en general, no hacen.
—Todas esas fibras pueden volverse ropa en una cadena de reciclado—explica Matus. Y es que la experta señala a La Tercera que lo que falta es que la importación de ropa se denomine como materia que tiene que entrar en esa legislación.
—La ley consiste en que usted importa lo que quiere, pero usted se hace responsable. Me tiene que mostrar que si no lo vendió, cómo lo va a disponer y meter en un ciclo de reciclaje—ejemplifica la especialista en Salud Pública.
Una vez que una persona compra una prenda, la responsabilidad sobre qué pasa con ella pasa a ser absolutamente de parte de ella. Entonces, para romper ese ciclo de irresponsabilidad, es necesario tener un consumo consciente, evitar los plásticos de un solo uso y una moda más sustentable y amigable con el medioambiente.