Dos décadas de sufrimiento e incertidumbre parecen haber llegado a su final para la familia McDonald, después de que el 15 de marzo de 2003, se encontrara el cuerpo de una de sus hijas, Megan, en las afueras de Nueva York, Estados Unidos. La causa de su muerte fue un traumatismo contundente, por lo que la investigación en busca de su asesino comenzó de inmediato.

Pero recién esta semana, 20 años después, se arrestó al principal sospechoso: Edward Holley, de 42 años, acusado de asesinato en segundo grado de Megan McDonald.

Después de tanto tiempo de una búsqueda sin resultados, de haber entrevistado al acusado múltiples veces y de incluso tener la evidencia de que fue la última persona con la que se vió a la víctima, la justicia parece haber llegado a la familia McDonald.

Megan McDonald junto a su padre, el detective Dennis McDonald.

Hija de un detective y novia de un narcotraficante

Dennis McDonald era un conocido y respetado detective del Departamento de Policía de Nueva York, e incluso, en su trayectoria, había ayudado a investigar el primer ataque al World Trade Center. Sin embargo, falleció un año antes del asesinato de su hija, en 2002.

Mientras tanto, su hija, Megan, tenía 20 años y era estudiante en el Colegio Comunitario del Condado de Orange y, además, trabajaba como mesera en una galería en el centro. Su posible asesino era su novio, de 22 años, quien también era su principal proveedor de marihuana. La investigación data que fumaban juntos todos los días.

Además de su salario como mesera, Megan recibía 1250 dólares mensuales (990 mil pesos chilenos aproximadamente) por la pensión de la muerte de su padre. Ella le había prestado parte de ese dinero a su novio, Edward Holley, para que se comprara un automóvil. Sin embargo, él no quiso devolverlo después, razón por la que habrían terminado, según data la denuncia.

La investigación también alumbra que durante este tiempo, desde su ruptura, ella estaba “ansiosa por comenzar su vida como una adulta joven”. Comenzó a asistir a más fiestas con sus amigos, firmó un contrato de arriendo para vivir en un nuevo departamento y, además, habría comenzado una nueva relación romántica.

El estremecedor caso del asesinato de la hija de un detective

Fue en una de esas fiestas cuando, después de la medianoche, los invitados vieron a Megan irse con Holley. Después, se los identificó conduciendo en autos separados a través de un complejo de departamentos.

El auto de Holley era muy reconocible, según los testigos, pues era un Honda Civic morado del que salía la música fuerte, le decían “el auto más ruidoso de la ciudad”.

Después, los dos autos se detuvieron y el hombre subió al auto de Megan, un Mercury blanco, y se perdió su rastro. Al día siguiente, Megan no llegó a su turno de medio día en el café donde trabajaba, lo que encendió las alarmas entre su familia y amigos.

El encuentro de su cadáver

Encontraron el cuerpo de Megan y, dos días después, su automóvil. Las pruebas forenses indicaron que su muerte se trató de “un asalto brutal en el que el agresor usó repetidos golpes en la cabeza, con un arma de mano”.

Durante la investigación, los detectives de la Policía Estatal hicieron entrevistas a cientos de personas, viajando incluso a lugares lejanos para ver si encontraban las pistas necesarias para entender el caso. Incluso, ofrecieron una recompensa de US$20.000 (cerca de 16 millones de pesos) para cualquier persona que tuviera información sobre el caso.

La fotografía de Megan McDonald se irguió en una valla publicitaria, en la ruta 17 de Middletown, con un número de teléfono para recibir cualquier pista que pudiera servir. “En todos nuestros homicidios, buscamos justicia. Pero este es un caso importante para nosotros”, dijo el Capitán Joseph Kolek, pues se trataba de la hija de uno de sus colegas más queridos.

Edward Holley, de 42 años, sospechoso del asesinato de Megan McDonald.

Y no fue hasta este año que Edward Holley, su exnovio y la última persona con la que fue vista Megan, fue arrestado y acusado de asesinato en segundo grado dentro de un centro correccional donde ya estaba encarcelado previamente por violación de la libertad condicional que le otorgaron por un arresto por narcóticos.

“El cobarde que mató a nuestra amada Megan hace más de 20 años está donde pertenece: en la cárcel”, dijo Karen Whalen, la hermana de la víctima, en una conferencia de prensa. “En el transcurso de 20 años, la familia de Megan nunca perdió la esperanza de que llegara este día”, agregó.