Megan McGuillin, una joven universitaria que reside en Irlanda del Norte, ha pasado la mitad de su vida con un problema de salud que no es común a su edad: cirrosis.
Tenía apenas 10 años cuando recibió el diagnóstico. Según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos, esta afección generalmente aparece en la adultez, entre los 45 y 54 años.
La cirrosis corresponde a una enfermedad crónica en la que el hígado está cicatrizado y con daño permanente, de acuerdo al mismo instituto. Lo que ocurre es que cuando se genera una lesión en el hígado, el órgano hace esfuerzos para recuperarse. Ahí es cuando se forma el tejido cicatricial que reemplaza el tejido normal del hígado, impidiendo que este último funcione correctamente.
Aunque existen varios trastornos hepáticos y otras condiciones que pueden llevar a la cirrosis, las causas más comunes son la hepatitis y el consumo excesivo de alcohol. No se puede revertir y cuando está en sus últimas etapas puede ser mortal para quien la padezca.
Cómo es ser diagnosticada con cirrosis a temprana edad
Según un artículo de la BBC que abordó la historia de la estudiante de medicina, las enfermedades hepáticas no son frecuentes en niños.
Girish Gupte, hematólogo pediátrico del Hospital de Mujeres y Niños de Birmingham (Reino Unido), detalla al medio que “es posible que la mayoría de la población jamás haya oído hablar de menores con problemas hepáticos crónicos”.
El especialista advierte que en los últimos años se ha visto que los casos han aumentado, a raíz de que las herramientas para diagnosticar la cirrosis se han ido perfeccionando. Y si bien gran parte de los casos pueden ser controlados con los tratamientos indicados, menciona Gupte, también hay otros en que la condición empeora con el tiempo.
Con Megan lo que ha sucedido es que los especialistas ni siquiera han podido identificar el origen de su cirrosis. Una incertidumbre con la que debe vivir a diario es que en el futuro su hígado pueda dejar de funcionar como debe.
La universitaria relató a la BBC que poco después de ser diagnosticada por los doctores, le habían dicho que cuando cumpliera los 18 años tendría que recibir un trasplante de hígado. Luego, el plazo se extendió a los 21. Pero cuando cumplió esa edad el año pasado, el trasplante no llegó.
Como en su adolescencia no podía practicar deportes de contacto, Megan determinó que probaría en un equipo de remo de alto rendimiento, donde se quedó por varios años. Cree que eso fue clave para cuidarse físicamente, pero también para que su hígado se mantuviera más o menos bien.
Durante la época en que fue diagnosticada, la británica tuvo que enfrentarse a otras interrogantes que no entendía del todo, por ser una niña. Aunque la cirrosis puede ser provocada por el consumo crónico de alcohol, hay una larga lista de otras posibles causas. Especialmente si esta se da en niños.
Para explicarle en qué consistía su enfermedad y por qué era tan dañina, los doctores le plantearon que “tenía el hígado de una alcohólica”. Megan no entendía esas palabras, puesto que “nunca antes había bebido alcohol”.
“Eso muestra que cuando las personas tienen una enfermedad hepática la suposición común es que se debe al alcoholismo”, apuntó la joven. Cuando llegó a la adultez decidió que no consumiría alcohol, lo que le ha significado recibir cuestionamientos de otras personas.
A pesar de los obstáculos, la estudiante intenta llevar su vida lo más normal dentro de sus posibilidades. Entiende que esa “normalidad” puede resultar bastante distinta si la compara con la de sus pares. “Tengo que tener limitaciones y hay ciertas cosas que puedo y no puedo hacer”, explica.
Por su condición, no sabe qué será de ella en el largo plazo. Es posible que nada malo ocurra o que el estado de su hígado empeore. “Eso terminaría eventualmente con un trasplante (..) Podría ocurrir mañana, la próxima semana, en 5 años, en 10 años, simplemente no lo sé”, afirmó.
Por ahora, Megan sigue con su hígado funcionando pero no en óptimas condiciones. El trasplante solo llegará cuando se identifique una baja evidente en la función hepática o “tu condición haya afectado tu estilo de vida de tal manera que estés extremadamente mal”, dice.
“Cuanto más tiempo tenga mi hígado biológico, el hígado con el que nací, eso será lo mejor para mí”, concluye la británica.