El entorno en el que nació la pequeña Hannah Wesche nunca fue fácil. Incluso antes de nacer los doctores no tenían la certeza si podría sobrevivir: su madre, Adrian Latham, tenía adicción a la heroína. Al saber de su embarazo inició un tratamiento con metadona para salvarle la vida.

La niña logró nacer el 11 de enero de 2015, pero heredó la misma adicción de su madre. Más tarde, Adrian entraría a la cárcel por delitos de drogas y Hannah tuvo que quedar bajo la custodia de su padre Jason Wesche.

Sin embargo, aquellas situaciones serían apenas el principio de lo que tuvo que vivir más tarde. El 8 de marzo de 2018, cuando tenía tres años de edad, Hannah sufrió graves lesiones en una vivienda del condado de Butler, Ohio. Tenía varios hematomas en su cuerpo y quedó con muerte cerebral.

A pesar de los esfuerzos que se hicieron en el hospital donde estaba internada, 10 días después falleció por un traumatismo craneoencefálico.

¿La responsable? La niñera que a diario la cuidaba, Lindsay Partin, quien estaba molesta porque la niña había lanzado ketchup en el baño y su padre estaba atrasado con los pagos.

El crimen de Hannah Wesche

Luego de que Adrian entrara a la cárcel, la niña se fue a vivir al hogar de su padre Jason, quien tenía otras dos hijas de una relación anterior.

Cuando cumplió los cuatro meses de edad, su padre quedó desempleado y sin un lugar donde quedarse, de acuerdo al periódico local The Cincinnati Enquirer. Al buscar entre sus opciones, se dio cuenta que lo mejor sería llevar a su hija a vivir con su hermano Jeremy. Ella dormiría dentro del hogar, y él, en su auto.

La crisis se extendió por dos años, hasta que Jason consiguió por fin un trabajo en el área de la construcción.

Sin embargo, el hombre no tenía a alguien que pudiera cuidar de su hija por los momentos que no estaba en casa. Trabajaba 12 horas diarias y era imposible que la niña quedara sola a su corta edad.

De pronto apareció alguien que podría ayudar. Se trataba de Lindsay Partin, quien vivía al lado de su casa y era pareja de Timothy J. Smith, un colega de trabajo de Jason.

Hannah Wesche quedó en custodia de su padre Jason, luego de que su madre ingresara a la cárcel.

Lindsay parecía la persona más adecuada para estar atenta de Hannah. Parecía amable, se había formado en educación preescolar y tenía dos hijas pequeñas, Vivian y Savannah. También cuidaba a una niña llamada Kaelynn.

De esa manera Jason acordó con Lindsay que le pagaría 30 dólares por hora para que estuviera a cargo de su hija, mientras él trabajaba de lunes a jueves. La babysitter comenzó a cuidar de Hannah oficialmente en julio de 2017, lo que se extendió por ocho meses.

Si bien a ojos del resto parecía que era el espacio perfecto para que las niñas jugaran y pasaran un buen rato, la realidad era otra completamente diferente.

Como la madre de Hannah no estaba presente, la niñera se dedicaba a bañarla, trasladarla hasta sus clases de baile y otros cuidados. Sin embargo, también estimaba pertinente enseñarle lo que era la “disciplina” a través de castigos físicos reiterados, cuando la niña no se portaba según lo que ella esperaba.

A lo anterior se sumaba que Jason tenía algunos atrasos con los pagos por el cuidado de su hija, y que además, Lindsay no lo estaba pasando bien en su propia vida: estaba experimentando una crisis de pareja y unas semanas antes antes de la muerte de Hannah tuvo un aborto espontáneo.

El 8 de marzo de 2018 partió como cualquier otro día: Jason tenía que ir a trabajar y dejaría a Hannah en el hogar de su niñera. Se despidió de ella y se apartó de ella a eso de las 7 de la mañana.

Todo cambió en cuestión de segundos. De acuerdo al medio británico Metro, inicialmente Lindsay dijo que Hannah entró a su vivienda esa mañana y expresó únicamente dos palabras: “donut” y “sofá”. Después de eso, supuestamente se cayó al suelo y se golpeó la cabeza.

“No sabía lo que estaba pasando. Pensé que era sólo una caída y que ella estaría bien”, dijo la mujer al medio británico. En esos mismos instantes llamó al 911, a la policía y a Jason, quien llegó inmediatamente. Ahí, el padre encontró a su hija recostada en el sofá del garaje prácticamente en estado de inconsciencia.

A la izquierda, Lindsay Partin.

La llamada a emergencias que Lindsay hizo aquel día devela que se identificó como alguien que cuidaba niños y que también intentaba “consolar” a la pequeña. Mientras tanto, Jason hacía esfuerzos por ayudar a su hija. “Hannah, mira a papá. Mira hacia arriba”, decía el padre.

Minutos después de esa llamada llegaron los paramédicos a la vivienda de la babysitter y Hannah fue trasladada hasta el Hospital de Niños de Cincinnati. Con el paso de las horas, los doctores comenzaron a notar que las lesiones y hematomas de la pequeña no coincidían con las de una caída.

A la vista de la policía, tanto Jason como Lindsay parecían sospechosos de lo ocurrido con la niña y fueron interrogados. Después de hablar con ella en la estación de policía, los detectives permitieron que la mujer regresara a su hogar y ella creyó que eso era todo. Incluso, intentó ver a Hannah en el hospital, pero no se lo permitieron. En la mañana del 9 de marzo, fue arrestada.

Jason supo de la noticia en el recinto de salud donde su hija luchaba para seguir viviendo. Después de haber pasado por varias operaciones, ella estaba en coma inducido.

Por esos días uno de los médicos que atendía a Hannah le dijo a su familia que el golpe fue “como si la hubieran arrojado desde una casa de dos pisos sobre concreto sobre su cabeza”, relató Dave Latham, abuelo materno de la niña.

La familia esperaba que sucediera un milagro para la pequeña y pudiera sobrevivir, pero su estado de salud no era para nada alentador. En la medianoche del 18 de marzo de 2018, fue declarada fallecida.

Hannah Wesche fue brutalmente golpeada el 8 marzo de 2018, lo que después la dejó con muerte cerebral.

El juicio

Las versiones de Lindsay fueron cambiando reiteradamente en los días siguientes a la fatal golpiza. Una de sus versiones indicaba que la niña había tenido una caída el 7 de marzo y a eso se debían sus lesiones y hematomas, y que incluso, se lo había mencionado a Jason.

En otra ocasión afirmó que había golpeado y sacudido a la niña después de que quedara llorando por la ausencia de su padre. También apuntó que no se había caído sola, sino que mientras la estaba cargando.

“Me enojé y simplemente le di una bofetada en un lado de la cabeza (..) La sacudí y recuerdo que la levanté y la apreté”, expresó la mujer en un interrogatorio con la policía, y que más tarde, fue exhibida en el juicio.

Según hallaron los fiscales, después de que la niña entrara a la casa de su babysitter, había quedado llorando y lanzó un poco de ketchup en el baño. Ahí fue cuando Lindsay procedió a golpearla, lo que terminó por causarle la muerte. También estaba profundamente molesta por el atraso de los pagos por su labor.

El forense que realizó la autopsia, en tanto, determinó que la pequeña había sido agredida.

Tras la muerte de Hannah, la babysitter fue acusada de asesinato, homicidio involuntario y cuatro cargos de poner en peligro a un niño.

El 2 de abril de 2019 se dio inicio al juicio, instancia en que se tendrían que mostrar todas las evidencias y testimonios que pudieran aportar al caso. Un punto importante es que el abuelo de Hannah, Dave, contó que su nieta se había sincerado con que la niñera la había dañado.

“Mi nieta tenía moretones en el pecho y cuando le pregunté qué pasó, dijo ‘niñera’”, explicaba Dave.

Lindsay Partin durante el juicio por la muerte de la niña que cuidaba.

A eso se suma que en el juicio se mostraron evidencias de que, días antes del hecho, la mujer había buscado en Google cómo se podían disimular heridas.

Los médicos del Hospital de Niños de Cincinnati que atendieron a Hannah también testificaron en la ocasión, específicamente, sobre el tiempo en que la niña podría haber caminado o hablado tras experimentar la brutal golpiza. Ahí, indicaron que en este caso no era posible que hubiera podido realizar esas actividades pocos segundos después de esa lesión.

En esos momentos, la defensa de la acusada indicó que ella no tenía antecedentes penales y optó por culpar a Jason. Los abogados aseguraron que él  estaba mintiendo, porque no había mencionado que tenía a un amigo viviendo en el hogar. 

Asimismo, mostraron fotografías para demostrar que el padre no tenía el lugar más idóneo para que creciera una niña: su departamento lucía completamente sucio, lleno de objetos desordenados, y solo con un colchón para que su hija durmiera. De todas formas, esas pruebas terminaron por no funcionar.

A pesar de que parte del círculo de Lindsay la apoyó durante el juicio y testificaron a su favor, asegurando que no sería capaz de cometer un crimen, su pareja Timothy J. Smith decidió no hacerlo. Justo por esa época estaba enfrentando la acusación de haber violado a una niña de 10 años.

El juicio se extendió por siete días y finalmente el jurado declaró que la babysitter era culpable por los delitos que se le adjudicaban. Greg Stephens, el juez del condado de Butler, la condenó a cadena perpetua con la posibilidad de que pudiera optar a libertad condicional una vez que transcurran 18 años, de acuerdo a The Cincinnati Enquirer.

Desde el entorno de Hannah ha indicado que harán todo lo posible para que la mujer no salga de la cárcel. “La niñera la arrojó contra el suelo de cemento del garaje. Y ella le dijo rotundamente lo que pasó a la policía”, indicaba Dave a Metro.

Por su parte, Jason ha dicho a los medios que se siente “perdido” tras la pérdida de su hija y que él depositó toda su confianza en su vecina para que la cuidara. “Ella la mató (..) El dolor nunca desaparece y lo sobrellevo día a día”, explicó.

Hoy, la mujer permanece tras las rejas en la Institución Correccional de Dayton, en Ohio.

En una entrevista que concedió desde la cárcel al mismo medio británico en 2022, Lindsay insistió en su inocencia y que “nunca” lastimó a la niña de 3 años. Está segura de que las fotografías sensibles que se mostraron de Hannah influyeron en que fuera necesario responsabilizar a alguien, y esa persona, fuera ella.

Su familia y amigos también insisten en que no participó el homicidio y que no debería estar en la cárcel. Sin embargo, en 2020 una corte de apelaciones ratificó su condena.