¿Qué harías si, estando en la selva, un gorila de casi 254 kilogramos corre hacia ti, chillando? A ese terrorífico escenario se enfrentó Vianet Djenguet, un camarógrafo y cineasta que fue invitado a la República Democrática del Congo para grabar la vida en la naturaleza y cómo se adaptan estos animales a la compañía humana.
El hombre le relató a la BBC que sintió mucho miedo cuando el primate —bautizado como Mpungwe— actuó así con él, pero que lo entendía. Y es que los gorilas alfa suelen hacer ese tipo de acciones para “poner en prueba” a las personas y defender a sus familias.
“Esa acometida fue una forma de decir: ‘Mira, mi familia está aquí. Tengo que protegerla, así que retrocede. Pero si te mantienes firme, eso es algo que le impide avanzar”, contó el cineasta.
El equipo conservacionista del Parque Nacional Kahuzi-Biega invitó a Djenguet para ayudar a salvar a los gorilas de su extinción: tenían que acostumbrarse a la presencia de humanos a través de la “habituación”, un proceso donde deben ganarse la confianza del macho alfa.
Si él aceptaba a los humanos, su familia también lo haría.
Así es cómo transcurrió la historia entre el gorila y el camarógrafo.
Cómo un gorila aceptó en su manada a un humano
Según explicó la BBC, el gorila Mpungwe y su familia están al borde de la extinción. Por ello, decidieron intentar que se acostumbren a la presencia humana para que así los turistas puedan visitarlos y generar ingresos que permitan su conservación.
Pero sabían que no era una tarea fácil: Mpungwe es un primate de 35 años y líder de un grupo de 23 gorilas (adultos y bebés). Sin embargo, es muy protector con los suyos. Tenían que ganarse su confianza.
Por ello, el cineasta Djenguet comenzó a seguirlos por todas partes, con su cámara que pesaba 50 kilos y un trípode. El hombre tuvo que “actuar como ellos” e imitar sus gestos y cómo utilizaban las manos.
En sus observaciones, Djenguet reveló que los gorilas son extremadamente parecidos a los humanos y que, incluso, “las gorilas hembra cuidan de forma similar a las madres humanas”.
Otro ejemplo sorpresivo es que el hijo del gorila alfa perdió una de sus patas después de quedar atrapado en una trampa. “Pero el animal sabía lo que tenía que hacer para sobrevivir. Se levantaba muy temprano por la mañana y hundía los pies en el río, dejándolos allí durante al menos 10 minutos”.
“De esta manera, desinfectó sus heridas”, relató el cineasta.
Por trampas y la caza desmedida de los humanos hacia los gorilas, estos animales sienten mucho estrés estando cerca de las personas. Por ello, aunque la habituación puede generar dinero para que los gorilas puedan conservarse, no es lo ideal.
“Sería mucho más fácil dejarlos en el bosque y dejarlos libres”, afirmó Djenguet. No obstante, no existe suficiente presupuesto para cuidarlos de esta manera, por lo que “los gorilas acaban pagando por su propia supervivencia”.
Después de tres meses de convivir, Djenguet contó con orgullo que el gorila Mpungwe y su familia “casi lo habían adoptado. Me dejaron entrar”. Fue así cómo culminó su encuentro que, aunque empezó con la pata izquierda, terminó con el gorila golpeando el pecho del hombre como forma de amistad y de despedirse.