El lado oscuro de las ‘funas’ a influencers: “Hay comentarios violentos que pueden hacer mucho daño”

Comparten su día desde que despiertan hasta que van a dormir, muestran el outfit que usarán, qué comen, qué hacen, con quién están, qué productos ocupan, dónde pasean. El trabajo de los influencers es así: a cada seguidor, le regalan una buena porción de su vida privada. Sin embargo, la conexión con tantas personas es un arma de doble filo.

Y es que oculto detrás de las pantallas, el anonimato parece ser un lugar suficientemente cómodo para amedrentar a quien sea, sin recibir penitencia alguna. En reiteradas ocasiones, se han presentado casos de personajes de las redes sociales que hacen algo ‘malo’, dicen un comentario impopular o tienen actitudes negativas que derivan en ‘funas’ masivas.

Este término, que ha sido acogido en el vocabulario diario de los chilenos, significa ‘repudio público’ contra algo o alguien.

Y aunque la molestia de las redes frente a comportamientos y dichos negativos de una figura pública es completamente válida, las ‘funas’ pueden escalar rápidamente desde un inocente comentario de una receta de sopaipillas hasta una amenaza de muerte.

Este es el panorama de influencers, seguidores y ‘haters’ al que nos enfrentamos en los últimos tiempos.

“La accesibilidad y masificación de las redes sociales nos han dado un espacio virtual, que es un espacio de vida, que nos permite mantenernos comunicados de forma permanente. Esto tiene muchos beneficios, pero también tiene otra cara, que es la de estar más expuestos”, comienza a explicar a La Tercera Romina León, académica de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes.

Para la experta, el influencer es una persona que, “deliberadamente elige exponerse aún más que otras”. Y es que, a la fecha, ser una figura pública puede ser un trabajo de tiempo completo para muchos, por lo que toman la decisión de exponerse, teniendo en cuenta también los beneficios que trae esta carrera.

Pero en el escenario entran los usuarios de Internet que suelen seguir a distintos personajes para darles apoyo, aunque también para transmitir odio: “Como es un espacio virtual, la gente se siente con mayor libertad o más ‘envalentonada’ para decir de manera harto más descarnada las ideas, sentimientos y pensamientos que puedan sentir de manera más impulsiva y con menos filtro”.

“Probablemente, esas mismas personas no dirían las mismas cosas si se tratara de un espacio presencial. Quizás se guardarían o medirían los comentarios que hacen. Pero en las redes sociales se genera ese espacio que fomenta el anonimato y la sensación de esconderte para decir todo sin filtro”, dice la psicóloga.

Entonces, cuando se genera una molestia entre usuarios hacia un influencer, comienza una especie de “efecto de contagio” donde se suman más y más personas que, sin filtro, atacan a todo quien esté expuesto en ese espacio virtual.

“Los ataques van creciendo como una bola de nieve. Aumenta la cantidad de comentarios, de insultos, descalificaciones, el nivel de agresión y llega a niveles realmente preocupantes y muy violentos que pueden llegar a hacer mucho daño”.

Es en esta situación en la que los influencers son un blanco fácil. ”Si una persona decide dedicarse a fondo a las redes sociales, tiene que anticipar que se trata de un espacio tremendamente riesgoso y, por tanto, yo haría una invitación a la prudencia”, asegura León.

Aunque la experta defiende la libertad de expresión, analiza que en el contexto actual, “te expones a que si tu opinión no está dentro de los cánones de lo que es aceptable en nuestra cultura, efectivamente va a ser criticado, juzgado y eventualmente ‘funado’”.

Pero en paralelo, “los ataques de odio masivos de los usuarios son realmente terribles y deben juzgarse con dureza, en el sentido de ser críticos al respecto. Están fuera de límite y no deberían realizarse”.

Es decir, hay responsabilidad de ambas partes: tanto de los influencers con el contenido que comparten, como sus seguidores y usuarios que interactúan con ellos.

Son varios los influencers que han sido ‘funados’ en el país por varias razones. La lista es larga y contempla a personajes como Constanza Capelli, Ignacia Antonia, Ropero Paula, Pollo Castillo, Jorge Chacón, Cata Vallejo, Kika Silva, Rey Alcalde, iamferv, entre otros.

Y, como modo de protección, muchos deciden cerrar los comentarios de redes sociales, poner sus cuentas en modo privado y hasta desaparecer por mucho tiempo.

Esto último es lo que anunció la influencer Beatriz Bravo (el más reciente caso de influencers ‘funados’) quien pidió disculpas después de haber dicho en su podcast Ni tan distintas que creía que meter a los niños en duchas de agua fría era aceptable. El comentario desencadenó una ola de reacciones críticas —una interacción normal y esperable en Internet— sin embargo, otros fueron más allá y amenazaron con matarla y tirarle ácido en la cara cuando transite por la calle.

“Hay comentarios realmente catastróficos que pueden tener un impacto enorme en la salud mental de quienes se ven afectados por este tema”, enfatiza la psicóloga Romina León. Y es que los influencers tienen su fuente de trabajo (celular) todo el día con ellos, por lo que no se ‘desconectan’ en ningún momento.

En cambio, cuando una persona con un empleo corriente tiene problemas, usualmente termina la jornada laboral y se va a casa a tratar de relajarse y olvidar lo que pasó.

“Ellos viven sumergidos en esa realidad 24/7. Por lo tanto, tiene un impacto y un alcance en el fondo, que es mucho más masivo y por tanto creo que puede llegar a tener un tremendo perjuicio en su salud mental”.

Los comentarios de odio denigrantes y de amenaza pueden provocar que una persona tenga “reacciones de carácter más patológico o sintomático, como una ansiedad que no le permita seguir funcionando en sus tareas y actividades cotidianas”.

También pueden tener “crisis de angustia, de pánico y eventualmente se pueden gatillar episodios depresivos”.

La psicóloga añade que, muchas veces, no es solo el odio el que gatilla este tipo de situaciones, sino también el contexto de la persona. La ‘funa’ sería solo un agravante.

“Los problemas de salud mental habitualmente responden a un conjunto de distintas variables. Padecer el odio en redes sociales puede gatillar un problema pero no es el único causante. Esa persona puede estar teniendo problemas familiares, sufriendo estrés laboral o teniendo dificultades económicas. Es una sumatoria lo que puede provocar algo más complejo”.

Aún así, la experta declara que gran parte de la sociedad que está presente en redes sociales tiene “un nivel de agresión tremendamente controversial”.

El llamado de la psicóloga es ir a psicoterapia en caso de requerir contención emocional, pues “es un espacio apto para cualquier persona que se sienta con la inquietud de trabajar temas personales de cualquier índole, pero con mayor razón si está atravesando un problema o período de dificultad personal en cualquier área de su vida”.