El ridículo robo a un banco que llevó a descubrir cómo una persona ignorante tiene tanta confianza en sí misma
Un ladrón de bancos no hizo el mínimo esfuerzo para ocultar su apariencia y fue captado por las cámaras de seguridad. Estaba convencido de que su rostro era invisible.
Era un día de enero de 1995 en Pittsburg, Estados Unidos. Según recopiló la BBC, McArthur Wheeler había planeado atracar dos bancos junto a un cómplice. No era un ladrón novato, pero a la policía le llamó la atención que el hombre no hiciera ningún esfuerzo en ocultar su apariencia al cometer el crimen.
Fue identificado rápidamente gracias a las cámaras de seguridad y, una vez capturado por las autoridades, le informaron que habían logrado detenerlo al poder ver su rostro. Pero el ladrón quedó sorprendido.
“¡Pero me eché jugo de limón!”, les dijo a los policías.
¿A qué se refería el ladrón?
Por qué una persona ignorante tiene tanta confianza en sí misma
“¡Me eché jugo de limón!”, les dijo Wheeler a los detectives, quienes quedaron asombrados, pero no tanto como cuando les explicó a qué se refería.
Alguien le había dicho que si se ponía jugo de limón en la cara, sería invisible ante las cámaras. Por ello, se roció el rostro con el líquido, pese a que le quemó la piel y no podía abrir los ojos por el ardor.
Pero quería comprobar si realmente era invisible y se tomó una foto polaroid, donde no apareció. Convencido de su nuevo poder, se dirigió a robar los bancos.
Según los detectives, al hablar con la prensa sobre el caso, aseguraron que lo más probable es que el ladrón apuntó mal la cámara al no ver bien por el jugo de limón, o que la película estaba defectuosa. Pues, definitivamente, su técnica no funcionó.
El caso despertó el interés de un profesor de psicología social: David Dunning, de la Universidad de Cornell. ¿Cómo alguien, a pesar de su estupidez, puede sentir tanta confianza en sus habilidades? ¿Será cierta la frase de Charles Darwin que aseguró que “la ignorancia genera confianza con más frecuencia que el conocimiento”?
Junto a su colega, Justin Kruger, hicieron una serie de experimentos donde determinaron que las personas incompetentes sufren de dos cargas: “No solo llegan a conclusiones erróneas y toman decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les priva de la capacidad de darse cuenta de ello. Como el señor Wheeler, se quedan con la impresión equivocada de que lo están haciendo bien”.
La investigación de ambos se convirtió en un “clásico de la psicología social” y el fenómeno se bautizó como el efecto Dunning-Kruger: en cualquier grupo, quienes se ubican en el 25% inferior del desempeño, son menos capaces de evaluar sus talentos.
“Quizás en la ironía más cruel, lo que es más probable que la gente ignore es el alcance de su propia ignorancia: dónde comienza, dónde termina y todo el espacio que ocupa en el medio”, escribió Dunning después, en otro artículo.
Y es que los humanos somos conscientes de muchas cosas que no sabemos, pero hay otras cosas que no sabemos que no sabemos.
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