Era 18 de diciembre del año 2022, cuando Elon Musk decidió poner su futuro en manos de los usuarios de su reciente adquirida red social: “¿Debo renunciar como jefe de Twitter? Me atendré a los resultados de esta encuesta”, escribió.
Y para sorpresa de él, el 57,5% de los participantes (más de 10 millones de votos) estuvieron a favor de su renuncia.
“¡Renunciaré como CEO tan pronto como encuentre a alguien lo suficientemente tonto como para aceptar el puesto! Después de eso, solo dirigiré los equipos de software y servidores”, declaró en el hilo del tuit.
La búsqueda de Musk
En un foro de Dubái, el multimillonario se volvió a referir a su encuesta del año pasado, y confesó que todavía está en planes de buscar a alguien que lo reemplace como SEO de Twitter: “Me imagino que probablemente hacia el final de este año será un buen momento para encontrar otra persona que dirija la empresa”.
Y es que Musk aseguró que primero quería estabilizar la organización y cerciorarse de que esté en una “situación sana y que la hoja de ruta esté claramente definida”. Este comentario pareciera ir dirigido a los cambios y polémicas que generó desde que compró la aplicación en octubre del año pasado, pues él mismo admitió que “ha sido una montaña rusa”.
Esto porque el magnate, desde que adquirió Twitter, dijo que estaba en riesgo de quiebra: primero despidió de inmediato a varios altos ejecutivos y casi a la mitad del personal, les dio un ultimátum a los que se quedaron advirtiéndoles que debían hacer un trabajo “extremadamente duro” e inició un sistema de verificación con un pago de 8 dólares.
Además, desbloqueó las cuentas acusadas de discursos de odio y conspiración, como la de Donald Trump, y ha estado cambiando con mucha frecuencia las reglas de la aplicación, como una de las últimas que especifica que las personas solo podrán tuitear 2400 veces al día y que tendrán limitaciones en la gente que siguen y en el espacio de tiempo entre tuits.
A esto hay que agregarle que muchas personas han criticado al empresario por haber “descuidado” sus otros negocios, en especial Tesla, ya que sus acciones perdieron valor desde que compró Twitter, además de haber dejado sus “promesas futuristas” en nada.