El último reporte del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) puso en cifras una tendencia que muchas personas dentro de la sociedad ya percibieron: los chilenos ya no quieren tener hijos, y la tasa de natalidad alcanzó su mínimo en toda la historia del país.
Para hacerse una idea, en 1960 se registró que las madres tenían en promedio 5.4 hijos, pero el Anuario de Estadísticas Vitales 2020 constató que las mujeres chilenas en la actualidad tienen 1.3 hijos.
Sin embargo, no se trata de una corriente tan nueva. Desde el año 2000 se comenzó a invertir la fecundidad y los nacimientos en Chile, además de ir en paralelo con el resto del mundo, donde las sociedades contemporáneas están mostrando poco o nulo interés en tener y criar niños o niñas.
Pero, ¿por qué los chilenos ya no quieren tener hijos? ¿Cómo nos afectará este fenómeno? Esta es la explicación de Dante Castillo, sociólogo y académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de Santiago de Chile (Usach).
Por qué los chilenos ya no quieren tener hijos
Para profundizar en la preocupante cifra del INE, Questio y Qualitativa —dos agencias de investigación de mercado y opinión— realizaron el estudio Qué hay detrás de la baja natalidad en Chile.
La encuesta arrojó que el 17% de los chilenos entre 16 y 45 años no piensa tener hijos, lo que se traduce en que 1 de cada 5 jóvenes no tiene deseos de ser madre o padre.
Entre las principales razones, están:
- Quiero consolidar mi desarrollo profesional/laboral y estudios (85%)
- Es muy alto el costo económico (75%)
- Futuro incierto, crisis social y/o ambiental (62%)
- No me siento preparado (46%)
- No podría dedicarle todo el tiempo que quisiera (44%)
- Quita libertad, tiempo para mí, experiencias (44%)
- No tengo una pareja con la que me proyecte (38%)
- Prefiero tener mascotas (37%)
- No me interesa, no me llama la atención (30%)
—A esta tendencia nacional y mundial contribuye principalmente el estilo de vida que viene asociado a la vida contemporánea y a la sociedad moderna, que influye en la actitud y valores sociales. Se comienza a considerar negativamente si tener hijos o no —comienza a explicar Dante Castillo, sociólogo de la Usach a La Tercera.
El experto también apunta al papel de la familia, que hoy tiene nuevas interpretaciones —muy distintas a las que existían anteriormente— y que “hace que exista cierto rechazo a tener hijos”.
Por otra parte, está la inseguridad laboral y las condiciones económicas precarias que ponen una gran incertidumbre sobre la mesa a la hora de pensar en los costos de crianza y de educación.
Pero en el escenario también está el nuevo rol de género que tiene la mujer.
—Hubo un cambio que tiene que ver con la ubicación de la mujer. En las prioridades, se le otorga el mismo valor a la maternidad que al ámbito profesional. De hecho, últimamente es más valorado el logro profesional —comenta el experto, quien también es subdirector de la Escuela de Psicología de la Usach.
Y, finalmente, está la posibilidad que trae la tecnología de la reproducción en retrasar el momento en el que se quiere ser madre o padre hasta después de los 40 años, algo impensable hace varias décadas y que hoy se puede lograr a través de distintos tratamientos innovadores.
Qué consecuencias trae la baja tasa de natalidad en Chile
—Las consecuencias de la baja natalidad en Chile se notan poco desde la perspectiva de desarrollo de un país. Bajo los estándares mundiales, la tasa de reemplazo (el balance entre nacimientos y fallecimientos) es de 2.1 hijos. Pero en el caso chileno, que es de 1.3 hijos por mujer, ese efecto todavía no se refleja, porque va a la par con la disminución de la mano de obra —le dice el sociólogo a LT.
Esto quiere decir que, actualmente y con la llegada de la tecnología, en los trabajos se necesita cada vez menos personas para distintas funciones, por lo que la baja natalidad no significa un mayor problema a la hora de “reemplazar” a los trabajadores jubilados o fallecidos.
—No es preciso decir que si la población disminuye, tendríamos problemas financieros. Pero sí tendríamos problemas si la población envejece mucho. Económicamente es viable una sociedad que tiene una tasa de reemplazo por sobre lo mínimo —asegura.
Pero el sociólogo advierte que sí existe una gran consecuencia.
—Con menos nacimientos, vamos a tener una sociedad cada vez más vieja y esto tiene efectos no solo en la dimensión sanitaria de la sociedad, sino también con la productividad y la innovación. Lo que se pone en tela de juicio con una sociedad vieja es la renovación —explica Castillo.
Es decir, una sociedad vieja que carece de juventud es más dogmática, conservadora, duda más del cambio y está menos estimulada para hacer ensayos y errores sociales, culturales y estéticos.
—Los cambios paradigmáticos están muy asociados a la juventud por distintos motivos, incluso filosóficos. Lo que podríamos tener es una sociedad relativamente paralizada, estática, técnica y conservadora. Ese es el riesgo desde el punto de vista de la sociología.
¿Servirían estrategias de incentivación para ser madres y padres en Chile?
Otros países, como China, han presentado problemas de natalidad en sus poblaciones e ideado planes para incentivar que las personas quieran tener hijos, a través de “medidas de apoyo” en impuestos, seguros, educación, vivienda y empleo.
Pero para Castillo, estos incentivos en Chile son inviables, y no solo porque la sociedad china suele ser más centralizada y está expuesta a decisiones estatales más duras.
—Por el momento, no es factible, porque significa tener recursos que no tenemos. No solo se deben financiar bonos que beneficien económicamente a una familia, sino también cambios culturales (...) En Latinoamérica, no lo vamos a poder hacer. Lo primero es levantarlo como una problemática pero desde el punto de vista de la capacidad que vamos a tener para renovarnos y proyectar sociedades que piensen en la emancipación para una mejor vida —finaliza el experto.