Hace varios años se detectó por primera vez la presencia de microplásticos —partículas de plástico diminutas e imperceptibles por el ojo humano— en los intestinos de los pescados y los mariscos. Fue así cómo los científicos se dieron cuenta de que estamos ante una preocupante consecuencia de la contaminación.
Y es que los plásticos se fragmentan de forma continua en el medioambiente y se convierten en fibras pequeñas e invisibles de hasta 5 milímetros que se adhieren a todo tipo de cosas, incluida la comida y el agua que consumimos.
A principios de este 2024, un estudio de la Universidad de Columbia impactó al mundo: incluso el agua embotellada que es consumida por millones de personas, está contaminada con cientos de miles de trozos de plástico.
Adicionalmente, una investigación de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile demostró que las 12 marcas de agua embotellada distribuidas en la región Metropolitana (extranjeras y nacionales) contienen microplásticos.
¿Qué efectos tienen los microplásticos sobre la salud? Y, ¿hay algo que podamos hacer para reducir su presencia en el agua que tomamos a diario?
Los efectos que tienen los microplásticos en la salud humana
Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, publicado en la revista Nature Journal, demostró que la ingesta de microplásticos de forma continua puede alterar la forma en la que funcionan los intestinos humanos.
Y es que, a la larga, pueden reducir la diversidad bacteriana y alterar su equilibrio.
Además, algunas investigaciones sugieren que las toxinas de los microplásticos podrían tener relación con las enfermedades pulmonares (asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica), y también tener incidencia en el cáncer y la inflamación crónica.
Aunque también hay personas que ingieren microplásticos y no tienen ningún síntoma (hasta ahora).
Aún así, los científicos y médicos todavía no tienen certeza de cuáles son los daños permanentes y a largo plazo que pueden causar los microplásticos, dado que es un fenómeno muy reciente y con pocos antecedentes.
Y es que, según explicó National Geographic en un reportaje, para la ciencia es difícil medir los efectos adversos de la ingesta de microplásticos en humanos, en comparación a los animales, pues “los humanos no pueden ser alimentados intencionalmente con una dieta de plásticos”.
“Hay muchas más preguntas. Me gustaría saber a qué niveles estamos expuestos a lo largo de nuestra vida. Qué microplásticos estamos respirando cada día, ya sea trabajando en casa, yendo a la oficina, al aire libre, montando en bicicleta, corriendo, en diferentes entornos. Hay un gran vacío de conocimiento”, dijo la ecóloga ambiental de la Universidad de Hull, Jeanenete Rotchell.
No obstante, lo que sí saben los expertos es que los microplásticos provienen de plásticos que están elaborados a partir de sustancias químicas que pueden ser tóxicas.
Además, según distintos estudios, por el contexto actual del mundo y la contaminación, hay que considerar que los microplásticos son omnipresentes (que están en todas partes), pues habrían penetrado en todos los ecosistemas que existen en el planeta: desde el mar hasta incluso las nubes.
Hasta ahora, se han encontrado microplásticos en el torrente sanguíneo de animales y humanos, testículos, placenta y en los espermatozoides.
Cómo eliminar los microplásticos del agua que tomamos
Un reciente estudio de la Universidad Guangzhou y la Universidad de Jinan en China, publicado en la revista Environmental Science & Technology Letters, demostró que existe un método de “esterilización y purificación” para disminuir la cantidad de microplásticos presentes en el agua potable.
Según explicaron, una sola botella de agua puede contener aproximadamente 250.000 partículas de plástico.
Es por esto que los investigadores recomendaron hervir el agua y después filtrarla, para así “limpiar” los microplásticos del líquido.
“Esta sencilla estrategia de hervir agua puede ‘descontaminar’ los nano y microplásticos del agua del grifo y tiene el potencial de aliviar de forma inofensiva la ingesta humana de las partículas a través del consumo de agua”, se lee en el estudio.
Al hacer aquello, se podrían reducir hasta un 90% de las partículas de poliestireno, polietileno y polipropileno, cuyos tamaños varían entre 0.1 y 150 micrómetros.
Sobre el método, los autores del estudio explicaron que, durante la ebullición del agua, los pequeños trozos de plásticos quedan “atrapados” en el carbonato de calcio que se forma de manera natural durante este proceso.
Según explicaron desde el medio Wired, en un hervidor eléctrico convencional, el carbonato de calcio es esa sustancia blanquecina que queda en el fondo y alrededor del electrodoméstico. Esto, porque cuando el agua se calienta, se separan los minerales del líquido para poder aumentar su temperatura.
Ahora, una vez que el agua haya hervido y se detecta que se formó el carbonato de calcio, hay que colar o filtrar el líquido para deshacerse de los microplásticos, tal y como si se estuviese preparando un té o infusión.
Siguiendo lo que dice el estudio, los científicos hicieron varias pruebas de funcionamiento de este sencillo y casero método, y en cada una se obtuvo un resultado similar: agua con menos cantidad de microplásticos.
Incluso, los investigadores agregaron partículas de plástico adicionales a las que ya habían en distintas fuentes de agua (de grifo y embotelladas). Después, fotografiaron el proceso de ebullición y filtrado a nivel microscópico y constataron que, cuando se formó esa “costa” de carbonato de calcio, se redujo la cantidad de microplásticos en el líquido.
Además del beneficio de eliminar los microplásticos, la ebullición del agua también minimiza otros riesgos para la salud, como “paralizar” a los organismos patógenos que pueden estar en ella, como virus, bacterias y parásitos.
Incluso, hervir el agua puede eliminar gran parte de algunos químicos y metales pesados que están presentes en ella.