Caminando por la costa de Sauce de Portezuelo, en Uruguay, una mujer encontró una botella que contenía un mensaje. Lo abrió, pero estaba escrito en un idioma que no entendía. Pero lo que sí reconoció inmediatamente fueron las letras “SOS”.
Corrió a darle aviso a las autoridades, quienes tradujeron el escalofriante texto: “Hola, soy tripulante del buque Lu Qing Yuan Yu 765, me encerraron en la compañía. Cuando veas este papel, por favor ayúdame a llamar a la policía. ¡Socorro, socorro!”.
Qué había en el buque desde el que lanzaron un desesperado pedido de socorro
El buque chino, al igual que las embarcaciones provenientes de ese país, suelen tener sus transmisores apagados para no ser detectados. Sin embargo, gracias a un experto en maniobras de pesca china, lograron encontrarlo.
Con una orden judicial en mano, las autoridades uruguayas y un traductor inspeccionaron el buque durante una hora y media, según el medio El Observador. Ahí, descubrieron que había 15 tripulantes, todos de origen chino, pero que no se encontraron con “ninguna situación extraña”.
Lo que sí, es que dijeron que había un “régimen de trabajo particular y reclamos por salarios”. La tripulación tenía contrato hasta el 29 de junio y no les habían pagado. Además, les avisaron que tampoco les pagarían el resto del tiempo que permanecieran en el buque.
“No se constató ninguna situación de privación de libertad, más allá de que los tripulantes hace dos años están en el mar, sin tocar puerto”, aseguró el fiscal uruguayo.
Además, establecieron en el noticiero Telemundo que todos los tripulantes estaban en buen estado de salud y que no encontraron ningún delito. Por tanto, la Fiscalía de Uruguay cesó con su intervención en el buque chino.
Si bien ninguno de los viajeros asumió ser el autor del mensaje que encontraron en la costa uruguaya, no es poco común escuchar denuncias que provienen de los vagos pesqueros que el régimen chino despliega en América Latina. De hecho, según el puerto de Montevideo, al menos un tripulante fallecido es desembarcado por mes.
Y es que estas compañías —algunas de pesca ilegal y con poca fiscalización sobre los abusos en derechos humanos— suelen emplear a trabajadores de Indonesia, Filipinas o África bajo promesas tentadoras que, después, no cumplen.