Se sabe muy poco sobre la muerte. A esa conclusión llegó la neurocientífica Jimo Borjigin, quien pese a hacer experimentos a diario en su trabajo, nunca había estudiado de cerca qué es lo que pasa con el cerebro al momento de morir.
Pero todo cambió cuando, sin querer, dos ratas que estaba vigilando después de una cirugía murieron. Como estaban conectadas a máquinas, la investigadora pudo ver en vivo y en directo qué pasaba en sus pequeños cerebros: una de ellas tuvo “una masiva secreción de serotonina”, el neurotransmisor de la felicidad.
“¿Esa rata habría tenido alucinaciones?”, se preguntó. Sin tener respuestas en el momento, una profunda curiosidad despertó en ella y decidió investigar qué pasa con los humanos cuando están muriendo.
Lo que descubrió desafía todo lo que se sabía hasta ahora de la muerte.
Qué pasa con nuestro cerebro cuando morimos
Cuando a alguien le de un paro cardíaco, colapsa y “la llamas por su nombre y no contesta, la tocas y no responde, no se mueve, es como si estuviera muerta”. Entonces, explicó la neurocientífica a BBC Mundo, el médico le revisa los brazos o el cuello y si no encuentra pulso, significa que el corazón no está bombeando y que la persona tiene una “muerte clínica”.
Pero, ¿qué pasa con su cerebro? Hasta el momento, se creía que cuando el corazón deja de bombear sangre, el oxígeno no llega al cerebro y éste se vuelve “hipoactivo”, es decir, sin actividad.
Sin embargo, los hallazgos de Jimo Borjigin son completamente distintos.
Dos estudios hechos en ratas —del 2013 y 2015— revelaron que cuando los corazones de los animales se detuvieron, “la serotonina aumentó 60 veces; la dopamina (sustancia que te hace sentir bien) incrementó de 40 a 60 veces; la noradrenalina (que te pone en alerta) también ascendió”.
Es decir, el cerebro estaba muy lejos de quedarse “sin actividad”. Al contrario, se activó en niveles que ni siquiera son tan altos cuando el animal estaba vivo. “En ambos, el 100% de los animales mostraron una intensa activación de la función cerebral”, aseguró la neurocientífica.
Después, en 2023, se hizo una investigación con cuatro pacientes humanos que estaban en coma y con soporte vital que “estaban muriendo por diferentes enfermedades” y que su familia los “dejó ir” porque ningún procedimiento médico podía ayudarlos.
Con permiso de los médicos y familia, se retiraron los ventiladores mecánicos o respiradores que los mantenían con vida y, al controlar sus cerebros, en tan solo segundos los investigadores encontraron que en dos de los pacientes se registró una alta actividad cerebral.
Encontraron ondas gamma, que son las que se generan en “procesamientos complejos de información y en la memoria”.
Lo que sí, en comparación con las ratas cuyos cerebros se encendían en su totalidad, en los humanos “solo unas partes se activaron”. Entre ellas, estaba la zona que está relacionada con los sueños y alucinaciones visuales y la del lenguaje, habla y escucha.
La experiencia de personas que estuvieron a punto de morir
Según los casos que pudo estudiar la doctora, destacó que pacientes que estuvieron en el umbral de la muerte vivieron “experiencias” que les cambiaron la vida.
Algunas personas contaron que en ese estado, hicieron un recorrido de su vida en un flash o que recordaron momentos clave. Otras personas aseguran haber visto la famosa “luz” y otros dijeron que pudieron salir de sus cuerpos y ver qué sucedía alrededor.
En esta línea, la neurocientífica cree que todas experiencias estarían relacionadas a su descubrimiento. Que lejos de que la persona moribunda tenga el cerebro apagado, en realidad este continúa activo.
“¿Cómo es posible que una persona pueda tener experiencias mentales extremadamente emocionales, impresionantes, de ver una luz, oír voces, sentirse fuera del cuerpo, flotando en el aire? Todo eso es parte de la función cerebral”.
Para la doctora, todo esto sería la punta de “un iceberg inmenso que vemos en la superficie” y que existe la necesidad de investigar más, descubrir y entender, porque quizás, como el cerebro continúa funcionando incluso después de que el corazón deja de latir, se podrían estar haciendo millones de diagnósticos prematuros de muerte.