En todo el mundo, el tomate se utiliza en una larga lista de preparaciones culinarias. Cocido o crudo, en ensaladas solas, para acompañar el almuerzo, al hacer una salsa casera y también en sopas. Hasta se usa para cócteles, como lo es el bloody mary. Si vamos a una realidad más cercana, en nuestro país es un ingrediente que no puede faltar en los clásicos completos o para consumir con humitas cuando llega el verano.
Existen varias cosas a favor que tiene el tomate. Suele gustar al común de las personas, es sencillo de encontrar en las tiendas o supermercados, es habitual que por lo menos haya uno que otro en la cocina y es rápido de preparar cuando se comerá crudo. Todo eso lo convierte en un elemento poderoso que se puede usar a diario y en los más variados contextos.
Desde el punto de vista culinario el tomate como tal se considera una hortaliza, es decir, una planta que han sido cultivada en una huerta para luego ser consumida como alimento. Sin embargo, desde la perspectiva científica, este corresponde a una fruta, puesto que crece de la flor de una planta y es la parte comestible de esta.
La disyuntiva por su categoría podría confundir en ocasiones, considerando que el tomate no se consume como si fuera un postre o algo dulce, sino que se usa mayoritariamente para preparaciones saladas.
La buena noticia es que el tomate tiene varios beneficios para la salud, lo que lo convierte en algo primordial que debe ser incluido en la alimentación de niños y adultos.
Cuáles son los beneficios del tomate para la salud
Gemma Chiva-Blanch, académica de nutrición de la Universidad Oberta de Catalunya (España), explica en un artículo publicado en The Conversation que una de las características más identificables del tomate, su color rojo, es uno de los aspectos que lo convierten “en un alimento muy interesante a nivel nutricional”.
Si hablamos de una alimentación buena y equilibrada, los colores sí importan: lo que comúnmente se recomienda es que se incorporen alimentos de todas las tonalidades posibles en lo que nos llevamos al plato. Aún más, si se trata de frutas y verduras. Esto se debe a que el pigmento influye en cómo percibimos los alimentos, además de las vitaminas, minerales y otros nutrientes que tengan.
“El cromatismo de los vegetales viene dado por unas sustancias, los polifenoles y los carotenoides, que cubre el espectro desde el amarillo (del limón) al morado (de la berenjena, por ejemplo)”, explica la experta.
En el caso del tomate, dice Chiva-Blanch, este posee una tonalidad roja “porque contiene gran cantidad de estos compuestos”. También destaca que al existir diferentes variedades de tomates, con pigmentos que pueden variar, “tienen mezclas distintas de polifenoles y carotenoides”.
Con respecto a los polifenoles, estos brindan una gran cantidad de antioxidantes que permiten evitar el daño celular en el organismo y también producen un efecto antiinflamatorio. Mientras que los carotenoides también tienen un poder antioxidante, ayudan al rendimiento cognitivo y pueden disminuir los riesgos de tener algunos tipos de cáncer.
Los efectos que dejan los polifenoles y los carotenoides pueden ser aún mejores, “cuando el tomate se consume cocido con una base de grasa”, menciona Chiva-Blanch. Un ejemplo de ello parece ser el aceite de oliva.
La profesora de nutrición cree que probablemente el beneficio más destacable del tomate es que contribuye en la prevención de enfermedades cardiovasculares. Lo anterior se debe a que la fruta tiene un compuesto clave, llamado licopeno, y que precisamente es un carotenoide.
Cabe recordar que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo. De acuerdo a estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren 18 millones de personas por esta razón.
¿Importa la forma en que se ingiere para prevenir aún más esas enfermedades? Según Chiva-Blanch, las propiedades del licopeno se absorben mucho más cuando el tomate ha sido triturado o cocido, por ejemplo, cuando se es utilizado para hacer un sofrito, una salsa o un zumo.
“El consumo de tomate, ya sea crudo, en salsa o en sofrito, mejora el perfil lipídico (colesterol y triglicéridos) y disminuye la concentración de compuestos inflamatorios relacionados con la aparición y progresión de la aterosclerosis”, menciona la especialista.
Según la Universidad de Talca, la ingesta del tomate también es capaz de aportar una buena fuente de vitamina C, vitamina A, potasio y hierro. Precisamente, el potasio es un gran aliado para el funcionamiento de los nervios, mientras que el hierro ayuda a producir hemoglobina, parte esencial de los glóbulos rojos.
Otros beneficios de este alimento son que permite mejorar la visión, mantener un sistema digestivo saludable y gozar de una piel, huesos, pelo y dientes más sanos.