Dormir siesta es una práctica que la mayoría de las personas ha hecho en algún momento de su vida. Aunque no reemplazan el sueño de la noche, ese pequeño lapso de descanso puede ser útil para recuperar un poco de energía y seguir adelante, especialmente cuando el cansancio pasa la cuenta.
Pero eso no es lo único que podría aportar. Según un estudio publicado en la revista Sleep Health, la siesta diurna podría tener varios beneficios en la salud del cerebro.
Los beneficios de dormir siesta
El estudio, realizado por investigadores de la University College de Londres (Reino Unido) y la Universidad de la República (Uruguay), descubrió que dormir siesta habitualmente puede ayudar a la salud cerebral, al reducir la velocidad a la que el órgano se encoge.
El encogimiento del cerebro es un proceso natural que ocurre a medida que envejecemos, lo que se traduce en la pérdida de células nerviosas y las conexiones de ellas. En el caso de los pacientes que sufren de enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer, la reducción mayor puede ser mayor.
El equipo utilizó los datos de 35.000 personas del Biobanco del Reino Unido, estudio que tiene información genética y de salud.
Con una técnica denominada aleatorización mendeliana, los investigadores analizaron 97 fragmentos de ADN para determinar la probabilidad de que los participantes durmieran siestas. También compararon las medidas de salud cerebral y cognición de las personas que estaban “programadas” para dormir siesta y las que no, con lo que descubrieron que el volumen del cerebro entre los dos grupos podía ser diferente.
En lo concreto, el equipo identificó que las personas que realizaban siestas diurnas tenían un cerebro 15 centímetros cúbicos más grande, lo que es equivalente a retrasar el envejecimiento entre 2,6 y 6,5 años.
“Nuestros hallazgos sugieren que, para algunas personas, las siestas cortas durante el día pueden ser parte del rompecabezas que podría ayudar a preservar la salud del cerebro a medida que envejecemos”, explicó Victoria Garfield, investigadora de la del University College de Londres.
La autora principal y candidata a doctora Valentina Paz, de la Universidad de la República, aseguró que esta es la primera investigación que explora “la relación causal entre la siesta habitual durante el día y los resultados cognitivos y estructurales del cerebro”.
“Al observar los genes establecidos al nacer, la aleatorización mendeliana evita los factores de confusión que ocurren a lo largo de la vida y que pueden influir en las asociaciones entre la siesta y los resultados de salud. Nuestro estudio apunta a un vínculo causal entre la siesta habitual y un mayor volumen cerebral total”, complementó.
Aunque en este caso no se indagó específicamente en cuánto debería durar las siestas, otras investigaciones han indicado que deben durar 30 minutos o menos para obtener más beneficios en la salud cognitiva en el corto plazo. Además, mientras antes se realicen, es menos probable que cause problemas en el sueño de la noche.
“Espero que estudios como este, que muestra los beneficios para la salud de las siestas cortas, puedan ayudar a reducir el estigma que aún existe en torno a las siestas diurnas”, agregó Garfield.