En un enorme rancho de Mount Carmel ubicado en Waco, estado de Texas, un joven llamado David Koresh era por entonces el líder de una secta llamada davidiana, llamada así en relación a su nombre de pila.
El grupo de casi un centenar de seguidores estaba integrado por hombres, mujeres y sus hijos, quienes lo adoraban como a una divinidad. Eran llamados justamente “Davidianos de la Rama” y creían que Koresh era básicamente la representación en la Tierra de La segunda venida de Jesucristo y que les brindaría la eterna salvación.
Debido a la gran extensión del rancho y a lo aislado que se encontraba dentro de Waco, nadie sospechaba de las actividades que se realizaban dentro: abuso de menores y tráfico y almacenamiento de armas ilegales como rifles de asalto, granadas y más de un millón de municiones.
Precisamente todo comenzó cuando el rancho recibió un despacho de envases de explosivos. El conductor del camión repartidor vio por accidente cómo una de las cajas se abrió por error y de su interior cayeron algunas de las granadas.
Ante la sospecha de que el grupo almacenaba armas ilegales, la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés) consiguió una orden de registro para entrar en el rancho y arrestar a Koresh, así como a algunos miembros de la secta.
Pero no sabían con lo que acabarían por encontrar.
La masacre de Waco
Si efectivamente el grupo de davidianos contaba con armas como rifles de asalto, de francotirador y granadas, como sospechaba la policía de Texas, la ATF tenía a su favor solo un elemento: el factor sorpresa.
Fue así como la mañana del 28 de febrero de 1993 las fuerzas de seguridad llegaron con su equipo táctico hasta el rancho para intentar arrestar a su líder. Pero rápidamente todo salió mal, muy mal.
El grupo había sido advertido por uno de sus miembros y respondió a la invasión de su propiedad con armamento de guerra. Estalló un intenso tiroteo y el dispositivo de la policía rápidamente fracasó y debió emprender la retirada.
El saldo del operativo contó la muerte de cuatro agentes de la ATF.
Entre varios heridos y el estallido en la prensa de la noticia, las fuerzas de seguridad debieron replegarse.
El caso fue tomado en adelante por el FBI, que inició un asedio que duró 51 días entre la liberación de niños, la vigilancia de francotiradores y helicópteros con cámaras térmicas, y los fallidos intentos de los grupos negociadores por alcanzar con Koresh una salida legal o humanitaria.
En el documental de tres partes Waco: American Apocalypse (2023), dirigido por Tiller Russell, se cuenta la historia completa de la tragedia desde múltiples perspectivas a 30 años de ocurrida.
A través de diversas entrevistas con personas que estuvieron presentes tanto de uno como del otro bando, incluidos miembros de la secta de Koresh y el comando de negociación del FBI; Netflix hilvana la historia coral del tiroteo más grande ocurrido en suelo estadounidense desde la Guerra Civil.
Hablan ex policías que participaron del fallido primer asalto, francotiradores que participaron del asedio e incluso hay imágenes de noticias nunca antes vistas y grabaciones de llamadas telefónicas del FBI.
Es imposible no empatizar con el testimonio de Heather Jones, quien tenía 9 años cuando se transformó en la última niña “liberada” de Mount Carmel.
“Me siento culpable de vivir”, dice en el registro.
El terrible saldo del apocalipsis texano
La masacre de Waco duró desde febrero hasta el fatídico 19 de abril de 1993, cuando el FBI decidió tomar cartas en el asunto y lanzó una operación militar para forzar a los davidianos a salir del rancho.
Así, coordinaron un ataque con gas lacrimógeno y el avance de dos tanques Abrams que destruyeron algunos puntos de la enorme casona de la secta.
Para sorpresa de los policías y los espectadores de las noticias, tras los gases y algunos disparos, y acaso reforzado por el fuerte viento de aquel día, el rancho de Mount Carmel comenzó a incendiarse por completo.
En pocos minutos, las voraces llamas acabarían en la muerte de 76 davidianos, incluidos 25 niños, dos mujeres embarazadas y su líder David Koresh.
“Al caminar podías oír el crujir de los casquillos de las balas en el suelo”, recuerda uno de los oficiales que llegó tras la tragedia.
Mientras el FBI afirma que ninguno de sus agentes disparó balas reales ese día, el origen del fuego sigue siendo una materia discutida del caso.
La investigación del Departamento de Justicia concluyó que, aunque el FBI utilizó botes de gas lacrimógeno incendiario, los davidianos habían iniciado el fuego, basándose en dispositivos de escucha que registraron una discusión y evidencia que mostró al menos tres puntos de ignición simultáneos.
Como se ve en el documental, algunos de los sobrevivientes aseguran que la combinación de disparos y gases lacrimógenos inflamables fue la verdadera causa de la tragedia.
Pero los investigadores prueban en la película, con imágenes aéreas, la quema coordinada y en simultáneo del rancho de Mount Carmel para provocar el fatal incendio.
Lo cierto es que a tres décadas de la masacre de Waco, Netflix entrega nuevos antecedentes para una nueva lectura de lo ocurrido en Texas y, cómo no, varias interrogantes siguen en el aire: ¿Waco fue el resultado de una serie de medidas desacertadas de las autoridades? ¿La subordinación de los derechos civiles ante el poder militar? ¿La libertad con que operan las sectas religiosas?
La noticia causó tanto impacto mediático que incluso llegaron a los alrededores de Waco algunos fanáticos de las armas como Timothy McVeigh, quien un par de años después citaría a Waco como la razón principal del plan suyo y de Terry Nichols para ejecutar el atentado de Oklahoma.
*Ver el documental Waco: el Apocalipsis texano en Netflix.