Pablo Valenzuela Vaillant: "He visto desde lo más bello a lo más feo del ser humano"
Cada fin de semana, Pablo Valenzuela Vaillant, fotógrafo de patrimonio natural y cultural, posteaba en su Instagram un dato de algún lugar de Chile. Un destino, un sendero, un restaurante, una calle. El sábado 19 de octubre colgó en esa red una foto de Campos de Hielo Norte. "'¿Qué hice?', dije cuando la vi publicada. Me sentí mal y la eliminé", cuenta. Se sintió, dice él, desconectado de lo que ocurría en el país y en seguida publicó un rectángulo negro con una pequeña reflexión, donde apoyaba ciertas demandas sociales, se oponía a la violencia y apelaba al diálogo. "Pude no publicar nada, pero eso era una omisión y a mí me importa lo que estaba pasando, vibro con lo que pasa en mi país y me duele verlo destruido".
Esa noche del sábado 19 empezó a regir el primer toque de queda en Santiago. Pasadas las 10 de la noche, Valenzuela salió a la calle y apreció la ciudad en silencio. "Este es un momento histórico... es volver a los 80", pensó. "No puedo quedarme al margen". Entonces, recordó lo que ocurrió en 2010: "Para el terremoto de ese año, no quise salir a tomar fotos por el pudor de encontrarme con gente sufriendo por su casa destruida. Después me arrepentí; uno tiene que superar esa incapacidad y tener la empatía para contar esa historia".
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Foto: Pablo Valenzuela Vaillant
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No quería que le pasara lo mismo esta vez. El domingo 20 partió a Plaza Italia con su cámara. En el camino vio a los militares resguardando las estaciones de Metro y en Baquedano se topó con tanquetas y barricadas. "Fue bien impresionante", dice. Desde ese día empezó a ir con frecuencia a Plaza Italia: "Al principio, en las noticias había visto destrucción, saqueos y llegué a Plaza Italia y era como estar en Lollapalooza: gente bailando, celebrando, haciendo acrobacias, muertos de la risa. Eso me chocó, porque estábamos viviendo una crisis. En Plaza Italia ves de todo, hay muchos mundos en el mismo instante. Y a 200 metros de esa fiesta, todo destruido, lacrimógenas y piedrazos".
- ¿Qué le ha impresionado?
- He visto desde lo más bello a lo más feo del ser humano. Una de las cosas emotivas fue una marcha en absoluto silencio de mujeres vestidas de luto, a las que acompañé desde Condell hasta la calle Estado. Fue muy conmovedor.
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Foto: Pablo Valenzuela Vaillant
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- ¿Y lo feo?
Cuando le llegó la molotov a las carabineras. Un fotógrafo al lado mío me mostró que subió la foto a su Instagram y estaba contento con su acierto y con sus likes. ¡No puedes estar tan desconectado del sufrimiento del otro!
- ¿Tienen algo en común su objeto fotográfico con lo que ha visto en Plaza Italia?
Me gusta la foto limpia visualmente, minimalista. Siempre en blanco y negro, que es menos descriptivo, tiene una cosa de abstracción y eso me gusta, y lo encuentro más elegante.
Valenzuela dice que de este trabajo saldrá una exposición y un libro con fotos, el próximo año.
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Foto: María Gracia Subercaseaux
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María Gracia Subercaseaux: "Uno ve la vida en imágenes"
María Gracia Subercaseaux vive hace un tiempo cerca del Parque Forestal, en la zona cero del estallido social. Dice que desde ahí ha podido ver muchas de las postales diarias de las manifestaciones, las que decidió registrar por algo que describe como una especie de obligación del oficio de fotógrafa. "Lo que me llevó a cruzar la frontera es el momento histórico; la importancia de lo que se estaba viviendo. Cualquier persona que se ha dedicado a la fotografía tiene una pasión por lo que sucede alrededor suyo. Uno ve la vida en imágenes y lo que estaba sucediendo es un hecho demasiado relevante en la historia de todos nosotros", explica Subercaseaux.
Ese impulso la llevó a experimentar en otro tipo de fotografía muy distinta a las imágenes de estudio que la hicieron conocida. Ella dice que fue durante los días en que todos se sentían parte de las manifestaciones y sus reivindicaciones; esa energía es la que decidió registrar con su cámara. "No concibo la vida sin retratar estos momentos. Me angustia profundamente si no puedo registrar algo que estoy viendo, que capta mi atención y que quiero guardar. Es como estarle robando constantemente momentos a la vida. No la concibo sin registrarla, es casi como que siento que no la hubiera vivido", cuenta.
La fotografía que eligió la hizo el 27 de octubre, en la famosa marcha que reunió a más de un millón de personas. Se trata de un plano cenital de la Plaza Baquedano que captó con su dron. Después subió la imagen a su cuenta de Instagram y muchos usuarios le hicieron un alcance: las personas desde esa perspectiva parecían una constelación. "Ese día tenía mucho miedo, terminé tiritando después de bajar el dron y lograr traerlo hacia mí. No era fácil volarlo por la interferencia de señales, me daba miedo de que se cayera y dañara a alguien. Además, tenía que ir esquivando volantines y los intentos de algunos de ir derribando drones. De hecho, botaron muchos y los rompieron. Era toda una hazaña salir a tomar fotos, mientras corría por el guanaco o las bombas lacrimógenas. Esto ha sido una montaña rusa de emociones", recuerda.
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Foto: Pedro Quintana
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Pedro Quintana: "Quise apoyar y mostrar lo que ocurre de verdad"
Pedro Quintana es uno de los fotógrafos de moda más destacados de Chile. Sus retratos e imágenes han aparecido en las páginas y portadas de revistas como Harper's Bazaar Chile y Paula. Incluso, el portal ModaCL lo calificó como el mejor en su campo del 2016, destacando su experimentación con texturas, formas y posturas. "Entre lo más rescatable está su inigualable trabajo en exteriores –modo mucho más complicado que en estudio– logrando alucinantes resultados", dijo el sitio web.
Esa veta es la que también se aprecia en los registros que ha captado durante el estallido social que vive el país. Al consultarle qué lo llevó a cambiar el glamour de las sesiones de moda por las manifestaciones callejeras, Quintana señala que fue algo innato: "No lo cuestioné, solo fluyó querer viralizar lo que pasa en mi país. Quise apoyar y mostrar lo que ocurre de verdad. Los medios y la gente que trabajamos en ellos tenemos la responsabilidad de informar lo que pasa realmente. En ese sentido, ahondar en la fotografía documental nació como una necesidad".
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Foto: Pedro Quintana
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-¿Es muy distinto retratar marchas a hacer fotografía de moda?
- Cuando realizas una fotografía de moda, estás en frente de una historia creada, inventada de cero. Donde debes procurar cada detalle, luces, colores, poses, locaciones. Al trabajar con modelos y actores, todo se va construyendo según el fin editorial o publicitario; vas creando con el personaje hasta lograr los objetivos. En la marcha puedo retratar la historia que está pasando tal cual es. Es un registro puro, es improvisación y mucha intuición.
-¿El contexto cambia mucho?
- Absolutamente. Trabajar en moda es un contexto seguro, tranquilo, de concentración. Fotografiar en una marcha te puede costar los ojos y los derechos humanos, sin exagerar.
-Háblame de la imagen que elegiste.
- Me gusta esta foto porque siento que es una liberación, el derecho a pensar y expresarse. Siento que estamos comenzando a reconstruir nuestra identidad y estas escenas son parte de ello. Esta foto fue captada el 12 de noviembre, alrededor de las 20:00 h. Fue en una marcha muy grande, súper concurrida, con gente de todas las edades. Tengo muchas fotos de ese día, pero ese atardecer, el color y toda esa escena era imposible no fotografiar. Me había encontrado con una amiga y le dije ¿acompáñame a hacer esa foto?
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Foto: Augusto Domínguez
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Augusto Domínguez: "Respeté mucho el no usufructuar del movimiento"
"Estamos viviendo días agitados y que muchos habían presagiado. Esta bomba de tiempo, que a mi juicio se estaba incubando desde hace mucho tiempo, iba a explotar de un momento a otro… y nos explotó en la cara, con una rabia y una furia desmedidas.
Soy fotógrafo de naturaleza y vida salvaje, y la fotografía 'social' no es mi fuerte. Además, sentí un poco de pudor de unirme a las marchas, a pesar de estar totalmente de acuerdo con lo que se demandaba: mejores sueldos, mejor salud, mejores pensiones y, ante todo, dignidad y no más abusos. Pudor, por ser uno de los que viene del sector acomodado.
Pero, a pesar de ser un privilegiado que viene de una familia acomodada donde nunca nos faltó nada, que pudo estudiar lo que quería y tener acceso a pagar por los mejores planes de salud, eso no me segó y sentí que tenía que ir a la calle el día 25 de octubre a esa marcha masiva en Plaza Italia, para vivirla en carne propia, primero, y segundo, hacer sentir el grito de los sin voz que no podían estar ahí.
Ese día acompañé a mi amiga Alys Longley, dramaturga y artista escénica neozelandesa. Ella se puso un traje color gris pizarra y llevó unas tizas gruesas para invitar a la gente a expresar lo que quisiera sobre su cuerpo. Y la gente le escribía todo tipo de consignas: 'no a la injusticia', 'saquen a los milicos de la calle', etc. Mientras, yo le sacaba fotos a su performance.
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Foto: Augusto Domínguez
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Cuando estaba con ella me picó el bichito y me dediqué a sacarles fotos a los carteles que me parecían más interesantes e ingeniosos. Debo haber tomado unas 60 fotos. Rescato de ese día la gran cantidad de gente diversa; abuelitos, dueñas de casa, jóvenes de todos los sectores, gente del pueblo enarbolando afiches tremendamente sentidos y creativos. Es con esa alegría y creatividad que me quedo de esa marcha masiva histórica.
Quizás hubiera ido a más marchas. Pero no era fácil, porque esos días me tocó cuidar a mis dos hijos que no estaban yendo a clases y porque sentí que era muy tentador apropiarme de este movimiento siendo que soy un privilegiado. Me ha tocado ver fotógrafos haciendo selfies en las manifestaciones, otros que ganaron 20 mil seguidores en Instagram con sus fotos, pese a que no están de acuerdo con las demandas sociales. Era muy fácil ganar likes subiendo fotos de gente emocionada o de la primera línea, pero no es lo mío, eso no está dentro de mi línea editorial.
Respeté mucho el no usufructuar del movimiento. Siento que estas marchas, las que no son violentas, comparten valores tan bonitos que no haría nada por tergiversarlas".
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