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Cincuenta de sus 69 años, Gregorio Schepeler los ha dedicado a recorrer los destinos más insólitos. Son tantos, que este abogado dice que nunca los ha contado. Pero a medida que avanza la conversación en su departamento de El Golf, nos damos cuenta de que quizás sí lo sabe, pero su sencillez y bajo perfil lo inhiben a reconocerlo. En su hogar alberga verdaderos tesoros traídos desde los más diversos rincones: esculturas africanas de madera; budas de bronce, plata o alabastro; coloridos libros de Oriente; figuras precolombinas; cuadros; hasta una cama tallada para pigmeos… Muchos de esos objetos los exhibe bien montados, sobre cubos y pedestales, iluminados, impecables.

-¿Ha clasificado lo que tiene?

-Empecé con un catálogo de los budas, que son más de 60. Pedí ayuda a gente de los centros budistas de Santiago, después vino un lama a chequear todo.

Gregorio Schepeler se para y trae su primer catálogo: un libro con fotos y fichas de cada buda de su colección. Tiene figuras de plata, bronce, madera pintada y tallada, alabastro, policromados, de resina, de mármol. Vienen de China, Nepal, Camboya, Laos, Tíbet, Bután, Myanmar, India, Tailandia y Siri Lanka, países que ha recorrido extensamente.

Varias piezas de arte las tuvo que transportar por kilómetros, otras las envió como encomienda. "Por suerte todo siempre ha llegado. Una vez en Etiopía me compré unos libros que me dijeron que no los echara al bolso de mano porque me los podían quitar. Los puse en la maleta y en vez de llegar a Chile, la maleta se fue a Finlandia. Tres semanas dio vueltas, hasta que un día tocaron el timbre y ahí estaba". Los libros a los que se refiere son unas joyas, hechos a mano y con hermosas pinturas. Me muestra su "biblioteca": una mesa baja donde todos los libros están arrumados. Algunos vienen enrollados, como pequeños mapas. Abre uno y lo muestra. Es un texto de Julio Verne hecho en la India. Hay textos etíopes, otros hechos en papel de arroz, unos de Camboya finamente pintados, el Tao Te Ching fabricado en bambú.

-¿Cuándo comenzó a viajar?

-Desde siempre, yo soy un nómade sedentarizado -dice, y se ríe.

El festival secreto

A Gregorio le gusta viajar con amigos. Planifica, organiza y mueve con éxito a la gente. En el 2000 con un grupo se internó en el África negra, la menos conocida para los turistas y la de más difícil acceso, "porque carece de infraestructura turística, no hay caminos, ni hoteles, ni restaurantes. Pero conocimos pueblos y tribus. Arrendamos una micro con chofer. Fue un viaje largo, partimos por Costa de Marfil, fuimos a Burkina Faso, a Mali, a Benín, al Togo. Y después, con este mismo grupo, empezamos a hacer viajes más dirigidos al África negra. En uno ellos, el objetivo era conocer a las tribus de los pigmeos, cosa que hicimos".

En el 2005 dio un paso más allá. Junto a su amiga Margarita Wills, empezó a organizar viajes para los amigos, con un sello diferente. No hay un afán comercial, sólo el objetivo de encontrar destinos distintos. "Sitios para gente curiosa como nosotros, gente más intrépida, que se interesa por los pueblos, la historia, la arquitectura", dice. Todos los años planifican un viaje en el que comparten entre 20 y 30 personas durante al menos tres semanas. "Hace dos años fuimos a Irán. Éramos 32, lo pasamos muy bien. El año pasado fuimos a los países del Cáucaso: Azerbaiyán, Georgia y Armenia. Y este año, en octubre, vamos a los Balcanes: Rumania, Montenegro, Serbia y Croacia".

En otra ocasión viajaron a Níger, al desierto del Sahara, para asistir a la fiesta de Gerewol, un festival medio secreto de la etnia de los wodaabes, pastores y comerciantes trashumantes. "Es la celebración de la unidad de sus dos linajes, que se hace al término de las lluvias. Una fiesta anual, algo escondida porque deben mantener la etnia en el estado más puro. Allí se oficializan relaciones matrimoniales o de parejas. Nos autorizaron a presenciarlo, pero no comenzó el día planificado. Dijeron: 'tenemos que esperar a los invitados extranjeros'. Nos extrañó, porque seis chilenos y dos italianos éramos los únicos foráneos. Después de un día y medio, supimos que los extranjeros eran los tuaregs, que llegaron en sus camellos, con llamativos ropajes de gala y sus sables. Espectacular".

Deja vu

Hace 14 años fue a Etiopía por primera vez. "Estaba en una piedra leyendo mi guía de viajes -una guía Bradt de Etiopía, tercera edición- y en eso el guía local con el que íbamos se acerca y me señala la portada. Allí aparecía una foto de una mujer de la tribu hamer, con un peinado de trenzas y tierra roja, sus pechugas al aire y en brazos su pequeño hijo desnudo. Y me dice, 'iremos a conocer estas tribus'. Al tercer día dice que me tiene una sorpresa. Llegamos a un sitio donde hay una especie de iglús hechos con ramas. ¡Y aparece ella! La misma mujer de la tapa de la guía, con su hijo en brazos".

Gregorio muestra orgulloso una foto suya junto a la mujer y su pequeño. Madre e hijo lucen iguales que en la portad del libro.

Pero la historia no quedó allí. Doce años después, en 2014, volvió a Etiopía con otro grupo de aventureros. Llevó copias de las fotos que había tomado en su anterior viaje, y compró unos regalos para la mujer y su hijo. A Mamushe, el nuevo guía, le pidió ayuda para ubicarla. "No sabía cómo se llamaba, ni dónde estaba su tribu, pero le expliqué todo. El grupo enganchó y encontrarla fue un propósito común. Un día el guía me dice: 'la encontré y nos recibe hoy'. Partimos todos, y llegamos ¡doce años después! Fue emocionante y con sorpresas: el supuesto hijo resultó que era una niñita, preciosa, ahora de 15 años. Y Wagela, la madre, nos recibió amistosa. Nos invitó a su choza y sirvió café".

-¿A qué destino volvería?

-África. Me gustaría ir al Congo, ir a Namibia, al suroeste de África. No soy de safari; mi motivación es conocer a la gente y sus costumbres.

-¿Y qué le falta conocer?

-Sueño con ir a Papúa Nueva Guinea, pero parece que es un poco más difícil llegar. Queremos organizar algo, recorrer Samoa.

-¿Cómo ve al viajero chileno?

-Fome, muy fome. Va siempre a lo mismo. Los chilenos tenemos un complejo y que en parte lo comprendo: es el tema del frío y el agua, por lo que unas vacaciones estupendas para la mayoría son en un hotel cómodo con agua tibia. Por eso es el éxito de los Cancunes y los hoteles del Caribe.

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