Nicholas Winton fue uno de los héroes más desconocidos de la Segunda Guerra Mundial. El entonces joven corredor de bolsa arriesgó su vida durante meses para salvar la vida de cientos de niños en Checoslovaquia.
Con la ayuda de donativos y una buena parte de ingenio, el inglés logró evitar el asesinato de 669 menores de edad, varios de ellos niños judíos.
Todo comenzó apenas Winton llegó a Praga, actual capital de la República Checa, con la intención de pasar unos días de vacaciones y practicar esquí.
Pero el llamado “Schindler británico”, como buena parte de los europeos, chocó de lleno con la realidad. En medio de una convulsionada Europa y motivado por un amigo, comenzó a ayudar en tareas de asistencia en los campos de refugiados, donde miles de seres humanos vivían en condiciones paupérrimas.
El hecho lo marcó profundamente. Al punto que Winton decidió montar una improvisada oficina en su habitación de hotel y comenzó a elaborar un plan.
La idea: sacar de Checoslovaquia a tantos niños judíos como fuera posible para llevarlos a otros países y así salvar sus vidas. La hazaña fue conocida como la Czech Kindertransport, o el transporte de niños checos.
Y al poco tiempo recibió un alud de solicitudes.
La peligrosa empresa del “Schindler británico”
El hombre comenzó a gestionar ayuda para refugiar a los niños en otros países, pero solo Suecia acudió a su llamado, así como Gran Bretaña, aunque con una serie de condiciones.
Solo tendrían permitido viajar menores con una familia británica asignada, y cada niño debió abonar por anticipado un depósito para pagar su eventual regreso a casa.
Se sumaría otra dificultad a la empresa: Winton debió retomar su empleo en Reino Unido, pero aprovechó su estancia para gestionar rápidamente la ayuda de los infantes.
Así fue como el inglés y un grupo de entusiastas recorrieron iglesias y otros lugares en busca de donativos y el compromiso de las familias. Hasta que logró que varios hogares aceptaran hacerse cargo de los niños y sus gastos.
El primer viaje de los menores tuvo lugar en marzo de 1939, y en los siguientes meses se organizaron otros siete transportes, todos por tren, que lograron salvar un total de 669 niños judíos.
Todo iba según lo planeado, de hecho había otros solicitantes de asilo, por lo que el flujo de refugiados podría continuar. Pero ocurrió lo inevitable.
El 1 de septiembre de 1939, el tren que salía de Praga nunca llegó a su destino.
250 niños iban a bordo, pero ese mismo día Alemania invadió Polonia y cerró las fronteras.
El transporte, literalmente, desapareció a manos del nazismo. Y se presume que los 250 niños se sumaron a los miles que perecieron asesinados solo en Checoslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial.
El emocionante y “sorpresivo” reencuentro
El resto de la guerra, Nicholas Winton no mencionó a ninguno de los niños. Por décadas fue más bien un capítulo reservado de su vida, hasta que llegó a la opinión pública gracias a un hallazgo de su esposa.
En el ático de su casa, la mujer encontró unos documentos llenos de nombres y fotografías. Era la lista de los niños que el corredor de bolsa inglés había salvado.
En 1988, los responsables del programa That’s Life! de la BBC buscaron brindar a Winston una emocionante sorpresa. Invitaron al hombre para contar su hazaña y lo sentaron entre una numerosa audiencia.
Lo que no le dijeron es que estaba rodeado, medio siglo después, de muchos de los niños que él mismo había salvado del Holocausto.
“¿Hay alguien en esta sala que le deba su vida a Nicholas Winton?”, preguntó la conductora, mientras varios adultos se pusieron de pie, como se puede ver en el siguiente registro:
La proeza de Winton lo llevaría a que en 2003 la Reina Isabel II le concediera el título de Caballero. Además, en Praga hay una estatua suya a escala real y la República Checa lo distinguió con la Orden del León Blanco en 2014.
Por entonces, Nicholas Winton contaba 105 años. Al año siguiente fallecería.