Tienen entre 10 y 17 años y casi la mitad reconoce hacer dietas. Peor aún: de este grupo, el 45% las hace siempre o casi siempre, lo que los califica como dietantes crónicos. ¿Qué lleva a un adolescente a restringir su alimentación constantemente por temor a engordar?
Es la pregunta que buscó responder un estudio realizado por la U. de la Frontera (UFRO), que evaluó a 470 familias de Temuco con hijas e hijos adolescentes y que arrojó estos sorprendentes datos.
No fueron los únicos. Berta Schnettler, investigadora del Centro de Excelencia en Psicología Económica y del Consumo de la UFRO y autora del estudio, dice que la investigación no solo reveló un perfil de los adolescentes dietantes, sino que la razón tras esa conducta: el 55% tiene madres que hacen dietas permanentemente.
"Las madres no se dan cuenta de que están dando ese modelo. Aunque los padres se alimentan mucho peor, ellas tienen mayor influencia sobre lo que comen sus hijos. Ejercen prácticas de control, como evitar que coman ciertas cosas, o insistirles con discursos como que están gordos o van a estarlo. El resultado son familias que siempre hacen dieta, pero luego se dan atracones de comida, por lo que no es extraño que un porcentaje tenga sobrepeso u obesidad, ya que viven en un círculo vicioso", dice la experta de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Forestales de la UFRO.
La dinámica familiar queda reflejada en otros resultados: la mayoría de los adolescentes que hacen dietas casi nunca comen en familia -considerado en otros estudios como un factor protector- y tienen una baja satisfacción con su vida y su alimentación. Además, el 65% se sentía culpa de comer en exceso, el 60% estaba muy pendiente de cuánto comía habitualmente y un 54% aseguró que su vida se vería muy afectada si subieran 2,5 kilos la semana entrante.
Modelo a seguir
Aunque diversos estudios plantean que en la adolescencia la imagen corporal y el deseo de aceptación grupal son importantes y, por lo mismo, las preocupaciones sobre la dieta son comunes, en la última década la evidencia del impacto que tiene la familia en las conductas alimentarias de los niños ha ido sumando evidencia. Y el estudio de la U. de la Frontera lo confirma. "Las madres de este estudio con hijos haciendo dieta 'siempre o casi siempre' mostraban puntajes altos en tasas de sobrepeso u obesidad, mayor fluctuación de kilos en el mes y mayor restricción de alimentos de su dieta durante el mes. Aunque también hay jóvenes que incluso estando con bajo peso siguen el modelo materno y hacen dietas por miedo a engordar", afirma Berta Schnettler.
Para la investigadora de la UFRO estos resultados no solo enfatizan la necesidad de que las familias chilenas cambien sus conductas alimentarias, sino que las intervenciones dirigidas a reducir la obesidad y sobrepeso en adolescentes deben incorporar a las madres y las familias para que tengan posibilidades de éxito. "Hay que concientizar a las madres de que somos responsables de lo que comen nuestros hijos y que lo importante es tener una dieta balanceada, que nos proteja de las enfermedades crónicas no transmisibles. Porque un dietante crónico está un paso antes de desórdenes alimentarios más graves, como la bulimia o la anorexia".