Durante 30 años, tuvieron una vida fantástica. Andríi y Tetiana Shapovalova, ambos ucranianos, cultivaron su matrimonio con paciencia, respeto y amor. Criaron a dos hijos juntos y trabajaban en lo que les apasionaba: él, de 51 años, era un psicoterapeuta que ayudaba a drogadictos, mientras que ella era ejecutiva en una gran compañía de helados.

El año pasado, antes de que la guerra comenzara, se mudaron a Dnipro, una ciudad emergente en el centro de Ucrania. Pero el primer día que los misiles comenzaron a explotar en la ciudad, decidieron separarse, pues sabían que su relación no iba a poder sobrevivir.

Ella, junto a sus hijos, escaparon del peligroso país hasta Finlandia. Pero él tuvo que quedarse y, por ley, no podía visitar a su familia. Estos son los relatos de un amor que fue roto, por una crisis que salió de sus manos.

La desgarradora historia de un matrimonio que la guerra en Ucrania destruyó. Foto: AP/Jae C. Hong)

La “epidemia del divorcio” en Ucrania

Así como Andríi y Tetiana, miles de parejas en Ucrania se ven forzadas a separarse por las deplorables condiciones en las que viven, a raíz de la guerra.

La psicoterapeuta Anna Trofymenko le llamó “epidemia del divorcio” a esta consecuencia social que, según estimó, podría tener un impacto en los patrones de citas, estructura familiar y la forma en la que se criará a una generación de niños completa.

Ambos todavía creen que estarían juntos si no hubiese sido por la guerra. Y es que Andrii se vio obligado a quedarse en Ucrania por la orden que dio el presidente Volodymyr Zelensky que prohibía que hombres entre 18 y 60 años pudieran salir, con la intención de “preservar” una fuerza de combate dentro del país.

Por esto, el 98% de los refugiados ucranianos son mujeres y niños. Y ellas, casadas o no, no tienen intenciones de regresar: al contrario, están comenzando a rehacer sus vidas en países como Polonia o Alemania, y están comenzando a divorciarse de lo único que les queda de su país de origen. Y es que es un trámite sencillo que se puede hacer a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia.

Esto también ha generado dolor para los hombres, pues no existe forma de que viajen al extranjero para poder verlos, y nadie sabe por cuánto tiempo.

La desgarradora historia de un matrimonio que la guerra en Ucrania destruyó. Foto: REUTERS/Stringer

El relato de Tetiana y Andríi: el matrimonio ucraniano que se rompió por la guerra

—Estaba tan exhausta. Pasé los primeros días durmiendo, caminando y pensando (...). En un momento, sorprendentemente me di cuenta: no extraño mi hogar, no quiero volver. No es que no ame a mis padres o a mi esposo. No estaba pensando en el divorcio. Me di cuenta que quería estar sola—, relató la ucraniana a The New York Times.

Pero las primeras semanas separados, no fueron igual para Andríi.

—Después de todos esos años, despertar solo en una cama fría, sin nadie esperándote. Y no era solo la distancia. Era esta ausencia de fe en la mañana. No sabía si las tropas rusas vendrían por nosotros o no. No sabía si estaría vivo o no. Pero no pasé una noche sin soñar con ella—, dijo el hombre.

Tetiana sintió que su relación comenzó a sentirse como “un libro que ya leíste” y, pocas semanas después de su vida como refugiada, conoció a un hombre finlandés. Con la honestidad de frente, decidió llamar a su esposo.

Tetiana, con su nueva pareja en Finlandia. Foto: The New York Times

No quiero continuar nuestra relación. Quiero un nuevo lugar, una nueva relación, un nuevo todo. Quiero una nueva vida—, le dijo al teléfono la mujer con la que había estado tres décadas completas.

—Me sentí como si estuviera cubierto de agua hirviendo. No podía moverme. No podía respirar. Me detuve. Incluso después de que colgamos estaba temblando. Pensé que me estaba volviendo loco. Culpé a la guerra, a los rusos, a nuestro gobierno, a todos los que me rodeaban—contó Andríi.

—Me sorprendió, sí, absolutamente. Me negué a creerlo. Pensé que era un coqueteo y que terminaría. Pero una noche a fines de mayo, la llamé y le envié mensajes de texto todo el día y no me devolvió las llamadas. Estuve despierto toda la noche. Y entonces entendí: está con otro hombre.

Pero con ataques diarios con misiles, es imposible que cualquier hombre ucraniano le pida a su esposa e hijos volver al país para volver a estar juntos. Aunque, lo que sí pueden hacer los jueces, es ordenar a las madres que permitan que sus hijos se comuniquen con sus padres por videollamada.

Andríi, paseando a un perro que adoptó y que aseguró que "es lo que queda de su familia".

Así lo hizo Andríi, quien todavía está en contacto con sus dos hijos y, aunque extraña “el calor humano”, aseguró que simplemente tienen una nueva forma de estar juntos. Pero con Tetiana, es otra la historia.

—Nunca me enamoraré de otra mujer. No quiero cuidar de nadie más. Ella era la única persona que lo merecía—dijo. El hombre adoptó a Tori, un perro, y mientras lo paseaba por un parque en Dnipro, lo miró y bromeó: “Esto es todo lo que queda de mi familia”.