En aguas poco profundas, hace unos 242 millones de años, un extraño reptil marino distinto a cualquier otro animal jamás visto en la Tierra cazaba peces y calamares, utilizando un cuello desmesuradamente alargado para emboscar a sus presas.
De repente y con violencia, su vida terminó: decapitado por un poderoso depredador.
Los científicos llevan dos siglos sospechando que los reptiles marinos prehistóricos como éste, llamado Tanystropheus, que poseían cuellos muy largos, eran extremadamente vulnerables a este tipo de ataques.
Un nuevo examen de los fósiles de Tanystropheus desenterrados hace décadas en Suiza, en una montaña llamada Monte San Giorgio, ha proporcionado las primeras pruebas inequívocas que lo demuestran.
Los investigadores estudiaron restos del cuello y la cabeza de dos especies de Tanystropheus, detectando marcas de mordiscos y otros signos de traumatismo que indican decapitación.
Qué dicen los fósiles encontrados
La especie más grande, que se alimentaba de peces y calamares, alcanzaba los 6 metros de longitud, aunque este individuo medía unos 4 metros.
La más pequeña medía 1,5 metros y sus dientes indican que se alimentaba de invertebrados de caparazón blando, como las gambas.
El cuello del Tanystropheus era tres veces más largo que su torso. Útil para la caza, el alargamiento extremo del cuello fue común entre los reptiles marinos que abarcó unos 175 millones de años durante la era de los dinosaurios.
Pero esto tenía un precio: un evidente punto débil contra los ataques de depredadores.
Había pruebas de depredación en los fósiles de ambas especies. Una tiene dos perforaciones en forma de diente y un arañazo dental. El otro tiene una fosa causada por un diente que golpea el hueso. Ambos presentan lesiones óseas en las que se seccionó el cuello.
“Estos ejemplos tan dramáticos de interacción entre depredador y presa son extremadamente raros en los fósiles y nos dan una idea de cómo convivían estos animales”, dice el paleontólogo Stephan Spiekman, del Museo de Historia Natural de Stuttgart (Alemania), autor principal de la investigación publicada esta semana en la revista Current Biology.
Los investigadores creen que el atacante de la especie Tanystropheus, de mayor tamaño, fue probablemente un gran reptil marino tal vez una especie de Cymbospondylus, de 10 metros de largo; Nothosaurus, de 7 metros de largo; o Helveticosaurus, de 3,5 metros de largo.
Diversos reptiles marinos o peces depredadores, dijeron, podrían haber decapitado a las especies más pequeñas.
Dónde vivió el Tanystropheus
Tanystropheus, que apareció durante el Periodo Triásico en un momento de innovación evolutiva tras la peor extinción masiva de la Tierra, prosperó en todo el hemisferio norte durante 10 millones de años.
Era un pariente lejano de los dinosaurios, que aparecieron por primera vez hace unos 230 millones de años.
“Creemos que Tanystropheus pasaba la mayor parte del tiempo en aguas poco profundas, utilizando su pequeña cabeza y su largo cuello para emboscar a sus presas en el fondo marino”, explica Spiekman.
Su cuello estaba compuesto por 13 vértebras alargadas, casi cilíndricas y huecas.
A pesar de su existencia marina, carecía de ciertas adaptaciones para la natación, con extremidades parecidas a las de los lagartos o cocodrilos en lugar de aletas y sin aleta caudal.
Su ancho cráneo tenía los orificios nasales orientados hacia arriba, como los cocodrilos modernos.
“Tanystropheus es tan interesante porque su estructura corporal es única. Seguro que hay otros animales con un cuello muy largo, pero no un cuello tan largo, tan rígido y tan ligero, con costillas muy largas y fibrosas. Y lo que añade misterio es que el resto del animal también es desconcertante”, afirma Spiekman.